Carlos Alcaraz, en las ATP Finals ante Sinner.

Carlos Alcaraz, en las ATP Finals ante Sinner. REUTERS

Tenis

Las dudas físicas de Alcaraz hacen más débil a una España que llegaba como favorita a la Final a 8 de la Copa Davis

La incertidumbre sobre su estado del Nº1 tras las ATP Finals condiciona el plan del equipo de David Ferrer, obligado a superar a una República Checa en pleno crecimiento.

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El equipo español de Copa de Davis aterriza en Bolonia con un problema que no esperaba hace apenas una semana: la incógnita del estado físico de Carlos Alcaraz.

El número uno del mundo llega a la Final a 8 de la Copa Davis con una sobrecarga en el isquiotibial derecho que, aunque no reviste gravedad, amenaza con alterar el orden natural de un torneo que había colocado a España entre los grandes favoritos al título.

El murciano, recién finalista de las ATP Finals en Turín, sufrió molestias en la pierna derecha durante la final perdida ante Jannik Sinner por 7-6(4) y 7-5 el pasado dieciséis de noviembre.

A pesar de su resistencia, la lesión obligó a detener el partido dos veces para recibir atención médica.

La resonancia practicada el lunes en Bolonia descartó una rotura, pero la Federación confirmó una sobrecarga que le impedirá entrenar con normalidad al menos hasta el miércoles.

Final de temporada brillante

Hasta su llegada a la final, el rendimiento del murciano había sido impecable. Ganó los tres partidos de la fase de grupos ante Alex de Miñaur, Andrey Rublev y Lorenzo Musetti, y superó a Felix Auger-Aliassime en semifinales.

Ese camino le permitió sumar 1.000 puntos y asegurarse terminar la temporada como número uno del mundo con 12.050 puntos, apenas 550 más que Sinner.

Carlos Alcaraz celebra su victoria ante Aliassime en las ATP Finals.

Carlos Alcaraz celebra su victoria ante Aliassime en las ATP Finals. REUTERS

Pero la final dejó señales inquietantes. Alcaraz explicó que las molestias habían comenzado en la semifinal: "Ayer lo noté, pero pude aguantar. Ahora lo noto otra vez tenso".

Aunque insistió en que no quería excusas -"no me ha limitado", dijo- admitió que no pudo "hacer locuras e ir a por bolas imposibles".

Tras el encuentro, el murciano recorrió en furgoneta los 330 kilómetros entre Turín y Bolonia para unirse a la concentración española y someterse a pruebas médicas.

Allí, Ángel Ruiz Cotorro confirmó la sobrecarga y una recomendación clara: descanso relativo, fisioterapia y prudencia antes de pisar pista.

Favoritismo, en duda

La situación supone un golpe para España y para David Ferrer, que contaba con Alcaraz como pilar absoluto del proyecto.

La Final a 8, con un formato explosivo de dos individuales y un dobles, concede un peso decisivo a la figura del número uno. Con él sano, España era considerada una de las grandes favoritas.

Sin un Carlos Alcaraz listo o con una participación limitada, las opciones caen de forma inmediata.

La eliminatoria de cuartos ante República Checa, fijada para el jueves veinte de noviembre a las diez de la mañana, ya era de por sí una trampa.

Con un Alcaraz al cien por cien, España habría sido favorita. Con un Alcaraz tocado, la balanza se equilibra peligrosamente.

Rival inesperadamente duro

Los checos fueron la sensación de los clasificatorios al eliminar a Estados Unidos y presentan un equipo en auge.

Jiri Lehecka, número diecisiete del mundo, mantiene un balance de 3-1 ante Alcaraz y viene de una de sus mejores temporadas.

Jakub Mensik, número diecinueve, ganó el Masters 1000 de Miami y es uno de los jóvenes más temidos del circuito.

Tomas Machac, número treinta y dos, es un competidor versátil y sólido en pista dura cubierta.

Lehecka fue claro en la previa: "No hay mayor reto este año que jugar contra Jannik o Carlos".

Si el español no está al máximo, ese desafío puede transformarse en una oportunidad real para los checos.

Jaume Munar, Pedro Martínez y Pablo Carreño celebran la victoria ante Dinamarca.

Jaume Munar, Pedro Martínez y Pablo Carreño celebran la victoria ante Dinamarca. Reuters

España, un equipo sólido

La convocatoria liderada por Ferrer incluye a Jaume Munar, Pablo Carreño, Pedro Martínez y Marcel Granollers.

Es un grupo con compromiso, experiencia y trabajo, pero sin un segundo espada capaz de igualar el impacto que sí tienen otros países.

Munar llega en un gran momento tras vencer a Ben Shelton y alcanzar los cuartos de final en Basilea.

Carreño, que ronda el puesto ciento setenta del ranking, fue esencial en la clasificación ante Dinamarca, pero lleva meses con problemas físicos.

Pedro Martínez ofrece fiabilidad, aunque no destaca en grandes escenarios. Granollers, número nueve del mundo en dobles, garantiza solidez en el tercer punto, pero para llegar a él España necesita, probablemente, que Alcaraz abra la serie con victoria.

Sin su gran estrella, España quedaría demasiado dependiente del dobles y de un partido individual que, con rivales top veinte enfrente, sería siempre una moneda al aire.

Granollers y Alcaraz celebran un punto en el partido de dobles ante la República Checa.

Granollers y Alcaraz celebran un punto en el partido de dobles ante la República Checa. EFE

Lista de amenazas

Mientras España mira con preocupación a su líder, el resto de favoritos también llega con grietas. Italia, anfitriona y vigente campeona, no contará ni con Sinner ni con Musetti.

Aun así, Matteo Berrettini, Flavio Cobolli, Lorenzo Sonego y la pareja Bolelli-Vavassori mantienen al equipo entre los candidatos gracias a un cuadro más asequible y el impulso del público.

Argentina se presenta como la gran alternativa. Con Francisco Cerúndolo, Tomás Martín Etcheverry y la poderosa dupla Zeballos-Molteni, su candidatura gana peso en un torneo donde el dobles suele ser decisivo.

Alemania, comandada por Alexander Zverev, también tiene capacidad para llegar lejos, aunque dependerá del estado del número tres del mundo y de la aportación de Jan-Lennard Struff y la pareja Krawietz-Puetz.

Sinner levanta la Copa Davis en la victoria de Italia ante Países Bajos.

Sinner levanta la Copa Davis en la victoria de Italia ante Países Bajos. Reuters

Para España, la Copa Davis se ha convertido en una cuestión de tiempos. Todo dependerá de cómo responda el isquiotibial de Alcaraz tras unos días de reposo.

Las sobrecargas no suelen prolongarse más de una o dos semanas, pero cualquier limitación de movilidad en pista dura cubierta puede marcar la diferencia.

La selección viajó a Bolonia con la ambición de recuperar la Ensaladera seis años después. Ahora, ese objetivo sigue vivo, pero la sensación es distinta.

La presencia del número uno ya no se da por garantizada y su nivel, en caso de jugar, es una incógnita.

España partía como favorita. Ahora lo hará mirando de reojo el muslo derecho de su líder. Una señal de que en la Copa Davis, como en el tenis, nada está ganado hasta que se pisa la pista.