Representación de la selección del Vaticano

Representación de la selección del Vaticano

Fútbol

La 'blanca-amarela', estas son las desconocidas liga y selección de fútbol del Vaticano impulsadas por el papa Francisco

Más allá de la religión y el arte, el pequeño Estado también ha hecho del deporte una expresión de fraternidad y fe.

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En el corazón de la Iglesia católica late una pasión silenciosa pero constante: el fútbol.

A pesar de contar con apenas 0,44 kilómetros cuadrados y una población inferior a los 1.000 habitantes, el Vaticano ha construido, lejos del profesionalismo, una estructura futbolística singular.

Esta estructura incluye una liga, una selección nacional masculina y femenina (impulsada en su creación por el papa Francisco), e incluso su propio “mundial”, que cada año reúne a seminaristas de todo el mundo.

Desde el calcio fiorentino

La historia del fútbol en el Vaticano se remonta a más de cinco siglos. El 7 de enero de 1521 se celebró un partido entre los Estados Pontificios bajo la atenta mirada del papa León X. Se trataba de un encuentro de calcio fiorentino, una forma ancestral del fútbol moderno.

Sin embargo, no fue sino hasta después de la Segunda Guerra Mundial que el balompié comenzó a organizarse formalmente dentro del Estado vaticano.

En 1947 se celebró el primer torneo moderno entre trabajadores de la Santa Sede, aunque sin final feliz: una riña entre jugadores y aficionados impidió coronar un campeón. A mediados de los años 60, los trabajadores de los Museos Vaticanos fundaron el primer club oficial.

En 1972 nació la Coppa Amicizia, germen de la actual liga, que contó con siete equipos en su primera edición.

Una liga amateur

El Campionato della Città del Vaticano es la liga oficial del Estado más pequeño del mundo. Todos los equipos están compuestos por empleados de los distintos organismos del Vaticano: desde la Guardia Suiza hasta la Biblioteca Apostólica.

Cada escuadra puede incluir un único refuerzo externo en la portería, generalmente un futbolista amateur italiano.

Las reglas del campeonato son claras: los partidos se disputan fuera del horario laboral, los lunes y martes, y tienen lugar en el complejo deportivo Associazione Sportivo La Salle, en Roma.

La temporada va de octubre a mayo, con receso en diciembre y enero. No hay fichajes millonarios ni derechos de televisión, pero sí compromiso, fe y pasión.

Los clubes más destacados que compiten actualmente son:

  • Museos Vaticanos
  • Guardia Suiza
  • DirTel Team (Telecomunicaciones Vaticanas)
  • Universidad Pontificia Lateranense
  • Archivo Secreto
  • Dirseco
  • Fortitudo 2007
  • Rappresentativa OPBG (Hospital Pediátrico Bambino Gesú)

Además de la liga, se disputan anualmente la Copa Vaticana y la Supercopa. Estos torneos refuerzan los lazos entre trabajadores de diversas áreas del Vaticano, haciendo del fútbol una vía para la fraternidad y el encuentro.

Selecciones no oficiales

La Federazione Vaticanese Giuoco Calcio, fundada en 1972, administra tanto la liga como las selecciones nacionales.

Aunque no está afiliada ni a la FIFA ni a la UEFA, el Vaticano cuenta con una selección masculina, cuyo debut oficial fue en 1994, y una femenina, creada en 2020 gracias al impulso del papa Francisco, con el objetivo de fomentar “el conocimiento mutuo y la convivencia fraterna”.

Ambos combinados son dirigidos por Gianfranco Guadagnoli y visten camisetas blanco-amarillas, en homenaje a la bandera vaticana. Sus integrantes no tienen pasaporte vaticano: son empleados de la Santa Sede, miembros del Consejo Pontificio, Guardia Suiza o incluso familiares directos.

La selección masculina ha disputado amistosos contra equipos como San Marino (0-0 en 1994), China (4-3 en 2008), Palestina (derrota 9-1 en 2011) y Mónaco, su clásico no oficial, con saldo negativo para los “Santos”.

La femenina, por su parte, debutó el 26 de mayo de 2020 frente al AS Roma, en un amistoso que terminó 10-0 para las italianas.

El equipo femenino de fútbol del Vaticano

El equipo femenino de fútbol del Vaticano

La Clericus Cup

Desde 2007, el Vaticano celebra la Clericus Cup, un torneo con formato de “mundialito” reservado a seminaristas y sacerdotes de todo el mundo que estudian en Roma.

Participan 16 equipos representando a más de 70 países. El campeonato, organizado en colaboración con el Centro Deportivo Italiano, es símbolo de diversidad cultural y espiritualidad. La edición número 14, prevista para marzo de 2020, fue pospuesta por la pandemia de COVID-19. 

Más allá de la competencia, la Clericus Cup destaca por su atmósfera festiva y su mensaje de unidad global a través del deporte. El lema que la acompaña desde su creación lo resume todo: “Donde el fútbol se encuentra con la fe”.

Infraestructura sencilla

Pese a su limitada extensión territorial, el Vaticano dispone de dos estadios principales. El primero es el Estadio Pío XII, ubicado en Albano Laziale, con capacidad para 2.000 personas. Allí suele entrenarse y jugar la selección.

El segundo es el Campo Pío XI, o Campo Cardinale Francis Joseph Spellman, situado en Roma, con una excelente vista a la cúpula de San Pedro.

En este escenario se celebran los partidos de la liga y de la Clericus Cup. Actualmente, sin embargo, ha comenzado a usarse un nuevo complejo deportivo: Associazione Sportivo La Salle. En él se están llevando a cabo muchos de los encuentros.

El papa Francisco en una de las recepciones al conjunto del Vaticano

El papa Francisco en una de las recepciones al conjunto del Vaticano

Fútbol con causa y sin fines comerciales

A diferencia del fútbol profesional, el balompié vaticano no se rige por contratos ni fichajes millonarios. El material deportivo proviene de donaciones y, en caso necesario, el propio Vaticano asume los costes básicos.

Los encuentros tienen un fuerte componente benéfico y con frecuencia se organizan para recaudar fondos o conmemorar eventos religiosos.

El papa Francisco, amante declarado del fútbol, ha respaldado explícitamente estos torneos como herramientas para el diálogo y la inclusión.

Bajo su pontificado, la actividad futbolística vaticana ha encontrado un renovado impulso, especialmente en materia de género con la incorporación de la selección femenina.

A pesar de no competir en la élite ni formar parte de los organismos oficiales, el Vaticano ha sabido construir una estructura futbolística coherente, arraigada en los valores de respeto, integración y servicio comunitario.

Sus equipos, aunque amateurs, se enfrentan a clubes y selecciones extranjeras con un compromiso que va más allá del resultado.

El fútbol, en el Vaticano, no es solo un juego. Es una vía para construir comunidad, para expresar identidad, para hermanar culturas y religiones. En la “blanca-amarela” del papa Francisco late una convicción silenciosa, pero firme: la pelota también puede ser un instrumento de fe.