Cheryshev, en el momento de ser sustituido en Cádiz.

Cheryshev, en el momento de ser sustituido en Cádiz. Marcelo del Pozo Reuters

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103 minutos, un gol y un millón de memes

Protagonista involuntario del ridículo madridista en Cádiz, Cheryshev apenas ha jugado esta temporada pese a las lesiones.

4 diciembre, 2015 00:39

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En el minuto tres del imperecedero partido de Copa en Cádiz, cuando Denis Cherysev (Nizhni Nóvgorod, 1990) marcó a pase de James su primer gol de esta campaña, no podía ni imaginar que le reemplazaría Kovacic en el minuto 47 y, sobre todo, que sería pasto de los memes con una fiereza impensable para un jugador que apenas ha tenido protagonismo, pese a las lesiones, en el equipo de Rafa Benítez. Él solo aspiraba a ganar y jugar su primer partido completo de la temporada.

El primer futbolista ruso que haya jugado en el primer equipo del Madrid, Denis llegó a la casa blanca a los diez años. Hijo del ex futbolista Dmitri Chéryshev, aquel futbolista internacional con la selección rusa que enamoró al Sporting de Gijón en la segunda mitad de los años 90, Denis tiene la doble nacionalidad y ha vivido en España desde los siete años. Aprendió a jugar al fútbol en la cantera del Burgos y del Sporting (en paralelo a la carrera profesional de su padre) hasta que en el año 2000 unos ojeadores se fijaron en él y entró, como alevín, en las escuelas del Real Madrid.

Extremo zurdo y por aquel entonces bastante menudo, Cherysev destacaba poderosamente en esa categoría infantil. Sin embargo, en plena adolescencia, un cadete de 15 años, su complexión física detuvo su progresión. El chico se iba por las tardes con su padre a un parque a entrenarse, convencido de que tendría un segundo estirón y una oportunidad de emularle como futbolista profesional. La vida le dio ambos: hoy mide 1,79 y pudo darse el lujo incluso de elegir combinado nacional (Rusia): sólo las continuas lesiones durante su año en el Sevilla le impidieron participar en el Mundial 2014 a las órdenes de Fabio Capello.

En julio de 2012 debutó con el primer equipo del Real Madrid en un partido amistoso (precisamente contra el Oviedo, el gran rival del Sporting), metió un gol y se convirtió oficialmente en el primer jugador ruso y merengue de la historia. Componente del gran Castilla que había conseguido el ascenso a Segunda División un mes antes (con compañeros como Carvajal, Jesé, Morata o Lucas Vázquez), Cherysev estaba ya en la agenda de varios clubes españoles, pero el Madrid confiaba en él. Se quedó, aunque después de una temporada prácticamente en blanco fue cedido al Sevilla en el verano de 2013.

Su aventura andaluza fue agridulce: los mismos problemas físicos que le dejarían sin el Mundial de Brasil le impidieron consolidarse desde muy pronto en el club hispalense. Jugó apenas cinco partidos en toda la temporada, juntando todas las competiciones, y ninguno completo. Asfixiado y frustrado, Denis buscó otra cesión y recaló en el Villarreal, de nuevo con el Madrid asegurándose su pase. Tenía 23 años.

Y por fin explotó

Cheryshev fue un futbolista fundamental en la pasada temporada del Villarreal: disputó 2.254 minutos y fue el líder del equipo en asistencias (11) además de marcar 7 goles en diferentes competiciones (cuatro en Liga, dos en la Europa League y otro en Copa del Rey). El club castellonense llegó a semifinales en Copa del Rey (precisamente en esa ronda vio la tarjeta que ha desencadenado el desastre) y se clasificó sexto en la Liga. Veloz, vertical, llegador, el ruso recuperó el descaro de años anteriores y formó una dupla muy rentable con Luciano Vietto, otro futbolista que despuntaría en Villareal hasta llamar la atención del ‘Cholo’ Simeone y mudarse a Madrid, aunque al equipo rival, el pasado verano.

Benítez apreció desde un inicio el regreso del jugador hispano-ruso por su habilidad como extremo, aunque una lesión en agosto retrasó su puesta a punto. Su decidida voluntad de consolidarse como futbolista de uso frecuente (venía de ser titular indiscutible en el submarino amarillo) en un vestuario plagado de estrellas jugó, no obstante, en su contra.

El técnico blanco tenía (y tiene) demasiados problemas alrededor como para cargarse con impaciencias. Pese al aluvión de lesiones -16 musculares en sólo tres meses- sufrido por el Madrid, las cifras de Denis Cherysev hasta ahora recuerdan más a las del Sevilla que al año del Villarreal: 103 minutos, ninguna titularidad y un gol, el más triste de su vida, en el mítico estadio Ramón Carranza de Cádiz.

Cheryshev pasa estos días los peores momentos desde que regresó a Chamartín, donde le quedan aún dos años de contrato. Su nombre había sonado en Inglaterra este verano, el momento cumbre de su carrera deportiva, y también mostró interés el Valencia. Sin embargo, la cara con que se sentó en el banquillo en el partido del miércoles era la de un hombre alucinado, superado, cuyo nombre circulaba ya desde hacía un rato por las pantallas de millones de personas en todo el mundo con los blancos.

La afición más ingeniosa de España cantaba eufórica “Benítez mira el Twitter”, “Cheryshev no puede jugar” y “Campeones, campeones”. El delantero ruso, prácticamente inédito esta campaña, había sido el centro de atención en Cádiz, primero por su gol y luego por su alineación indebida.

Al final del partido, mientras Emilio Butragueño afirmaba que “el Madrid nunca hace el ridículo”, Cherysev dijo a los medios oficiales del club que no había recibido “ninguna comunicación del Villarreal para informar de que estuviera sancionado para poder disputar la Copa". Los hinchas cadistas le repetían “Chersyshev, Cheryshev, Cheryshev te quiero”, pero era un magro consuelo. El próximo día 26 cumple 25 años y quizá piense en abandonar definitivamente un club que el miércoles, sin querer, le jugó una muy mala pasada.