Tadej Pogacar, en el podio con la medalla de oro.

Tadej Pogacar, en el podio con la medalla de oro. REUTERS

Ciclismo CAMPEONATO DE EUROPA

Pogacar regala otro momento para la historia al llevarse el oro en el Europeo con Ayuso a las puertas de las medallas

El ciclista esloveno atacó a 75 kilómetros para la meta y también se reafirmó como el mejor ciclista del continente una semana después de haber ganado el Mundial.

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De exhibición en exhibición y tiro porque me toca. Dentro de unos años todos los presentes podremos presumir de que alguna vez vimos a Tadej Pogacar, uno de los mejores deportistas de todos los tiempos.

Si hace exactamente una semana se proclamó campeón del mundo con una gesta para la historia, siete días más tarde se regaló otro momento para el recuerdo con otra proeza descomunal en el Campeonato de Europa para colgarse otro oro.

Si en el Mundial atacó a 104 kilómetros para la línea de meta, en el Europeo 'sólo' demarró a 75 kilómetros para el final. De nuevo se llevó por delante a Remco Evenepoel y a todo bicho viviente para firmar otra aventura en solitario que ya está rubricada en los libros.

La epopeya toma otra dimensión vestido de arcoíris. Los recorridos del Mundial y del Europeo le venían como anillo al dedo a Pogacar, y el gran favorito no falló. Este año el precioso maillot de campeón continental no lo lucirá nadie, porque Tadej no puede vestir los dos a la vez. El mejor del mundo y también del continente.

Juan Ayuso tuvo opciones hasta los últimos kilómetros de llevarse la medalla de bronce. Con la plata asegurada para Evenepoel, el español se batió el cobre con el italiano Scaroni y el francés Seixas, pero en la última cota perdió su oportunidad. El galo, corriendo en casa, se hizo con el último metal en juego y Ayuso terminó sexto.

El mejor cartel posible

Seguramente era el mejor cartel del Campeonato de Europa en su corta vida desde que arrancó allá por el 2016. Pogacar, Evenepoel y Vingegaard juntos en la línea de salida, al más puro estilo Tour de Francia. El recorrido invitaba a una batalla perfecta.

Aparecía la incógnita del papel que podría hacer Jonas Vingegaard, poco amigo de las pruebas de un día, y la duda se resolvió pronto. El danés desistió muy lejos y quedó eliminado, una muestra más de que este tipo de bailes no van con él, aunque características tiene para ello.

Otra incógnita residía en conocer el estado de forma en el que estarían Pogacar y Evenepoel después de sus esfuerzos la pasada semana en el Mundial. No importó. Volvieron a ser los dos mejores, especialmente el esloveno, que dejó claro que no hay nadie que se le acerque en este tipo de escenarios.

Con la carrera ya lanzada, Pogacar vio a 75 kilómetros para la meta el momento perfecto para atacar en una de las ascensiones del día. Le aguantó el ritmo Evenepoel, y por un instante se dibujó un escenario con el belga y el esloveno jugándose el campeonato mano a mano, pero Remco reventó.

Se apartó de la estela de Pogacar, bajó revoluciones y se tomó unos segundos para respirar. Ahí Pogacar comenzó su aventura en solitario. No fue a 104 kilómetros de meta como en el Mundial, pero no estaba nada mal. Haciendo de lo extraordinario algo cotidiano una vez más.

Su exhibición llegó hasta la meta. Otro capítulo glorioso de la historia del ciclismo hasta colgarse el oro también en el Campeonato de Europa. Lo hizo de nuevo gustándose, sonriendo, como a él le gusta.

Evenepoel fue de nuevo el mejor de los mortales, como hace una semana en Ruanda. También en solitario, este auténtico coleccionista de medallas volvió a demostrar que es un fuera de serie.

Por detrás el ciclismo español llegó a soñar al menos con el bronce. Se formó un trío con Juan Ayuso, el francés Paul Seixas y el italiano Scaroni. Tenía buena pinta aquello, pero en la última cota las opciones de Ayuso se hundieron. Seixas se marchó por delante para colgarse el último metal y para dejar tocado al español, que terminó en sexto lugar.