Egan Bernal antes de la salida de una etapa del Giro de Italia 2021

Egan Bernal antes de la salida de una etapa del Giro de Italia 2021 EFE

Ciclismo GIRO DE ITALIA 2021

El Giro de Italia prueba el ciclismo de pago por la Covid-19: ¿nuevos ingresos o el fin de los aficionados?

La 'Corsa rosa' ha sorprendido con una polémica medida, cobrar entrada por acceder al tramo final de la subida al Zoncolan, clave en la carrera.

22 mayo, 2021 00:30

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El ciclismo ha sido uno de los deportes más castigados por la crisis generada tras la pandemia. La temporada pasada fue un auténtico drama con carreras canceladas, muchos positivos y algunas pruebas que se convirtieron en un caos. Eso sucedió precisamente en el Giro de Italia, que tuvo que ver como varios equipos decían adiós a la carrera por registrar algunos contagios. 

Esta situación, en un año tan complicado, hizo ver a mucha gente que el ciclismo vive en el abismo económico permanentemente. Organizar el Tour de Francia era básico y fundamental para salvar la temporada, pero quizás no suficiente para costear equipos, organizar carreras y sobrellevar los altos salarios. Por ello, algunos como la organización del Giro de Italia se pusieron a darle vueltas a ver qué nuevas medidas se les podían ocurrir para buscar más rentabilidad. 

Una medida revolucionaria

La 'Corsa rosa' ha decidido poner en marcha una medida que ha sido criticada y muy polémica, pero que podría dar sus frutos y extenderse a más carreras. El Giro de Italia ha decidido poner a la venta entradas para restringir el acceso a la parte final de la 14ª etapa de la prueba, la cual concluirá con la mítica subida del Zoncolan, uno de los puertos más característicos de Italia, aunque se subirá por su parte más llevadera, pero también más larga.

Alberto Contador en una de las míticas curvas del Zoncolan

Alberto Contador en una de las míticas curvas del Zoncolan Reuters

A través del portal web de Promoturismo, el Giro de Italia sacó 1.000 entradas para controlar que no hubiera más personas en los últimos 3,5 kilómetros del puerto. El objetivo es que 850 de esas 1.000 entradas se consiguieran solo mediante un registro, es decir, que fueran gratis, y con ello obtener un pase para poder acceder a pie hasta cualquier zona de esos 3,5 kilómetros finales. 

Sin embargo, las 150 restantes sí eran entradas como tal en las que se cobraban 10 euros a aquellos que quisieran hacerse con ellas y daban acceso al teleférico para subir hasta cualquier punto de la cima del Zoncolan. A pesar de tratarse de una medida algo polémica, lo cierto es que el éxito ha sido rotundo porque las mil entradas han volado en tan solo 12 minutos y el Zoncolan, cima en la que se espera un gran hachazo del líder Egan Bernal a la carrera, contará con bastantes aficionados. 

Innovación y tradición

La excusa con la que se ha llevado a cabo esta medida ha sido la aparición de la pandemia. Se pretende controlar de esta manera que no suba mucha gente, como es habitual, hasta estos finales de etapa, y así poder facilitar que se mantengan las distancias. Además, sigue siendo obligatorio el uso de mascarilla y las autoridades, tanto deportivas como turísticas, que están detrás de esta iniciativa, piden prudencia y conciencia con la situación actual. 

Sin embargo, más allá de la presencia del coronavirus que ha arruinado cualquier punto de normalidad, esta medida ha pillado totalmente por sorpresa a muchos aficionados que han recibido el mensaje de "cobrar por ver ciclismo en las carreteras", algo que no se ha hecho nunca o casi nunca. Cierto es que en algunas carreras como el Tour de Flandes sí hay que pagar por posicionarse en algunos tramos y en el circuito final, al igual que en los critériums especiales que se realizan a final de temporada con los ganadores de las grandes vueltas, pero es la primera vez que se hace en una gran vuelta. 

Bernal, durante la 20ª etapa del Tour de Francia

Bernal, durante la 20ª etapa del Tour de Francia Reuters

Por ello, muchos aficionados, los más puristas y románticos, creen que va contra la tradición y las leyes naturales del ciclismo, el deporte que goza del mejor estadio del mundo: las calles, carreteras, y paisajes del mundo entero. De esta forma, esta medida, que se podría calificar como exitosa por su resultado, ha generado una cierta polémica. También es verdad que muchos creen que las organizaciones se han aprovechado de esa necesidad de ciclismo tras un 2020 tan complicado para sacar una tajada económica de ello. 

Esta medida se podría extender a otras que ya se han asentado en los últimos años como el pago por disfrutar de plataformas que ofrecen ciclismo a otro nivel. Etapas enteras, desde diferentes cámaras, sin cortes publicitarios y con contenidos propios como entrevistas o programas especiales. El ciclismo del futuro, pero pagando, algo que pocas veces se había visto de esta forma. 

¿Puede ser el futuro?

Es la pregunta que muchos se hacen ya tras esta medida que ha llegado como una auténtica revolución. Quizás el futuro del ciclismo pase por el presente de la mayoría de espectáculos. Aforos más controlados y previo pago, como el fútbol, el tenis o una función de teatro. Hasta ahora, el mundo de la bicicleta había resistido abrazado a su romanticismo y a esas cunetas repletas de gente disfrazada, con banderas, bengalas y dando ese soplo de aliento que tanto nerviosismo genera, pero que los corredores agradecen por la bonita atmósfera que se crea. 

Ahora, la pelota está en el tejado de los organizadores y de los empresarios que podrían ver como una buena salida el hecho de empezar a cobrar entradas por acceder a las cimas más míticas en las que se deciden las grandes vueltas. Con la excusa de controlar el aforo por la pandemia, se presenta el momento y la oportunidad perfecta de empezar a introducir esta medida sin que nadie se alerte más de la cuenta y que, en unas temporadas, pase a formar parte de la rutina del día a día de una carrera ciclista de una o varias etapas. 

Alberto Contador, en la Vuelta al País Vasco.

Alberto Contador, en la Vuelta al País Vasco. Javier Etxezarreta EFE

Además, en vista del tremendo éxito y de las fuertes ganas de ciclismo, se presenta como una oportunidad para revitalizar la economía del ciclismo y convertirlo en un ecosistema y en un deporte más rentable para que pueda salir de la crisis ocasionada por la pandemia con mayor vigor y fuerza. Por si esto fuera poco, se presenta también como una ocasión de ciclismo y turismo formen una alianza más poderosa que nunca.

Siempre estará el riesgo de la crítica y de que los precios comiencen a subir hasta dispararse, como ya sucede en muchos espectáculos. También, poco a poco, el ciclismo entraría en una zona peligrosa, en la de no ser asequible para todos los públicos. Sin embargo, esa preocupación ya debería haber surgido antes, cuando el precio del material o de las bicicletas se encuentra ya en un punto bastante alto. Como todo, esta medida genera detractores y personas que comprenden la decisión y aunque todavía queda recorrido y margen para ir dando forma a la idea antes de que se consolide, el Giro ya ha abierto el camino. Mientras tanto, habrá que seguir soñando con que las piernas y las fuerzas respondan, empezando por la subida al Zoncolan de este sábado.

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