
El dragón de Komodo en Bioparc Fuengirola.
Bioparc Fuengirola: el zoológico del futuro que conecta emoción, biodiversidad y legado histórico
Con la inauguración de su nueva zona dedicada a Centro y Sudamérica, Bioparc Fuengirola culmina un ambicioso recorrido por las principales selvas tropicales del planeta. Más de 22.000 metros cuadrados de naturaleza inmersiva, arquitectura temática y conservación de especies en peligro.
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En pleno corazón de la Costa del Sol, Bioparc Fuengirola ha dejado de ser simplemente un zoológico para convertirse en un referente internacional en el ámbito de la conservación animal, la educación ambiental y la divulgación científica.
Desde su reapertura en 2001 bajo la dirección de la empresa española Rain Forest, el antiguo zoo de la ciudad ha sido transformado en un espacio vivo que apuesta por una nueva forma de mostrar y proteger la vida silvestre. Hoy, más de dos décadas después, da por concluido el que probablemente sea su proyecto más ambicioso hasta la fecha: El Viaje Infinito 2024.
Este nuevo capítulo supone la culminación de un recorrido por las grandes selvas tropicales del mundo: Madagascar, África Ecuatorial, el Sudeste Asiático, las islas del Indo-Pacífico y, ahora, los ecosistemas de Centro y Sudamérica. Con esta última ampliación, de 2.800 metros cuadrados y una inversión cercana a los 10 millones de euros, el parque alcanza los 22.000 metros cuadrados totales, consolidando su posición como uno de los espacios zoológicos más innovadores de Europa.

Los lémures son animales muy queridos en el parque.
Un modelo respetuoso y participativo
Desde su concepción, Bioparc Fuengirola se ha desmarcado de los modelos tradicionales. La premisa ha sido clara: ofrecer entornos inmersivos en los que animales, vegetación y arquitectura coexisten de forma coherente, recreando con la máxima fidelidad los hábitats naturales de cada especie. La prioridad no es solo el bienestar animal, sino también la creación de una experiencia que despierte emociones en los visitantes, como vía para fomentar el respeto y la conciencia ecológica.
Participando activamente en más de 50 programas europeos de conservación de especies amenazadas, el parque colabora estrechamente con la Asociación Europea de Zoos y Acuarios (EAZA), con el objetivo de garantizar la reproducción y supervivencia de especies en grave riesgo. En esta labor se incluyen animales tan emblemáticos como el tigre de Sumatra, el dragón de Komodo, el gorila occidental o el panda rojo.
La reciente incorporación de hábitats centro y sudamericanos ha sumado nuevas especies a esta red de protección: nutrias gigantes del Amazonas, ajolotes mexicanos, titíes león dorado y de Goeldi, conuros de garganta azul, pavones muitú o la exótica paloma perdiz jamaicana, entre otros.
El Viaje Infinito: historia, arte y naturaleza

Fernando González, director de la Fundación Bioparc, explica curiosidades de la Cámara de las Maravillas.
La inspiración para esta ampliación no es casual. El Viaje Infinito toma como eje narrativo la primera circunnavegación del planeta realizada por Juan Sebastián Elcano y los hombres de la nao Victoria, en el siglo XVI. Así, la experiencia del visitante se transforma en una auténtica expedición, no solo a través de hábitats tropicales, sino también por la historia de los descubrimientos geográficos, el Renacimiento y los inicios de la ciencia moderna.
La travesía comienza en una sala oscura que simula una antigua atarazana, donde enormes acuarios marinos presentan la biodiversidad de los arrecifes que los primeros navegantes españoles encontraron en su llegada al Nuevo Mundo. Entre corales, anémonas, gorgonias y peces tropicales, el público encuentra también referencias visuales y simbólicas como el globo terráqueo de Martin Behaim, frescos de las naos de la expedición o la pintura de la Virgen de la Victoria, a la que se encomendaron los marinos antes de zarpar.
Le sigue una sala dedicada a la navegación, con bóveda catalana al estilo ‘Piranesi’, cartas de navegación, facsímiles del Atlas de Miller, elementos cartográficos y diarios de viaje. Todo diseñado para sumergir al visitante en el contexto histórico de la expedición.
Un recorrido por las Américas
La aproximación al continente americano se realiza a través de una selva amazónica, rica en vegetación y biodiversidad. Una sala repleta de bromelias, con dos grandes acuarios de agua dulce, introduce especies como peces hoja, peces lagarto y rayas motoro. La escenografía incluye árboles tropicales, murales pintados al fresco y esculturas realizadas en hormigón tematizado.
Uno de los espacios más sorprendentes es el Gabinete de las Curiosidades, una auténtica cámara de maravillas renacentista que reproduce cómo los primeros estudiosos intentaban entender el mundo natural. Allí, sobre un artesonado del siglo XVI, se exhiben esqueletos, fósiles, conchas, cuernos, herbarios, libros antiguos y objetos que inspiraron el desarrollo de las ciencias naturales. También se homenajea el papel de las especias como motor económico de aquella era de exploraciones. Dentro de esas curiosidades, está expuesto el esqueleto de Rocan, un tigre que fue emblema del parque y al que sus cuidadores siguen teniendo en su recuerdo.
El recorrido culmina en un gigantesco aviario de 14 metros de altura y 1.170 metros cuadrados, donde aves tropicales y pequeños primates conviven en completa libertad. La pirámide maya de Muyil, construida con 140 toneladas de piedra de Casares, preside el entorno. A través de un pasillo subacuático, se accede a un túnel que simula el colapso de un cenote y conduce a una pirámide hundida. Aquí nadan las arapaimas más grandes de Sudamérica junto a peces espátula y rayas de río.

Francisco de Asís García, director de Bioparc Fuengirola.
La experiencia finaliza simbólicamente en la puerta del Xibalbá, el inframundo maya, donde las nutrias gigantes –las mayores del planeta– dan el broche de oro a una aventura en la que historia, emoción y biodiversidad se funden.
Un futuro ligado a la conciencia ambiental
Con más de cinco millones de visitantes desde su apertura, Bioparc Fuengirola no ha parado de crecer en impacto, reconocimiento y compromiso. Lo que comenzó como una transformación arquitectónica de un zoo urbano se ha convertido en una plataforma de divulgación, ciencia y respeto hacia la vida silvestre. Su modelo, que ya sirve de referencia para otras ciudades europeas, demuestra que es posible educar emocionando, preservar enseñando y transformar conciencias a través del asombro.
A medida que el mundo enfrenta retos crecientes en materia de biodiversidad, cambio climático y conservación, espacios como Bioparc Fuengirola adquieren una relevancia crucial. Porque, como sus responsables repiten, solo desde la emoción es posible transformar la actitud del ser humano hacia su entorno. Y ese viaje, afortunadamente, no tiene fin.