Estatua del emperador Calígula.

Estatua del emperador Calígula.

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El curioso origen del nombre de Calígula, el niño favorito de los legionarios

El cruel emperador romano, cuyo nombre real era Cayo César Augusto Germánico, recibió el apodo a los tres años.

24 enero, 2019 14:52

En lugar de formarse en la capital del Imperio como ciudadano romano, aprendiendo a tratar con el Senado y el pueblo, labrándose alianzas o dirigiendo los ejércitos, Cayo César Augusto Germánico, pasó sus años de formación recluido en la pequeña isla de Capri. Allí permaneció en compañía del emperador Tiberio desde que entró en la edad adulta de forma legal hasta el año 37, cuando murió Tiberio.

Cayo, más conocido como Calígula, regresó a Roma con 24 años y con el título de emperador. Pocos le conocían, pero su nombramiento fue celebrado al revelarse que era el hijo de Germánico, el gran príncipe de Roma. Su mandato lo inició con una serie de medidas revolucionarias y tremendamente populares, como acuñar monedas con el rostro de mujeres jóvenes y vivas. También aprovechó para rehabilitar a su familia cercana, sobre todo a sus hermanas, con quien por cierto, mantenía relaciones sexuales de forma habitual.

Pero retrocedamos en la vida de Cayo, ¿de dónde le viene el sobrenombre de Calígula? Recibió el apodo a los tres años, cuando estaba en los campamentos de Germania con su padre y su madre, Agripina, quien le cosió un pequeño uniforme adecuado a su tamaño. Era el niño favorito de las legiones, su particular diversión. Calígula significa 'pequeña sandalia', 'pequeña bota' o 'botita'; es un diminutivo simpático de caliga, que es el tipo de sandalias que calzaban los legionarios.

En septiembre del año 37, Calígula enfermó de forma misteriosa, desapareciendo de la vida pública. Ahí comenzó a convertirse en un lunático asesino que solo quería a su caballo y perdió todo respeto por el Senado, según el el relato del historiador Suetonio.

Exagerado su cruel carácter o no, una conspiración liderada por los prefectos del pretorio Casio Querea y Cornelio Sabino logró acabar el 24 de enero de 41 con la vida de Calígula mientras salía del teatro; luego los conspiradores asesinarían también a su esposa y a su hija.