La poeta estadounidense Louise Glück.

La poeta estadounidense Louise Glück.

Cultura Galardones literarios

La poeta americana Louise Glück gana el Premio Nobel de Literatura

Se trata de la mujer número 16 que se hace con el máximo galardón de las letras internacionales.

8 octubre, 2020 13:04

La poeta estadounidense Louise Glück ha sido galardonada con el Premio Nobel de Literatura por "su inconfundible voz poética que con austera belleza hace universal la existencia individual", según ha anunciado la Academia Sueca este jueves. Académica y profesora, la autora había sido reconocida con anterioridad con el Premio Pulitzer de poesía por su obra El iris salvaje.

El jurado del Nobel ha explicado que la voz de Glück es "sincera e intransigente" y que tiene "humor e ingenio mordaces", una poeta que "busca la universalidad". La academia ha resaltado tres características de las obras de la estadounidense: el tema de la vida familiar, una inteligencia austera pero también lúdica y un refinado sentido de la composición.

"Escribo para hablar a aquellos a quienes he escuchado": aquí una de las citas más célebres de esta autora tan polémica -que ha sido tantas veces tachada por los haters de "cursi"- y que resume bien el por qué de sus letras, el por qué de su vocación lírica. "A veces un hombre o una mujer imponen su desesperación / a otra persona, a eso lo llaman / alternativamente desnudar el corazón, o desnudar el alma./ (Lo que significa que para entonces adquirieron una)", escribe en uno de sus poemas de su libro más célebre.

Amor, vejez, muerte

Glück escribe sobre las flores y las pone a hablar entre ellas en un jardín para desmenuzar el mundo; habla sobre la vejez, sobre la reencarnación, sobre el cuerpo que falla y la mente que cada vez se expande más, sabia y poderosa. "Terrible sobrevivir, como conciencia, sepultada en tierra oscura". Habla sobre las deudas de por vida que se generan en el amor o en los espesos matrimonios. 

Entiende la poeta la vida a través de las cosas del mar y del campo -es bucólica-, la escruta a través de un mismo espino: "No necesito / seguirte adonde estás ahora, / hundido en la ponzoña de este campo, para / saber la causa de tu huida, de tu humana / pasión, de tu rabia: ¿por qué otra cosa / dejarías caer todo aquello / que has acumulado?", lanza. Dispara Glück, aunque después haga de su propia vida un misterio. 

Es una escritora distante que, a pesar de haber ganado los premios más prestigiosos de poesía de todos los circuitos, apenas habla en público. No deja grandes sentencias. Casi ni concede entrevistas, y, cuando lo hace, se muestra lejana. Se tapa. Se esconde. Lo que tiene que decir, ya lo ha dicho. Son muchos los que la odian -la odian porque la envidian-, y quizá la Nobel ha procurado, en esta vida larga y prolífica, no exponerse más de la cuenta para no convertirse en un blanco fácil de los mediocres que la increpan.

Ella sabe que está hecha de otra pasta, de una pasta que también es dolorosa: que tiene el corazón helado, como cuenta en un poema, y que de nada le sirve la luz de fuera -la de los bosques, la del río-, porque está tiritando. Pero, aun así, saca un brío inesperado para recordar que su mundo no es el de las cosas que pueden medirse, no es el de los dogmas ni las sentencias: "Tú y aquellos que piensan / que viven por la verdad, y en consecuencia, / aman todo lo que es frío". Los números, los papeles, los datos de la ciencia. Todo lo que a nuestra poeta le es ajeno. 

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