Plátanos amarillos iStock
Plátanos amarillos durante más de 15 días: el sencillo truco para evitar que se pongan negros enseguida
Se trata de una sencilla técnica muy fácil de aplicar en casa que promete mantener los plátanos en perfectas condiciones durante más de dos semanas.
Más información: Ni cortarlos ni congelarlos: el sencillo truco para que los plátanos aguanten más tiempo amarillos y sin manchas
Los plátanos tienen un ritmo vital casi caprichoso: comienzan verdes, se vuelven apeteciblemente amarillos y, de un día para otro, adquieren manchas oscuras que anuncian el final de su esplendor.
Ese deterioro repentino ha impulsado a muchos consumidores a buscar métodos ingeniosos para prolongar su frescura. Entre los trucos que circulan en redes sociales, a estas alturas ya hemos visto de todo, pero uno de los últimos resulta ser especialmente llamativo.
Consiste en guardar los plátanos en frascos de vidrio cerrados, lejos de la luz y a una temperatura adecuada. A simple vista, podría parecer un capricho más de algún creador de contenido; pero, sin embargo, este método sí tiene algo de base científica.
La maduración del plátano es un proceso biológico regulado por el etileno, un compuesto gaseoso que acelera las reacciones enzimáticas responsables del ablandamiento del fruto, el cambio de color y el desarrollo del aroma característico a fruta pasada.
Si conseguimos evitar que se den las condiciones que favorecen la acción del etileno, es posible ralentizar la maduración sin recurrir a otros métodos.
El método paso a paso
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Según explica la tiktoker @amycrosslegacy, el método consiste en colocar los plátanos dentro de un frasco de vidrio con tapa ajustada, procurando que el recipiente se mantenga en un espacio oscuro y a una temperatura constante cercana a los 12 °C.
Estas condiciones resultan idóneas porque evitan la exposición al calor, que acelera la producción de etileno, y previenen el “daño por frío” que se produce por debajo de los 10 °C, cuando la cáscara se ennegrece y la pulpa pierde textura.
En términos biológicos, la técnica tiene sentido, al limitar la cantidad de aire y reducir las fluctuaciones térmicas, se ralentizan las reacciones metabólicas del fruto.
Sin embargo, hay matices que no deberíamos pasar por alto. Si el recipiente es completamente hermético, el etileno emitido por los propios plátanos puede acumularse en su interior y, pasado cierto tiempo, provocar el efecto contrario al que buscamos, es decir, podría acelerarse la maduración.
La eficacia del método, por tanto, dependerá de factores como la cantidad de fruta almacenada, el volumen del frasco y el estado de madurez inicial.
Efectivo, pero no infalible
La creadora de contenido afirma que este sistema mantiene los plátanos frescos hasta 16 días, pero no tendríamos que considerar esto una verdad absoluta, por lo que estos resultados no van a ser siempre replicables en todas las casas.
Cada variedad de plátano presenta tasas distintas de respiración y producción de etileno. Además, el nivel de humedad ambiental influye en la conservación; un exceso puede favorecer la aparición de moho, mientras que un ambiente demasiado seco reseca la piel.
Conviene insistir también en que ningún método doméstico detiene completamente la maduración, pues las enzimas responsables del ablandamiento de la pulpa siguen actuando, aunque a un ritmo menor.
El truco del frasco no es una solución mágica, sino un remedio razonable para ralentizar un proceso natural y permitir así alargar la vida útil de los plátanos, aunque solo sea por unos días.
Aprovechar los plátanos maduros
Más allá de trucos para alargar la vida de los plátanos, si hay un método que no falla nunca para evitar que se estropeen ese es comérselos.
Cuando los plátanos ya muestran ese tono oscuro que presagia su final cercano, no todo está perdido. En realidad, es el momento perfecto para aprovechar su dulzor natural y su textura cremosa en la cocina.
La maduración del plátano concentra los azúcares simples y suaviza la pulpa, lo que los convierte en un ingrediente ideal para elaborar recetas de repostería sencillas y sostenibles.
Los plátanos maduros son una base excelente para preparar bizcochos, tortitas o magdalenas, ya que su dulzor permite reducir el uso de azúcar añadido. También pueden transformarse en un pan de plátano, un clásico bizcocho de aprovechamiento que solo necesita harina, huevo y la fruta.
En repostería, el poder aglutinante del plátano incluso permite sustituir parcialmente la mantequilla o el aceite, haciendo las preparaciones más ligeras.
Quienes prefieran opciones saladas pueden emplearlos para dar el toque dulce a currys, salsas o guisos tropicales, donde el contraste entre dulce y picante potencia el sabor de los ingredientes principales.
Otra opción, si lo de consumirlos en ese momento es inviable, consiste en congelarlos en rodajas y utilizarlos más tarde en batidos, helados o cremas frías.
Si se trituran con una batidora potente o con un robot, adquieren una textura muy similar a la de un helado tradicional, pero sin necesidad de azúcar ni lácteos. Por ejemplo, con un poco de cacao puro en polvo y mantequilla de frutos secos, el resultado es un postre nutritivo y delicioso.