El uso de pantallas en la infancia se ha relacionado con déficits en las habilidades de lectura.

El uso de pantallas en la infancia se ha relacionado con déficits en las habilidades de lectura.

Salud

Usar pantallas de los 9 a los 12 años duplica los niños con mala comprensión lectora: tendrán más riesgo para su salud mental

Un estudio español ha seguido a 900 alumnos de 21 centros a lo largo de tres cursos académicos y ha comprobado cómo, a medida que usaban más pantallas, su rendimiento bajaba.

Más información: España, Francia e Italia, en el podio del rechazo a las pantallas en el aula: "Es una medida necesaria pero no suficiente"

Publicada

Las claves

Un estudio con 900 alumnos de Valencia muestra que el uso de pantallas entre los 9 y 12 años duplica los casos de mala comprensión lectora.

El porcentaje de niños con dificultades serias de lectura pasó del 8,5% en 4º de primaria al 17,6% en 6º, coincidiendo con más acceso a dispositivos digitales.

La lectura en formato papel se asocia a mejor comprensión y motivación, mientras que la lectura digital y el uso de redes sociales se vinculan a menores habilidades lectoras.

El menor nivel de comprensión lectora puede afectar el desarrollo educativo, la salud mental y física, y aumentar la vulnerabilidad social en el futuro.

Un proyecto que ha seguido a unos 900 alumnos en 21 centros de la provincia de Valencia a lo largo de tres años certifica cómo las pantallas impactan en la comprensión lectora de los estudiantes.

El porcentaje de aquellos con problemas para entender un texto acorde a su edad se duplicó entre 4º de primaria (con 9 o 10 años) y 6º de primaria (con 12).

Lo hizo al tiempo que penetraban los dispositivos digitales en su vida. En esos tres años críticos se redujo el número de alumnos que leían en papel y aumentó el de aquellos que utilizaban dispositivos digitales para su ocio.

La mayoría de trabajos suele hacer una correlación, comparando alumnos de uno y otro año, lo cual genera ciertos problemas: en este tipo de estudios, la causalidad siempre está bajo sospecha ya que hay muchas variables que no se pueden controlar.

En cambio, el equipo liderado por Ladislao Salmerón, catedrático del departamento de Psicología evolutiva y de la Educación de la Universidad de Valencia, ha optado por hacer un seguimiento a lo largo del tiempo y ver cómo la llegada de los dispositivos digitales impacta en los alumnos.

"Es una época crítica", explica a EL ESPAÑOL. "A partir de 4º de primaria, el énfasis pasa de aprender a leer a leer para aprender".

Se trata del periodo en el que se empieza a exigir a los niños y niñas autonomía en la lectura, "se pasa de un libro con muchas imágenes y algo de texto a formatos más largos, que te van capacitando y abriendo nuevas puertas e intereses".

Al mismo tiempo, es el momento en que los alumnos suelen recibir su primer móvil, "hay un incremento de la disponibilidad de dispositivos digitales y eso se nota mucho entre 4º y 5º".

El hacer un seguimiento a los mismos alumnos —"de todo tipo de centros, de los excelentes a los más necesitados"— durante este tramo vital en su educación les ha permitido observar dichos cambios en directo y "acercarte un poco más a la causalidad".

Salmerón y su grupo de Estructura de Recerca Interdisciplinar de Lectura (ERI-Lectura) evaluaron la comprensión lectora de los 900 alumnos a lo largo de tres años usando pruebas estándar.

Los estudiantes recibían distintos tipos de texto, de narrativos a expositivos o poéticos, y se les hacía varias preguntas para evaluar su capacidad para explicar ideas, relacionarlas entre sí y evaluar la información recibida.

Al mismo tiempo, medían sus hábitos lectores, tanto para el ocio como para la escuela, y el formato utilizado.

Los resultados muestran cómo en 4º de primaria, el 80% de los alumnos presenta las competencias lectoras esperables para su curso académico, mientras que en 6º solo la mitad las tiene.

El porcentaje de estudiantes con dificultades serias de lectura pasaba del 8,5% en el cuarto curso al 17,6% en el sexto.

En paralelo, se producía un deterioro de la motivación lectora: en 6º, solo le gusta leer a uno de cada tres alumnos.

Además, disminuye el porcentaje de niños que lee a diario en papel (del 16,4% al 11,9%) y aquellos que no leen en este formato pasan del 40% al 60%. Los que leen a diario en formato digital pasan del 23% al 32%.

El trabajo hace hincapié en que altos niveles de lectura en formato impreso por ocio se relacionan con altos niveles de comprensión y motivación lectora, mientras que altos niveles en lectura digital (igualmente, por ocio) se asocian a bajos niveles de comprensión lectora.

Lidia Altamura, investigadora postdoctoral en el departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación en la Universidad de Valencia y primera autora del estudio, explica el porqué de esta relación.

"Los libros de ficción son los que predicen una mejor comprensión lectora, permiten mejorar vocabulario, conocimiento y habilidad para desarrollar ideas distantes".

En cambio, los hábitos lectores relacionados con las pantallas tienen que ver más con las redes sociales, "donde no hay una sintaxis que se asemeje a la de estructuras académicas, no apoya el desarrollo de habilidades complejas".

La investigadora señala que el acceso a dispositivos digitales a medida que el alumno crece hace que "la motivación lectora disminuya porque se introducen actividades que llaman más su atención, como los shorts de YouTube o TikTok".

Mala salud física y mental

Esto tiene sus consecuencias. Una menor comprensión lectora impacta en el desarrollo educativo del alumno, que tiene consecuencias en la vida adulta.

Entre ellas, una pérdida de oportunidades laborales y una mayor vulnerabilidad social, así como en la salud física y mental.

En los últimos años han ido apareciendo informes y posicionamientos de profesionales de la educación y de la salud infantil que, aun sin querer demonizar las pantallas, sí advierten de sus riesgos en el desarrollo de los futuros adultos.

Por ejemplo, la Sociedad Canadiense de Pediatría advertía, en 2019, sus riesgos no solo para el aprendizaje sino también para la salud física y mental, y la vida social.

El uso temprano de dispositivos digitales se ha asociado a alteraciones en el sueño, mayor riesgo de obesidad y de problemas cardiovasculares (por una mala alimentación y una vida más sedentaria), entre otros.

También impacta en la capacidad de socialización, la autonomía y, consecuentemente, en la autoestima de los alumnos.

Hay estudios que vinculan las pantallas y redes sociales a edades cada vez más tempranas con el desarrollo de mayores trastornos de depresión y ansiedad, así como autolesiones e ideación suicida.

Con todo, la gran mayoría de estos estudios son observacionales y se basan en correlaciones, con lo que es difícil establecer la causalidad, por lo que también son objeto de críticas por parte de algunos especialistas.

Hace un año, un grupo de expertos reunidos por el Ministerio de Juventud e Infancia realizó un extenso informe sobre el desarrollo de un entorno digital seguro en los niños y adolescentes españoles.

Presentaron 107 medidas, entre ellas, no permitir el uso de dispositivos tecnológicos privados (smartphones, tablets, etc.) en las escuelas, salvo por razones excepcionales debidamente justificadas.

¿Qué se puede hacer desde el entorno educativo? Altamura advierte que intentar fomentar la pasión por la lectura "sin tener en cuenta el nivel de comprensión para disfrutar de los libros va a ser percibido como agresivo por el alumno".

Para ella, es importante la motivación y el trabajo de las habilidades lectoras de los estudiantes, "con actividades en las que puedan elegir los libros a leer, que haya debates en clase... Algo que les atraiga".

Ladislao Salmerón recuerda que, "si te gusta el alpinismo pero no estás preparado, si te ponen una montaña de 5.000 metros vas a abandonar a la media hora. Está muy bien decir 'toma, el Quijote', pero hay que enseñarle a confrontar un texto".

Sostiene que "no se trata de eliminar las pantallas del todo, tenemos que enseñar a los estudiantes a utilizarlas de manera efectiva".

Pero, en primaria, es crucial "consolidar una serie de habilidades que las pantallas, a día de hoy, no están fomentando: centrarse por un tiempo prolongado, recibir estímulos de calidad, como lo que era internet hace 20 años y no ahora".

Para los padres también hay deberes. "La disponibilidad de libros en las casas predice el nivel de comprensión y motivación lectura", apunta Lidia Altamura.

"Tienen que tener variedad para elegir: si el niño abre un libro y no le gusta, que pueda escoger otro. No es obligarlos a leer sino facilitarles que puedan elegir y disfrutar de la lectura. Y que vean a los padres como un modelo de relación positiva con ella".

Dicho de otro modo: si quiere que sus hijos lean libros, léalos usted también.