Imagen de archivo de dos médicos.

Imagen de archivo de dos médicos. Europa Press

Salud

Aurora, médica de Familia española en Francia, estalla: "Aquí gano tres veces más y los pacientes te tratan con respeto"

En los últimos años, la fuga de profesionales del sector sanitario se ha convertido en una dinámica que afecta negativamente a nuestro sistema de salud.

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El sistema sanitario español es uno de los pilares del Estado del Bienestar. Sin embargo, atraviesa una crisis que se agrava con el paso del tiempo: la marcha de sus profesionales más jóvenes y cualificados. La falta de medios, el colapso de las urgencias y la precariedad laboral empujan a muchos médicos a buscar estabilidad y reconocimiento.

Esta realidad tiene rostro y nombre. El de la doctora Aurora Santamaría Godoy, médica de familia y socia de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG). Su decisión de dejar la sanidad pública española para trabajar en Francia resume, con crudeza, los males que arrastran los centros de atención primaria desde hace años.

No fue un impulso lo que hizo que la doctora Santamaría se marchara, sino el resultado de un largo proceso de agotamiento. En una entrevista concedida a la SEMG a comienzos de 2019, recordó el punto de inflexión: “agotada tras cubrir festivos, estar menos de la mitad de la plantilla en el centro de salud sin sustituciones, jornadas interminables durante los festivos especiales”.

Su testimonio revela un problema estructural: el escaso tiempo que puede dedicar a cada paciente y la pérdida del respeto profesional. “Los miserables 13 euros la hora que te quedan de las guardias no compensan ni por asomo el sufrimiento requerido”, confiesa. A eso se suma un diagnóstico claro: “los escasos 5 minutos por paciente no dejan ejercer una medicina de calidad”.

A la falta de tiempo se une la precariedad salarial. Mientras el sueldo medio de un médico en España ronda los 54.200 euros brutos al año, los interinos o sustitutos apenas alcanzan los 35.300. Las cifras europeas dibujan otro panorama: 180.000 euros anuales en Francia, 214.537 en Reino Unido y 170.000 en Irlanda, según algunos datos comparativos.

Santamaría comprobó esa diferencia al recibir su oferta de trabajo en Francia. En ella figuraba un “salario más de tres veces superior al mío” y unas condiciones laborales difíciles de creer. “Pensé que era una mentira o algún tipo de broma de mal gusto”, admite. Su sorpresa reflejaba, en realidad, el contraste entre dos formas de entender la profesión.

El caso de Santamaría no es una excepción. La Organización Médica Colegial (OMC) lleva años alertando de la fuga de talento. En 2023, tramitó 5.514 acreditaciones de idoneidad para ejercer en el extranjero, la cifra más alta desde que existen registros. Detrás de ese número hay un goteo constante de médicos jóvenes que hacen las maletas.

El dato más preocupante es que 500 facultativos solicitaron la baja colegial ese mismo año para marcharse fuera, un 40% más que en 2022. La especialidad más afectada fue Medicina de Familia, con 325 solicitudes. Además, casi la mitad de quienes se van, el 44%, tiene menos de 36 años y una carrera aún por consolidar.

Francia lidera la lista de destinos con 757 certificados, seguida de Reino Unido e Irlanda. Emiratos Árabes Unidos destaca como opción no europea. En todos los casos, los médicos españoles emigran con una sensación compartida: han sido formados con fondos públicos, pero el sistema que los formó ya no puede ofrecerles condiciones comparables a las de sus vecinos.

Un panorama diferente en plena campiña francesa

La doctora Santamaría comenzó a ejercer en una pequeña localidad de Normandía. Lo que en España parecía un ideal inalcanzable, allí es rutina. “La media de tiempo por paciente son 15-20 minutos, puedes pedir todas las pruebas que necesites, la gente te trata con mucha educación y te valoran mucho”, relata con serenidad desde su nuevo entorno profesional.

“En Francia eres un autónomo que trabaja para la seguridad social (un poco raro, lo sé)", explica. Esto significa que organiza su agenda, elige si hace guardias —voluntarias— y disfruta de una media de dos meses de vacaciones anuales. Cuando le preguntan si contempla volver, es tajante: “ni a corto ni medio plazo. Mucho tendrían que cambiar las condiciones de trabajo para animarme a hacerlo”.

Para frenar esta fuga que cuesta al país millones en formación, Santamaría propone un cambio inmediato. El primer paso, asegura, pasa por mejorar las condiciones laborales: garantizar un mínimo de diez minutos por paciente, eliminar las guardias obligatorias y recuperar el poder adquisitivo que los médicos han ido perdiendo durante la última década.

El segundo eje, añade, es cultural. “Yo empezaría con educación de la población para el correcto uso de los servicios sanitarios y penalizar el uso inadecuado de los mismos”. A su juicio, el sistema no solo necesita recursos, sino también una ciudadanía consciente del valor del tiempo médico y de la responsabilidad compartida en su uso.

Sus palabras coinciden con el diagnóstico del Informe de necesidad de médicos especialistas en España 2023-2035. El documento reconoce que, aunque España sigue siendo un país receptor neto de médicos, la Medicina Familiar y Comunitaria está siendo relegada. Muchos profesionales “evitan integrarse en centros de salud” ante la sobrecarga y la falta de incentivos reales.

El informe reclama un “plan de incentivos específico dirigido a la MFyC” para que el Sistema Nacional de Salud pueda competir con la oferta privada y extranjera. La solución, concluye, pasa por devolver la dignidad, el tiempo y la estabilidad a la Atención Primaria. Sin ello, probablemente, la sanidad española seguirá perdiendo a quienes más necesita para sostenerla.