Laboratorio sanitario. Imagen de archivo

Laboratorio sanitario. Imagen de archivo E.P

Ciencia

Un virólogo, sobre la realidad de los sueldos en España: "Cobro 55.000 euros al año, pero está muy mal pagado"

España se encuentra en los últimos puestos en cuanto a los salarios que perciben los científicos, lo que promueve la fuga de cerebros a otros países con mejores condiciones.

Más información: Rodero (49 años), farmacéutica, sobre el 50-70% de tratamientos "innecesarios" con omeprazol: "De protector no tiene nada"

Publicada

Un virólogo español con más de tres décadas de experiencia ha denunciado la precariedad estructural de la ciencia en España, donde asegura que “las autoridades creen que la investigación es un gasto y no una inversión”. Con un salario de 55.000 euros anuales, se considera “bien pagado”, su testimonio expone un problema crónico de infravaloración profesional.

Durante los últimos años, España ha mantenido una de las posiciones más bajas en los rankings europeos de retribución científica y médica. Según informes de organismos como Medscape, la brecha con los países del entorno continúa ampliándose. Tal como ha documentado El Español en otras ocasiones, esta situación ha impulsado una “fuga de talento” sanitario y científico hacia el extranjero.

El virólogo, con 35 años de carrera investigando “virus animales que muchas veces se transmiten y pasan a las personas”, ofrece una visión interna de las dificultades cotidianas del sistema. “La investigación en España está muy mal pagada”, explica. A su juicio, el problema es estructural: “Las autoridades creen que la investigación es un gasto y que no es una inversión”.

Esa mentalidad, advierte, condena a la ciencia a ser “el primer sector en sufrir recortes cuando existen problemas de presupuesto”. Según su experiencia, los investigadores trabajan “siempre en condiciones muy precarias”, encadenando contratos inestables o con limitadas posibilidades de promoción. Una dinámica que, en sus palabras, “hace la investigación siempre complicada”.

A pesar de su larga trayectoria, el científico confiesa que jamás ha negociado su salario. “Realmente en este campo no es lo habitual”, admite. En un entorno laboral tan rígido, las condiciones económicas quedan fijadas de antemano por la administración pública. “No puedes negociar porque ya está ahí, es como algo fijo”, resume sobre la falta de autonomía para mejorar su situación.

El virólogo percibe “entre 45.000 y 55.000 euros brutos” al año, una cifra que él mismo califica de “bien pagado”. “Sí, porque no es lo habitual”, afirma, evidenciando que su posición es una excepción dentro del sector. La mayoría de sus compañeros, especialmente los jóvenes investigadores, apenas alcanza sueldos que cubren los mínimos del convenio.

En la parte baja de la tabla internacional

De acuerdo con diferentes informes, los médicos españoles perciben una media anual de 51.000 euros, una cantidad similar a la de este investigador veterano. Sin embargo, la comparación internacional muestra un panorama desigual. En Italia, el salario medio de los médicos alcanza los 70.000 dólares; en Francia, 98.000; y en Reino Unido, 138.000.

La brecha se amplía si se compara con Estados Unidos, donde el sueldo medio de un médico supera los 316.000 dólares. Según el portal Paylab, el 80 % de los investigadores biomédicos estadounidenses cobra entre 49.000 y 119.000 dólares al año, un rango que deja al virólogo español en el nivel más bajo del espectro global.

Esa desproporción ha llevado a centenares de científicos jóvenes a buscar oportunidades fuera del país. Muchos relatan la sensación de que “la labor que por vocación parece que tiene que hacerse gratis” no encuentra reconocimiento. La consecuencia directa, según coinciden los expertos, es la pérdida de capital humano y de competitividad científica para España.

El testimonio del virólogo resume la paradoja de una carrera dedicada al conocimiento y a la salud pública, pero carente de respaldo estructural. Su denuncia no se centra solo en el sueldo, también se dirige al enfoque político y social que relega la ciencia a un segundo plano. “La investigación es un gasto”, repiten los presupuestos, mientras el talento se marcha.