Un grupo de octogenarios españoles.

Un grupo de octogenarios españoles. EFE

Salud

En España ya hay tres millones de octogenarios, diez veces más que cuando murió Franco: riesgo de colapso sanitario

El número de personas de más de 80 ha pasado de suponer el 0,86% de la población en 1975, con 304.000 individuos, a superar el 6% en 2024.

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Felipe González, José Sacristán, Raphael, Manuel Carmena, Julio Iglesias... ¿Qué tienen todos en común? Suman más de 80 años. Son sólo las caras visibles y conocidas de un fenómeno que va mucho más allá. El aumento de la esperanza de vida en España ha convertido al país en uno de los más longevos del mundo. Esto ha traído aparejado el crecimiento de la población de octogenarios, un grupo que no ha dejado de aumentar de forma casi exponencial en las últimas décadas.

Según los datos del INE, las personas que superan los 80 casi se han multiplicado por diez en los últimos 50 años. En números absolutos, han pasado de 304.999 a 2.996.594. Si en 1975 suponían tan solo el 0,86% de la población española, en 2024 ya superaban el 6%.

Ante estos datos, cabe preguntarse qué nos ha traído hasta aquí y qué ha propiciado este enorme aumento, cuáles son los principales retos para la salud de los octogenarios y si el sistema sanitario está preparado para abordar esta situación.

El mayor reto a abordar desde la sanidad con personas octogenarias es que, normalmente, padecen varias enfermedades a la vez y corren el riesgo de perder su autonomía, sostiene Consuelo Barrós, catedrática de fisiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valencia.

El protagonista es el síndrome de fragilidad, que aparece asociado a la edad en las personas mayores y altera la autonomía, explica la experta. Esto lo convierte en uno de los elementos de estudio más importantes de la geriatría.

"En el riesgo de mortalidad, es más importante la fragilidad que las enfermedades que tenga". La catedrática explica que las patologías pueden tratarse sin restar mucha calidad de vida, pero una persona frágil "puede volverse dependiente con cosas pequeñas como una caída o una infección".

Una larga lista de comorbilidades

Barrós, que también es miembro de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), señala que el envejecimiento es el principal factor de riesgo "para cualquier enfermedad".

Esto abarca desde las dolencias cardiovasculares hasta el cáncer, pasando por la sarcopenia (la pérdida progresiva de masa, fuerza y función muscular, asociada al envejecimiento) o los problemas respiratorios, entre otros.

José Sáez, responsable del Grupo de Trabajo de Cronicidad de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), completa la lista con otros elementos como el alzheimer, la depresión, la enfermedad cerebrovascular (ictus), la artrosis y la artritis, el párkinson, las cataratas y la osteoporosis.

No podemos olvidar que muchas de estas patologías relacionadas con el envejecimiento van en aumento. Un estudio publicado este año estimó que en 2030 España sería el octavo país del mundo con más pacientes con párkinson. Se espera que se alcancen los 230.000.

En el caso del alzheimer pasa algo parecido; en 2024 el país tiene unas 850.000 personas afectadas por la enfermedad, pero se espera que en 2050 sean casi dos millones. Esto supondría un aumento del 135%.

Asimismo, la fisióloga de la SEGG recuerda que otra de las cuestiones clave es la soledad no deseada. Este problema se asocia con una mortalidad prematura, la hiperfrecuentación de los servicios sanitarios y el incremento del consumo de psicofármacos, como contó EL ESPAÑOL en un artículo en 2024.

El gasto sanitario

Las enfermedades mencionadas y otras complicaciones de la salud implican un mayor uso de los servicios sanitarios. El médico de familia explica que son los profesionales de su especialidad los que más atienden a las personas mayores.

Según datos del Ministerio de Sanidad, los octogenarios hacen casi diez visitas anuales a la consulta de Atención Primaria. "Acuden de forma continua y especialmente frecuente a su médico de familia". Tras ellos, los otros especialistas más frecuentes son los geriatras, explica Sáez.

El aumento de personas mayores en el país también va de la mano de un mayor gasto sanitario. Aquí, la cuestión principal es lo dependiente o independiente que sea cada persona, señala Barrós, de la SEGG.

Una persona mayor no dependiente, que se somete a exámenes de salud general, visitas médicas puntuales, toma algún medicamento y no necesita ningún cuidador, el gasto puede ser de entre 2.000 y 4.000 euros al año.

Con un grado de dependencia moderado, que necesite ayuda para algunas tareas básicas, quizá atención domiciliaria o los cuidados de algún familiar, la cifra se triplica y está entre 6.000 y 9.000 euros.

Finalmente, para alguien mayor con dependencia grave, a quien se le preste atención casi constante y que requiera muchos servicios y medicamentos y sufra hospitalizaciones frecuentes, el coste para el sistema sanitario puede incluso alcanzar los 25.000 euros.

Un sistema que no está preparado

Javier Yaguas, director científico del programa de Personas Mayores de la Fundación "la Caixa", lo tiene claro: el sistema sanitario español no está preparado para una población con un número creciente de octogenarios.

"El sistema sanitario todavía no está bien enfocado a esta vejez [cada vez más larga], a lo crónico, al seguimiento. Hay que hacer más énfasis en esto", subraya.

Desde el punto de vista médico, denuncia Barrós, "faltan muchísimos geriatras". La miembro de la SEGG lamenta que no se le da el suficiente peso a esta figura. Por ejemplo, en la Comunidad Valenciana no hay servicios de geriatría formalmente en los hospitales, informa.

Este aspecto depende del territorio, cuenta la fisióloga, y otras comunidades autónomas sí que tienen la geriatría muy presente, como el País Vasco, añade.

Además de geriatras, Barrós considera que también faltan otros profesionales especializados en personas mayores. Desde expertos en actividad física, hasta terapeutas, pasando por trabajadores sociales. "Al final, [los octogenarios] son quienes más utilizan los recursos".

Donde tampoco está preparado el sistema es en los cuidados, manifiesta Yaguas. Para el directivo de Fundación "la Caixa" este imparable aumento de los octogenarios debería empujarnos a replantear esta cuestión.

"No queremos mirar lo que viene. Es como si nos asustáramos, como si no hablando de ello, no planificándolo, no vaya a llegar", lamenta. Sin embargo, la cuestión ha llegado para quedarse y debe convertirse en "prioridad nacional", asevera.

Los dos pilares fundamentales

Hay dos patas fundamentales en la estrategia para un envejecimiento de calidad: la alimentación y la actividad física, indica Sáez, de la SEMG.

La cuestión nutricional es clave porque las personas mayores pueden disminuir su ingesta alimentaria por problemas como la reducción del apetito y las alteraciones que sufren en la dentadura, destaca Barrós.

Uno de los principales cambios de los últimos años ha sido la llegada de importantes orientaciones en los alimentos, con variedad que incluye sobre todo verduras y frutas de colores diferentes o cereales integrales.

Por otro lado, se recomienda limitar la ingesta de grasas saturadas y consumir pescados y mariscos varias veces por semana en la dieta diaria, asegurando que la nutrición sea equilibrada y se prevengan deficiencias comunes, expresa Sáez.

Asimismo, también se ha hecho hincapié en la importancia del aumento de la ingesta proteica, agrega Barrós.

Otro de los avances más importantes en los últimos años ha sido poner el foco en la importancia del ejercicio físico. Se trabaja en la actividad física regular para ayudar a reducir el riesgo de enfermedades crónicas, el mantenimiento de la alimentación saludable y la masa muscular, dice el médico de familia.

Siempre se había trabajado la resistencia, pero los expertos han visto en los últimos años que también son fundamentales la coordinación, el equilibrio, la flexibilidad y la fuerza, añade la miembro de la SEGG.

"[La actividad física] es una de las mejores estrategias para mejorar la salud de las personas mayores", asegura la fisióloga. Eso sí, siempre debe hacerse de forma controlada y, si se puede personalizar, mejor.

La realización de ejercicio físico actúa sobre muchos sistemas del organismo a la vez. El envejecimiento es algo muy complejo, como describe la experta, y cuantas más partes del cuerpo se impliquen, mejores serán los resultados