El cardiólogo Aurelio Rojas.

El cardiólogo Aurelio Rojas.

Salud

Aurelio Rojas, cardiólogo: "Hay dos alimentos en España que te están matando. Y no es una exageración"

"Aunque yo sea cardiólogo, esto me preocupa tanto que tengo que decírtelo", advierte el especialista, popular en redes sociales.

Más información: Cáncer: éste es el peligro que se relaciona con una dieta rica en grasas

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En España, las cifras de cáncer precoz y enfermedades metabólicas en personas menores de 50 años empiezan a reflejar una tendencia que preocupa a los especialistas.

Informes recientes de la Asociación Española Contra el Cáncer muestran que el cáncer colorrectal ha escalado posiciones como uno de los más diagnosticados entre jóvenes adultos, mientras que los casos de diabetes tipo 2 y obesidad —antes poco comunes en estas franjas de edad— han aumentado en paralelo.

El 25% de la población adulta española presenta ya algún grado de resistencia a la insulina, y más del 35% tiene sobrepeso, según datos del Ministerio de Sanidad.

Este escenario epidemiológico ha llevado a voces como la del cardiólogo Aurelio Rojas a lanzar mensajes tan urgentes como contundentes: "Hay dos alimentos que te están matando, y literalmente esto no es una exageración".

Con esta frase inicial, Rojas no solo busca captar la atención, sino subrayar una realidad médica que considera alarmante y sistemáticamente subestimada. "Aunque yo sea cardiólogo, esto me preocupa tanto que tengo que decírtelo", insiste, apelando a la conciencia colectiva más allá de su especialidad.

La razón de esta preocupación no es menor: el consumo habitual de azúcar y harinas refinadas, pilares fundamentales de la dieta occidental industrializada, se ha correlacionado en múltiples estudios con un incremento en la incidencia de cánceres de aparición temprana.

También lo ha hecho con una aceleración de procesos inflamatorios y metabólicos que desembocan en enfermedades cardiovasculares, que siguen siendo la principal causa de muerte en el país. Para Rojas, la conexión entre dieta, insulina y patología crónica no es solo evidente, sino crítica.

El vínculo entre alimentación e hiperinsulinemia se convierte, en este contexto, en una cuestión de salud pública.

"La insulina es una hormona necesaria, sí, pero cuando se mantiene elevada de forma crónica actúa como un fertilizante para las células tumorales, estimulando su crecimiento y proliferación y bloqueando su destrucción", explica.

En términos fisiológicos, esta afirmación se traduce en que una dieta capaz de sostener altos niveles de insulina puede favorecer un entorno celular propicio para la aparición y expansión de procesos malignos.

Lejos de ser una conjetura aislada, este mecanismo ha sido descrito y confirmado en publicaciones de alto impacto como Nature Reviews Cancer, donde se detalla cómo la hiperinsulinemia promueve vías como PI3K/Akt/mTOR, responsables del crecimiento celular descontrolado y de la resistencia a la apoptosis.

Las cifras globales dan contexto a esta advertencia. Un metaanálisis publicado en BMJ Oncology en 2023, liderado por Huang y colaboradores, analizó 29 tipos de cáncer en menores de 50 años entre 1990 y 2019 y encontró un aumento del 79,1% en su incidencia.

Tumores como el de mama, colon, estómago, endometrio y páncreas fueron los que más crecieron, y todos ellos comparten una característica común: están relacionados con niveles elevados de insulina en sangre.

Esta evidencia epidemiológica refuerza el mensaje que Rojas traslada a sus pacientes y al público general: "Si de verdad quieres proteger tu salud, empieza por eliminar lo que te enferma".

Dos sustancias omnipresentes

El cardiólogo no duda en señalar los culpables directos de este desajuste hormonal: "¿Y sabes qué alimentos disparan la insulina desproporcionadamente? El azúcar y la harina de trigo refinada".

Estas dos sustancias, omnipresentes en productos procesados y ultraprocesados, provocan picos glucémicos abruptos que requieren una respuesta inmediata del páncreas en forma de liberación masiva de insulina.

Si esta dinámica se repite día tras día, el sistema metabólico se desgasta, se vuelve resistente y se cronifica, abriendo la puerta no solo a la obesidad y la diabetes, sino también —como se ha demostrado— a distintos tipos de cáncer.

Un metaanálisis publicado en British Journal of Cancer, que abarcó 39 estudios de caso-control y cohortes, halló asociaciones significativas entre dietas de alto índice y carga glucémica y el riesgo de padecer cáncer colorrectal y endometrial.

En los casos de cáncer de mama y páncreas, la evidencia era menos sólida, pero sugerente. Esta investigación, aunque publicada en 2008, sigue siendo una de las más citadas en la literatura científica sobre el papel de la alimentación glucémica en la carcinogénesis, y refuerza el argumento de que la dieta occidental moderna es un terreno fértil para la enfermedad cuando se basa en harinas refinadas, azúcares simples y picos continuos de insulina.

En el terreno cardiovascular, las advertencias no son menos graves. "Dos alimentos que probablemente no solo están detrás de muchos tipos de cáncer, sino también de la mayoría de enfermedades cardiovasculares que veo a diario en mi consulta", afirma Rojas.

Aquí la evidencia es igualmente consistente. El metaanálisis de Te Morenga y colaboradores, publicado en BMJ, relaciona de forma directa el consumo de azúcares añadidos con un mayor riesgo de obesidad, un factor bien establecido para enfermedad cardiovascular, diabetes tipo 2 y síndrome metabólico.

Si bien el estudio se centraba en el aumento de peso, su extrapolación a patologías secundarias ha sido confirmada por una amplia base científica posterior.

La particularidad del azúcar y la harina blanca no reside únicamente en su capacidad de generar energía rápida, sino en la velocidad con la que entran en el torrente sanguíneo y obligan al sistema endocrino a compensar.

Este proceso, cuando se mantiene en el tiempo, no solo deteriora el perfil glucémico, sino que además alimenta un círculo vicioso de hambre, fatiga, acumulación de grasa abdominal y resistencia a la insulina.

A largo plazo, este patrón es un terreno abonado para el síndrome metabólico, el infarto de miocardio, la esteatosis hepática no alcohólica y —como Rojas insiste— ciertos tipos de cáncer.

La gravedad del asunto radica, en parte, en su invisibilidad. La hiperinsulinemia, al igual que muchas condiciones metabólicas precoces, no suele dar síntomas evidentes hasta que la enfermedad está avanzada.

Esto hace que la mayoría de las personas continúen con sus hábitos alimentarios sin sospechar que están deteriorando su salud silenciosamente. Rojas lo resume de forma clara y sin ambages: "Esto sí que es medicina preventiva, es aprender a elegir mejor cada día".

La medicina preventiva, en este sentido, no debería limitarse a revisiones anuales ni a la toma puntual de fármacos. Debería comenzar —como sostiene el cardiólogo— en la cocina y el supermercado.

Elegir alimentos sin azúcares añadidos, sustituir harinas refinadas por versiones integrales, y priorizar frutas, verduras, proteínas limpias y grasas saludables es, para muchos expertos, la mejor intervención posible frente a la epidemia silenciosa de enfermedades crónicas no transmisibles que asola tanto a España como al resto del mundo industrializado.