Un señor se refresca bebiendo una botella de agua.

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Salud

Al menos 75 personas han muerto por calor en lo que va de junio, según el Carlos III: el tercero más mortal en 10 años

Otros sistemas para medir la mortalidad por altas temperaturas elevan las cifras hasta los 1.486 fallecidos.

Más información: Así mata el calor en España: mayores de 75 años, con patologías y sin aire acondicionado

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Junio de 2025 tiene todas las papeletas para ser el más caluroso en España desde que tenemos datos fiables, a pesar de no haber registrado –hasta el momento– ninguna ola de calor.

Pero el efecto de este en la salud ya se nota: el sistema de monitorización de mortalidad diaria (MoMo) ya calcula que se han producido 75 muertes atribuibles a un exceso de temperaturas.

Esta herramienta del Centro Nacional de Epidemiología (perteneciente al Instituto de Salud Carlos III) es clave a la hora de desarrollar el 'Plan Nacional de actuaciones preventivas de los efectos del exceso de temperatura sobre la salud', que elabora el Ministerio de Sanidad anualmente.

Los datos del MoMo llegan hasta el 19 de junio. En los diez años que lleva monitorizando el exceso de mortalidad diaria, solo dos superan a 2025 en número de muertes.

En 2017, una ola de calor arrasó España entre el 13 y el 21 de junio: hubo 30 provincias afectadas, con una anomalía media de 2,6 ⁰C y una temperatura máxima de 37,1 ⁰C. Del día 1 al 19 de ese mes, el MoMo estimó 360 muertes.

En su momento, junio de 2017 batió todos los registros de temperatura y fue considerado el más caluroso de la historia.

Pese a que junio de 2022 no superó esa marca, sí vivió otra ola de calor intensa, entre los días 12 y 18, con 39 provincias afectadas, una anomalía de 3,2 ⁰C y una temperatura máxima de 37,7 ⁰C.

Esta ola más temprana, de mayor extensión e intensidad, dejó como resultado, según el MoMo, 476 muertes en los primeros 19 días del mes.

Las 75 defunciones estimadas por la herramienta son muy superiores, no obstante, a las del resto de años contabilizados por el sistema, que echó a andar en 2015: entre las 13 de 2020 y 37 de 2023.

Para declarar una ola de calor, la Agencia Estatal de Meteorología establece que deben activarse avisos naranjas en al menos el 10% del territorio nacional durante un mínimo de tres días consecutivos.

El episodio de calor que vive la península esta semana –y que se prevé que continúe tal cual la próxima– no es tan generalizado pero ya ha dejado máximas históricas en municipios de Córdoba, Sevilla y Badajoz, donde se han superado ampliamente los 40 ⁰C.

La responsable es una dorsal de altas presiones sobre la península que seguirá hasta finales de mes. Los meteorólogos creen que mantendrá las temperaturas excepcionalmente altas, entre 5 y 10 ºC por encima de lo habitual, hasta final de mes.

Una dana en el Atlántico 'sujeta' esta dorsal por el oeste pero también permitirá cierto alivio de temperaturas con lluvias en algunos puntos del noroeste.

Sin embargo, el calor mantenido durante los próximos días en buena parte del país, especialmente en el sur y nordeste, es probable que eleve la cifra de fallecidos por las altas temperaturas.

"Las primeras olas de calor tienen mayores riesgos, lo que se explica por la falta de aclimatación, pero también por la vulnerabilidad de determinados grupos poblacionales (personas mayores)".

Así lo advierte Dominic Royé, investigador de la Misión Biolóxica de Galicia (MBC-CSIC) y experto en la relación entre clima y salud.

"Por el cambio climático, junio es cada vez másuna prolongación del verano central, lo que vemos en las temperaturas, que son más habituales de los siguientes meses".

Antes, apunta, junio "era un mes de transición: el calor comienza a imponerte, pero aún no alcanza la intensidad extrema de julio y agosto, y lo mismo se aplica a septiembre".

Pero parece que eso ya es cosa del pasado.

Más allá del golpe de calor

¿Qué entendemos por una muerte atribuible a las altas temperaturas? El calor no es un concepto que figure en los certificados de defunción, ni siquiera cuando se trata de un golpe de calor.

Este último ocurre cuando la temperatura corporal aumenta por encima de los 40 ºC, se manifiesta a través de síntomas como mareo, confusión, dolor de cabeza o la taquicardia y puede conducir a un fallo multiorgánico.

Con todo, el golpe de calor solo supone alrededor del 0,2% de todas las muertes atribuibles al calor. Este concepto se refiere sobre todo a condiciones crónicas que las altas temperaturas han exacerbado.

Son las respiratorias —como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica— o cardiovasculares las que componen el grueso de estas exacerbaciones, donde también tienen protagonismo las degenerativas.

Así, los sistemas de estimación de mortalidad por calor calculan estos fallecimientos por vía indirecta: observando el exceso de muertes respecto a lo observado en años anteriores y cruzándolo con los episodios de temperaturas por encima de un umbral.

Este umbral se sitúa, normalmente, en el 95% de las temperaturas más altas registradas en el lustro anterior.

Los datos se dividen por provincia (pues el calor no es el mismo en toda España) y edad, ya que la población más vulnerable al calor son los mayores de 75 años: en 2023, por ejemplo, concentraron el 90,5% de las muertes atribuibles al exceso de calor.

La cosa, con todo, no es tan sencilla. Ese año, el MoMo estimó 2.955 muertes atribuibles al exceso de temperatura a lo largo del verano. Un artículo publicado en Nature Medicine el año pasado elevó el cálculo a 8.532 muertes.

"Nosotros usamos la metodología más habitual en los estudios científicos", explicaba Marcos Quijal, investigador del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y uno de los autores del trabajo.

Se refiere a que los modelos más modernos "tienen en cuenta la dependencia no lineal entre temperatura y mortalidad y su efecto retardado".

Si pusiéramos en dos ejes la temperatura y las muertes por calor, el resultado no sería una recta diagonal sino más bien una línea que se va curvando hacia arriba.

Además, el efecto de las temperaturas no es inmediato. Puede pasar una semana desde el fin de la ola de calor y la defunción de una persona por la descompensación que le produjo.

Muchos investigadores creen, por eso, que las cifras del MoMo subestiman la realidad del calor en España y han propuesto modelos más ajustados.

De ahí surge, por ejemplo, el modelo MACE (Mortalidad Atribuible en verano por Calor en España), desarrollado por dos investigadores del CSIC, Aurelio Tobías y Dominic Royé, y junto a una científica de la Universidad de Valencia, Carmen Íñiguez.

Este sistema utiliza los datos del MoMo y la Agencia Española de Meteorología (Aemet), pero realiza su análisis "considerando los efectos retardados de hasta una semana para la temperatura".

Los resultados contrastan fuertemente con los del MoMo. Según el modelo MACE, el calor "moderado" habría impactado en la muerte de 1.486 hasta el 16 de junio, mientras que 4 personas habrían muerto a causa del "calor extremo".

"Se minusvalora el riesgo por altas temperaturas", explica a este periódico Royé que, además, ha elaborado diversas predicciones sobre el efecto del calentamiento global en la mortalidad.

"España es especialmente vulnerable al cambio climático debido a su situación geográfica, su envejecimiento y sus condiciones socioeconómicas", afirma.

Tradicionalmente, el frío mata más que el calor. No hace falta irse al peor de los escenarios descritos por Royé en su trabajo para comprobar de que no estamos lejos de que la situación se revierta.