El psiquiatra Enrique Rojas.

El psiquiatra Enrique Rojas. EFE.

Salud

Enrique Rojas, psiquiatra, revela su secreto: "Si tienes un proyecto de vida personal, estás en el mejor camino hacia la felicidad"

La dificultad para desarrollar una vida autónoma se ha convertido en una de las principales fuentes de infelicidad entre los jóvenes españoles.

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Si a cualquiera de nosotros nos preguntan qué es la felicidad, probablemente nos cueste dar una definición clara. Muchos responderíamos con ejemplos: estar con quien queremos, tener salud, lograr una meta, sentirnos tranquilos. Pero si vamos un poco más allá y tratamos de explicar qué es, en esencia, la felicidad, seguramente nos quedemos sin palabras. No es una emoción pasajera ni un estado permanente de euforia, sino algo más profundo y estable, vinculado al sentido que damos a nuestra vida.

Precisamente sobre esta idea reflexionaba recientemente el psiquiatra Enrique Rojas en una publicación en su cuenta de Instagram. En ella, afirmaba que "el proyecto de vida personal es el mejor camino para alcanzar la felicidad", y que es el empeño en sacarlo adelante lo que realmente nos llena. Desde su experiencia clínica y divulgativa, propone una visión de la felicidad como resultado de una vida con dirección, basada en metas coherentes y pilares vitales sólidos.

Rojas resume su propuesta en cuatro grandes ejes: amor, trabajo, cultura y amistad. Cada uno representa una dimensión clave de la experiencia humana. El amor entendido como vínculo afectivo profundo; el trabajo, como realización personal; la cultura, como alimento intelectual; y la amistad, como soporte emocional. Son elementos interrelacionados que nos anclan a una vida con sentido.

Tener un proyecto de vida no implica diseñar una utopía. Al contrario, Rojas insiste en la importancia de concretar objetivos, evitar la dispersión y reducir expectativas poco realistas. "Lo más conveniente es asegurar el proyecto, centrándolo y reduciéndolo", afirma. Esa capacidad de enfoque resulta fundamental, porque nuestras energías son limitadas, y solo lo que se concreta tiene posibilidades reales de materializarse.

Además, remarca que, lejos de lo que se suele pensar, no es el logro en sí lo que más felicidad genera, sino el camino recorrido con compromiso. "El empeño que ponemos en cumplirlo y en sacarlo adelante nos hace felices", escribe Rojas. Ese esfuerzo -si está bien orientado- produce una sensación de plenitud que va más allá del éxito puntual. Nos permite, en sus palabras, "tomarle el pulso a la felicidad".

Datos sobre felicidad en España

Más allá de las teorías y propuestas clínicas, ¿qué dicen los datos sobre cómo vivimos y entendemos la felicidad en España? Según la Encuesta sobre felicidad y valores sociales del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), un 80,4 % de los españoles se considera feliz, frente a un 11,4% que afirma que no lo es y un 7,7% que responde que “depende del momento”.

Entre quienes no se consideran plenamente felices (el 19,1% del total), las preocupaciones se centran en mejorar la salud (21,8%), la situación económica (21,4%) y las relaciones personales (16,6%). Incluso entre quienes sí se declaran felices, un 25,2% cree que mejorar su situación económica les haría aún más felices, y un 19,5% lo vincula a su situación laboral. Estas cifras reflejan cómo la percepción de bienestar se asienta sobre pilares concretos: salud, economía, vínculos sociales.

A estos datos se suma el informe global de IPSOS, que confirma esa tendencia y la matiza con una mirada socioeconómica. El impacto del nivel de ingresos es contundente: entre los hogares con rentas altas. Además, el informe de IPSOS identifica otros factores clave de infelicidad en la población española: la salud mental (33%), la salud física (25%) y la dificultad para acceder a una vivienda digna (23%) figuran entre las principales causas de infelicidad.

Este último punto es especialmente relevante para los jóvenes. La imposibilidad de emanciparse, consecuencia directa de la precariedad laboral y del encarecimiento de los alquileres, impide que muchos puedan iniciar una vida autónoma. Esa falta de independencia frustra su desarrollo personal, genera ansiedad y afecta directamente a su salud mental. Como advierten los especialistas, se rompe así el tránsito natural hacia la edad adulta y se posterga o se impide la realización de lo que tradicionalmente se ha considerado un proyecto de vida.