Pacientes esperan a ser atendidos a oscuras en un hospital este lunes.

Pacientes esperan a ser atendidos a oscuras en un hospital este lunes. Ep

Salud

Hojas de calco, gasóil y bombonas de oxígeno: así superaron el histórico apagón los médicos en los hospitales

Aunque los centros están preparados para situaciones de crisis, nunca antes se había vivido algo de una magnitud similar.

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El histórico apagón de este lunes ha sido la prueba de fuego de la sanidad española. Y ha sacado un sobresaliente. Aunque los hospitales cuentan con generadores en caso de caídas de la red eléctrica, nunca antes se había vivido algo de una magnitud similar, por lo que los centros entraban en un escenario inédito.

Que la prueba fuera superada no quiere decir que los médicos la pasaran sin dificultades. Los grandes hospitales contaban con más recursos para salir adelante. "Podríamos funcionar 48 horas con los generadores de reserva, no hubiera hecho falta ni apagar la luz de los pasillos", comenta una trabajadora de uno de los llamados hospitales de tercer nivel, los que atienden enfermedades complejas o de mayor gravedad.

Para los centros más pequeños, sin embargo, fue toda una aventura. "Empecé haciendo guardias en urgencias en 1996 y no he visto una cosa semejante", confiesa a EL ESPAÑOL el jefe del Servicio de Urgencias del Hospital Comarcal del Noroeste, en Caravaca de la Cruz (Murcia), Ernesto Pérez.

"Entré a las 9 de la mañana y salí a las 10 de la mañana de día siguiente. Sobre las 12 y media se fue la luz durante cinco segundos. Saltaron un par de alarmas y se volvió a conectar. Pensaba que eso sería todo, solo tomamos conciencia de lo que estaba pasando un par de horas más tarde".

El primer problema al que se tuvieron que enfrentar en las urgencias fue el oxígeno. "Tenemos muchos pacientes con oxígeno domiciliario, que consiste en un aparato que es como una estufa pequeñita que coge el aire de la habitación y lo concentra, pero se enchufa a la red eléctrica".

Al poco del apagón comenzaron a llegar pacientes y familiares que necesitaban oxígeno, por lo que "hicimos acopio de todos los balones y los dejamos en el hall del hospital para que se los llevara la gente. Fueron unos 40 balones".

El problema es que estos balones solo duran un par de horas, por lo que tuvieron que empezar a llevar los pacientes "a una habitación que usábamos para la observación de pacientes de Covid, donde había diez tomas dobles. Teníamos más salas preparadas por si seguían viniendo".

El siguiente desafío fue ver cómo los sistemas informáticos iban cayendo. El gestor que usan para pautar los tratamientos y otros programas informáticos están centralizados en Murcia, por lo que no era posible acceder a él.

"Tuvimos que acudir al papel de toda la vida. Una compañera de mi edad y yo explicamos a compañeros, a celadores, etc. cómo funcionaban las urgencias en el año 2000: asignábamos un número a cada médico, venía la gente, apuntabas sus datos a mano, hacías el triaje, imprimías su historial... Cogimos hojas autocopiables, de esas de calco, que teníamos guardadas por ahí y lo apuntamos todo a mano: como no había receta electrónica, escribíamos las cosas en cualquier parte".

Un 'apaño' para hacer funcionar los rayos

Las líneas telefónicas cayeron, los buscas dejaron de funcionar —"dejábamos recado en las secciones de enfermería de las plantas"— y tuvieron que hacer un 'apaño' para poner en marcha uno de los cuatro escáneres, llamando al radiólogo de guardia "para que viera las imágenes in situ", pues los ordenadores no funcionaban.

Los laboratorios de análisis de muestras también habían caído y el hospital "solo podía dar tratamientos sintomáticos y hacer radiografías, cosas básicas, como si fuera un centro de salud".

En cierto momento entró en las urgencias un caso de infarto, que necesitaba ser trasladado al Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca, en la capital murciana. "Una enfermera tenía un teléfono de alta gama, creo que usaba satélite, y pudimos hablar con el 112 para gestionar una UVI móvil. Si no, había un plan B: cruzar la calle hasta la base del 061. Siempre tenemos un plan A, un plan B y un plan C", resalta.

A partir de las once y media la luz comenzó a llegar a Caravaca y los pueblos cercanos, por lo que muchos pacientes con oxígeno comenzaron a regresar a sus casas. "A la 1, el laboratorio volvió a arrancar y, ya a las 7 de la mañana, todo funcionaba como si no hubiera pasado nada".

Las personas que se habían llevado las bombonas vinieron a devolverlas al día siguiente. Pérez recalca que "la gente fue muy responsable, vino lo justo, como tiene que ser".

Lo mismo destaca Alejandro Peñas, jefe de Enfermería de Urgencias del Hospital Vithas Sevilla, que suma la labor de todo el personal del centro. "Los de mantenimiento se quedaron toda la noche para que no faltara de nada, y ya habían pasado el día cargando el gasóil para los generadores. Los de limpieza fueron esenciales para mantenerlo todo a flote... Los trabajadores dieron la cara y se mantuvieron en sus puestos sin saber siquiera si sus familias estarían bien".

Peñas inició su jornada poco después de que cayera la red eléctrica. Vive a unos 20 kilómetros de su centro, entraba a las 13h y le tocó conducir sin semáforos, con peatones cruzándose y policía y ambulancias yendo de un lado para otro.

Al llegar al centro se incorporó al comité de crisis, resolvieron la atención no demorable del turno de mañana y desplegaron el plan de contingencia. Alguien llamó a la puerta: "la Guardia Civil se había personado en el hospital para preguntarnos qué necesitábamos. Les pedimos tener un acceso rápido a gasóil para los generadores porque no sabíamos cuánto tiempo iba a pasar hasta el restablecimiento de la red".

Llenos de combustible hasta el tope, los generadores podían hacer funcionar al hospital unas ocho horas, por lo que el ofrecimiento les vino que ni pintado. "Nos aseguraron que tenían un par de cisternas para nosotros. Más tarde llegaría la UME [Unidad Militar de Emergencias], que nos aseguró otro y así pudimos estar hasta la una y media de la mañana cuando ya volvió la luz".

Al igual que Pérez, destaca la necesidad de oxígeno para los pacientes domiciliarios, la priorización en el quirófano para varias urgencias no demorables y la concentración de las pruebas porque "TAC y resonancias no conviene que tengan cortes de luz, así que las limitamos".

Salvo cortes puntuales, en el Vithas Sevilla dispusieron de internet y líneas telefónicas —"tenemos algunas, sobre todo en urgencias, resistentes a este tipo de cortes"— y pasada la una de la madrugada la luz comenzó a volver y a estabilizarse la situación.

"La experiencia nos ha dicho que hay que tenerlo todo preparado para pasar de los digital a lo analógico", reconoce. "Lo tenemos muy trabajado, ya son varios momentos críticos los que la sanidad ha vivido en los últimos años, por lo que estamos preparados".