Un operario de laboratorio analiza una muestra.

Un operario de laboratorio analiza una muestra.

Salud

Del ébola al SARS: los cinco virus que escaparon de un laboratorio en el último siglo

Aunque los protocolos actuales de los laboratorios han aumentado su seguridad, a lo largo de la Historia se han escapado varios virus de ellos.

24 abril, 2023 02:17

Situar un peligroso virus bajo el microscopio es muy importante para conocer cómo actúa y, sobre todo, cómo vencerlo. Sin embargo, estudiar estos pequeños patógenos conlleva el riesgo de exponerse a ellos y, en las situaciones más extremas, que lleguen a escapar del laboratorio y causen estragos. Si se producen estos eventos, es debido a un accidente y los laboratorios toman todas las medidas posibles para evitarlos. Ahora bien, esto no significa que no se hayan producido algunas fugas en las últimas décadas.

En los últimos meses, los medios de comunicación recogieron una noticia procedente de Estados Unidos que generó cierto revuelo: el Departamento de Energía de Estados Unidos calificó de "muy probable" que el virus que causó la pandemia de la covid-19 escapara del laboratorio de virología de la ciudad china de Wuhan. De todas formas, esta teoría no está aceptada de manera amplia; lo más probable es que el coronavirus se adaptara a los humanos a través de una mutación en animales, es decir, una zoonosis.

Los saltos de virus de unas especies animales a otras, entre las que se incluye el ser humano, son la causa habitual por la que aparecen brotes de enfermedades e, incluso, pandemias. En todo caso, los virus alguna vez han conseguido burlar la seguridad de ciertos laboratorios del mundo introduciéndose en sus trabajadores o, incluso, en visitantes. Sin duda, el suceso más impactante que ocurrió en relación a este problema se produjo en la ciudad inglesa de Birmingham en el año 1978.

La tragedia de Birmingham

En el mes de septiembre de aquel año se produjo la última muerte hasta la fecha por el virus de la viruela en circunstancias dramáticas y, sobre todo, misteriosas. La víctima fue Janet Parker, una fotógrafa que trabajaba en la Universidad de Birmingham, que a finales del mes de agosto pasó de tener síntomas de un resfriado a observar dolores y erupciones en el cuerpo. Cuando fue al médico, le dijeron que debía ser una varicela, aunque la había pasado siendo una niña. Poco después darían con el diagnóstico real.

Parker tenía una variante de la viruela especialmente agresiva, pero no se sabía cómo la había podido contraer: este virus había sido erradicado el Reino Unido e, incluso, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo había dado por eliminado en 1975. Sin embargo, este virus no se encontraba tan lejos de ella como se pensaba. Justo encima del cuarto oscuro donde revelaba sus fotos en la universidad se encontraba el laboratorio de virología del investigador Henry Bedson.

[Qué deben hacer los gobiernos para evitar que la gripe aviar provoque una nueva pandemia letal]

El estado de salud de Janet Parker empeoró a gran velocidad, fue aislada para que no contagiara a nadie y su caso salió en todos los medios de comunicación. Tal fue la gravedad de la enfermedad de Parker y la presión de los medios, que Henry Bedson terminó suicidándose por el peso de la culpa cuando se hizo evidente que el virus había salido de su laboratorio. Un mes después de la muerte de Janet Parker, Birmingham volvió a declarar la ciudad libre de viruela, pero cómo escapó el virus no quedó del todo claro.

En 1980 un informe confirmó que Janet Parker se había contagiado en ese laboratorio y sugirió tres posibles maneras: que el virus se hubiera filtrado por la ventilación, por contacto con otra persona o por el uso de un aparato contaminado. Si bien al principio se decantaron por la primera situación —aunque no se sostenía—, parece ser que Janet subía al laboratorio confiando en que la vacuna de la viruela que le pusieron en 1966 la protegería. El motivo de sus visitas podría haber sido el hecho de que podía hacer un precio especial a sus compañeros en material de vídeo y en una de ellas debió introducirse el virus por la piel.

Virus a la fuga

Esta ha sido, sin duda, la ocasión en la que un accidente en un laboratorio deja las consecuencias más graves, pero otras veces un virus de laboratorio ha conseguido salir por la puerta. De hecho, en 1977 —un año antes del caso de Janet Parker— se produjo la Gripe Rusa, un brote provocado por el influenzavirus H1N1 que se sospecha que escapó de un laboratorio, aunque la cuestión nunca ha llegado a ser resuelta. ¿Por qué se piensa esto? Porque después de analizar el virus se observó que era idéntico al H1N1 que circuló en la década de 1950, además en vez de atacar a los más mayores, se cebó con los jóvenes, quienes no se habían expuesto al virus 20 años antes.

Hace tan sólo dos meses, la OMS advertía al mundo por un nuevo brote del virus de Marburgo en Guinea Ecuatorial. Este virus lleva el nombre de la ciudad alemana de Marburgo por un escape del laboratorio que se produjo en ella en 1967: simultáneamente, científicos de esta ciudad, de Frankfurt y de Belgrado, en la antigua Yugoslavia, comenzaron a tener malestar y problemas de coagulación. ¿Qué había en común entre estos lugares? Pues que los laboratorios habían trabajado con monos verdes de Uganda infectados con este tipo de filovirus. 

Los protocolos de los laboratorios para evitar estos protocolos han mejorado mucho, pero siempre existe un porcentaje de riesgo inevitable. Así, en el año 2003 Singapur puso en cuarentena hasta 50 personas por el caso de un científico del centro de virología de la Universidad Nacional que se había contagiado accidentalmente con el virus del SARS, aunque no trabajaba directamente con él. Más reciente fue el caso de otra científica que trabajaba en el año 2009 con el virus del ébola y que se pinchó por accidente con una aguja infectada. La mujer fue puesta en cuarentena y se le administró la vacuna experimental, evitando que el virus se expandiera.