Facundo Manes, neurocientífico y autor del libro 'Ser humanos'.

Facundo Manes, neurocientífico y autor del libro 'Ser humanos'. Antonio Navarro Wijkmark

Salud Neurocientífico

Facundo Manes: "A los humanos nos interesa más la tribu y la supervivencia que la verdad"

"Estar continuamente conectado impacta en nuestro rendimiento" / "Hay que aprender cosas nuevas todos los días, la educación protege al cerebro" / "La creatividad que surge en el café de después de la reunión no sale por Zoom".

5 octubre, 2021 02:04

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Ahora que el final de la pandemia se ve cada vez más cerca, muchos de nosotros nos preguntamos cuándo volveremos a ser los mismos de siempre. Sin embargo, todo apunta a que lo siguiente será algo completamente diferente; todavía no sabemos si mejor o peor. "Las pandemias siempre han cambiado la mentalidad de la época", asegura Facundo Manes, neurólogo, neurocientífico y autor de varios libros sobre el cerebro. Al final del túnel de la pandemia puede haber violencia o una época de esplendor.

Esta es la razón por la que publica ahora su libro Ser humanos (Paidós, 2021); para salir de esta epidemia con dirección a una nueva edad de oro, Manes asegura que debemos conectar con lo que realmente nos hace humanos. Sobre esto, las neurociencias tienen mucho que decir: el experto cuenta que, en este momento, sabemos más sobre cómo funciona la empatía, cómo tomamos nuestras decisiones o, incluso, qué es el bienestar y cómo podemos llegar a obtenerlo.

Manes describe este libro como un resumen de lo que sabemos sobre nuestro cerebro y, sobre todo, como una herramienta para volver a nuestra esencia. "Después de la Peste Negra, que tuvo lugar entre 1347 y 1353 y acabó con un tercio de la población, surgió el Renacimiento que se caracterizó por buscar respuestas en nuestro interior". Navegar hoy a través de nuestro cerebro, que sigue siendo "el órgano más complejo del Universo", es menos complicado aunque la Ciencia todavía no sabe si llegaremos a desvelar todos sus misterios.

-¿Cómo nos cambiará esta pandemia?

-Lo primero de todo es que la pandemia ha impactado mucho en la salud mental y no se ha hablado de ello tanto como de la salud física. La salud es sólo una y no se puede separar. El impacto mental de la pandemia va a durar más que la propia pandemia. Todos tenemos una sensación de pérdida, pero los grupos más afectados son los niños, las mujeres, los mayores, los pobres y los que trabajamos en el sistema de salud.

Con respecto al mundo, cada vez lo veo más desigual: habrá más diferencias entre los países ricos y los países pobres e incluso dentro de ellos habrá desigualdad entre los grupos de población. Va a haber una mayor presencia de la tecnología, pero será un mundo híbrido. En la salud no va a desaparecer el médico por más que haya avances en la telemedicina, tampoco van a desaparecer las oficinas porque la creatividad que surge en el café de después de la reunión no sale por Zoom.

Ahora viene la década de la pandemia, el impacto cultural, económico y psicológico. Nadie sabe cómo, pero estoy completamente seguro de que la pandemia cambiará la mentalidad de la época, porque siempre pasó. El factor humano es lo que condicionará el futuro y la mejor manera de salir de la pandemia es potenciar las habilidades que nos hacen humanos: la empatía, la compasión, la inteligencia colectiva, la resiliencia… Es muy posible que salgamos más resilientes; ahora hay un dolor inicial, pero con el tiempo los seres humanos encontramos un propósito en la vida y entendemos que el bienestar general es más importante que el personal, porque somos seres adaptativos.

-¿Nos ayudará la neurociencia a resolver la polarización de la sociedad? ¿Nos ayudará a entender y resolver mejor los problemas que entorpecen el progreso como el negacionismo sobre el cambio climático o sobre la efectividad de las vacunas?

-Sí. Tenemos que entender que la evidencia no cambia lo que pensamos. Yo puedo pensar que un líder o un partido político es bárbaro y, aunque me traigan evidencias de que son malos, yo voy a tender a negar esa visión. No por fidelidad al líder o al partido, sino porque contradice mi identidad. Incluso cuando uno pelea por el cambio climático en realidad lo hace por la construcción de su identidad.

Los seres humanos tenemos dos cosas que nos importan más que la verdad: nuestra propia supervivencia y la pertenencia a una tribu. Si eres un científico del Midwest americano, en un entorno pro Trump —anticiencia, republicano de derechas fanático— y todo el mundo niega el cambio climático, tenderás a minimizar el problema ambiental. Aunque tengas los datos científicos que lo confirman, lo identificas como un pensamiento de izquierda y progresista, que no pertenece a tu tribu.

La neurociencia puede ayudar a salir de esto con empatía. Nuestra sociedad está tribalizada y las redes sociales han contribuido a expandir este fenómeno. Debemos imaginar que esa persona con la que no estamos de acuerdo tiene creencias diferentes a nosotros y que esa creencia tiene una semilla de verdad. Pero, sobre todo, debemos buscar algo que nos una, que esté por encima de nosotros.

-¿Cómo podemos mantener nuestro cerebro saludable y preparado para los cambios que nos esperan?

-El cerebro está en constante movimiento, generando nuevas conexiones mientras hablamos o mientras alguien lee esta entrevista. Por eso, tenemos que movernos también nosotros, pero también dormir bien, el sueño es salud; debemos manejar nuestro estrés, entender que no podemos cambiar las cosas, pero sí cómo reaccionamos a ellas; hay que aprender cosas nuevas todos los días, la educación protege al cerebro; tener una vida social activa; hacer ejercicio regularmente porque es un ansiolítico y antidepresivo natural; y tener una mentalidad abierta y flexible, las mentalidades fijas no sirven.

-La ciencia ficción del futuro describe muchos escenarios en los que el contacto entre humanos se va a ir perdiendo y la tecnología va a ser protagonista, ¿cree que pasará o se quedará en algo fantástico?

-Yo creo que debemos luchar contra eso, porque si la gente sigue conectada todo el día a las redes sociales, a los videojuegos en línea o a los teléfonos móviles va a ser bastante infeliz. Ya deberíamos estar poniendo límites al contacto digital. Pasará lo mismo que con el cigarrillo: sabíamos que era malo y la sociedad tardó décadas en asumirlo, de hecho, mucha gente sigue fumando. Estar continuamente conectado impacta en nuestro rendimiento. Quienes están interesados en su bienestar deberían estar limitando su consumo de tecnologías, no hace falta esperar más.

-¿Cómo deberíamos hacerlo?

-Cuesta y con los hijos, más. Simplemente debemos darnos cuenta de que estar todo el día mandando Whatsapps, jugando a videojuegos o mirando las redes sociales nos genera estrés, ansiedad, insomnio… Cada uno decide cómo vivir, pero a día de hoy ya hay muchas evidencias de que hay que limitar este consumo.

-Dicen que tener un propósito en la vida es saludable, ¿cómo es de importante y cómo se puede alcanzar?

-Los humanos estamos tentados continuamente en pensar en nuestras propias obsesiones y nuestras preocupaciones. Una de las cosas que nos hace más felices es salir de eso y entregarnos en proyectos que son más grandes que uno mismo y que no tenga que ver con nuestros propios intereses. Aconsejo a los que no tengan un proyecto que los exceda o que vaya en contra de sus intereses, que lo busquen porque nos da más bienestar.

-¿Nosotros somos nuestro propio obstáculo?

-Quizás no tenemos la evidencia que tiene la ciencia de que una de las cosas que provoca más bienestar es tener un propósito que nos exceda. Quizás hay quien tiene un pensamiento tóxico de que eso es perder el tiempo y que tiene que centrarse en sus intereses. Conocer que perseguir este proyecto nos dará más felicidad nos animaría a hacerlo.

-Las generaciones más jóvenes tienen últimamente fama de pesimistas y de escépticas en cuanto a conseguir sus sueños por las crisis que han vivido y el futuro que espera —el cambio climático, las dudas sobre si habrá pensiones—, ¿qué les aconsejaría?

-Es cierto que ser joven hoy en día no es fácil, pero no debéis aceptar las cosas tal y como están. Los jóvenes en la Historia de la Humanidad son quienes lucharon por las causas en las que creían y pasaron cosas inimaginables. Diría que no aflojen y que luchen porque si hay una posibilidad de cambio vendrá por ustedes.