El biomédico danés Nicklas Brendborg.
Nicklas Brendborg, 30 años, el joven prodigio de la biología molecular: "Viene una generación de gente sin energía"
"La industria alimentaria está potenciando aditivos y sabores porque tiene pánico a Ozempic" / "Nada es tan preocupante como las tasas de obesidad y la sobreexposición a las pantallas" / "La longevidad se estanca. El récord de 122 años se batió cuando yo tenía tres años" / "Los ultraprocesados incrementan el riesgo de 30 tipos diferentes de cáncer"
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Vivimos en una sociedad que ha desterrado el hambre, saciando cada antojo goloso al momento; el tedio, con entretenimiento en pantalla que cabe en el bolsillo; y el aislamiento, pudiendo conectar al momento con innumerables individuos. Y sin embargo, las tasas de obesidad, problemas mentales y soledad no deseada nunca fueron tan altas, especialmente entre jóvenes.
Nicklas Brendborg (Dinamarca, 1996) aporta la perspectiva que le otorga su juventud y su especialidad, la Biología Molecular y la Bioquímica que investiga en la Universidad de Copenhague. Su primer libro, La medusa inmortal, abordaba los retos de la longevidad. Superestimulados, su nueva obra, se centra en las múltiples microagresiones que nos perpetra la sociedad de consumo.
Su libro anterior planteaba la posibilidad de vivir hasta los 150 años. ¿Sobrevivir a los 'súper estímulos' es una prioridad mucho más inmediata?
El primer libro abordaba los problemas vinculados al envejecimiento: el alzhéimer, cáncer, enfermedades cardiovasculares, osteoporosis, sarcopenia... Pero tenemos muchos otros problemas actualmente en todo el mundo. La pandemia de obesidad, la epidemia de soledad, la problemática de la salud mental -ansiedad, depresión, adicciones- especialmente en los jóvenes... Estos factores tienen algo en común: los superestímulos.
Desde el punto de vista médico, hay tantas cosas que no van bien en nuestro ambiente que es inabarcable. Pero si logramos comprimir el problema en una idea central, podemos abarcar el área de estudio. Es algo más inmediato para la gente que el envejecimiento. Todos nos avergonzamos un poco del tiempo que dedicamos al móvil o de los atracones nocturnos.
¿No hay, sin embargo, un vínculo entre la sobreestimulación del organismo que provoca el ambiente y la esperanza de vida?
Sí, desde luego son campos que se solapan. Especialmente en lo que se refiere a los alimentos ultraprocesados. A menudo pensamos: 'si esta comida ha tocado una máquina, es que es mala'. Y no se trata de eso. Su efecto más dañino se debe a que han sido diseñados para que los comamos sin parar, en exceso, lo que lleva al sobrepeso y la acumulación de grasa insana.
Esto, a su vez, incrementa el riesgo de enfermedades cardiovasculares, de demencia y de 30 tipos diferentes de cáncer. Y parece que, de forma general, acelera el envejecimiento biológico, con los problemas que conlleva. También eleva la tensión arterial e interfiere en el riego sanguíneo al cerebro. Así que, desde luego, podemos decir que varios superestímulos son proenvejecimiento.
La esperanza de vida experimenta un 'efecto techo', ha dejado de aumentar significativamente en los últimos años. ¿Podría incluso ir marcha atrás?
¡Espero que no! Personalmente, creo que es una pausa temporal y que la biomedicina nos salvará. Es cierto que algunos factores, como abandonar el tabaco, impulsaron el aumento de la longevidad. Pero tenemos otros, como la obesidad, del que nos cuesta más deshacernos.
Así que es cierto, muchos países han hecho meseta. Pero si conseguimos eliminar la obesidad, volveremos a ganar esperanza de vida. Hay algo interesante: la persona más anciana del mundo, Jeanne Calment, murió en 1997, y en 28 años nadie ha logrado batir el récord.
De hecho, tendríamos que esperar hasta 2031 para igualarla, porque la persona más anciana hoy en día, Ethel Caterham, tiene 116 años. Yo tenía tres años cuando Calment batió el récord y no veré a nadie superarlo hasta que haya cumplido 40. Algunos ven ahí un techo en la esperanza de vida.
¿Se trata de un techo biológico, o son estos estímulos nocivos de los que habla lo que nos impide superar esos récords de longevidad?
Bueno, sin duda hay un límite natural para la longevidad humana, pero en realidad, prácticamente nada de lo que hacemos se puede considerar 'natural'. Vivir más de 110 años tampoco es 'natural': necesitas alimentación, cobijo, medicina, cuidados... Todavía tenemos que identificar por qué se está dando este 'efecto techo', y trabajar a partir de ahí.
Pero, efectivamente, hay 'superestímulos' que juegan a la contra. Y estamos en un momento muy emocionante, porque por fin tenemos fármacos contra la obesidad. Por primera vez estamos viendo caídas en varios países que invitan al optimismo, porque las fórmulas que vienen van a ser aún mejor.
Fármacos como Ozempic han supuesto una revolución contra el sobrepeso, pero, ¿no serán insuficientes si no atacamos las bases ambientales de la obesidad?
Bueno, yo soy danés, así que quizás tengo algo de sesgo en favor del Ozempic. ¡Es lo que mantiene nuestra economía a flote en estos momentos! [ríe]. La realidad es que durante décadas le hemos dicho a las personas obesas que comieran mejor e hicieran ejercicio, y estoy completamente a favor. Pero no ha solucionado la epidemia de obesidad.
El motivo es que la industria alimentaria nos está dando una paliza. Leí en el New York Times que han entrado en pánico por el Ozempic, que reduce los antojos de dulces y snacks salados. Así que ya están investigando cómo potenciar los aditivos y los sabores para inhibir sus efectos y no perder beneficios.
Los supercentenarios han vivido épocas históricas muy duras, pero no estuvieron expuestos a los contaminantes ambientales actuales. ¿Veremos consecuencias a largo plazo?
Sin duda, pero nada es tan preocupante ahora mismo como las tasas de obesidad. Llevamos tiempo estudiándola y sabemos lo que entraña para el futuro. Y hay algo más: el efecto de la sobreexposición a las pantallas desde la infancia.
Cuando yo era pequeño, teníamos la Gameboy y la televisión, pero el contenido al que te ves expuesto hoy en TikTok está hiperoptimizado para engancharte. Es similar a lo que te ocurre jugando en una tragaperras. Y no sabemos qué efecto tiene en un cerebro en formación. Es inquietante.
El biólogo molecular Nicklas Brendborg.
¿Los adultos no nos damos cuenta de cuánto puede afectar esto al desarrollo de niños y adolescentes?
Sí. Sabemos perfectamente que hay cosas que sientan un poco mal si se consumen siendo adultos, pero que son terribles si las toman los niños. Pongamos el ejemplo del plomo: a bajas dosis, no es dañino para alguien mayor, pero la misma exposición tendrá efectos enormemente negativos en alguien sin un sistema nervioso maduro.
En el caso de los niños expuestos a las pantallas, hay que tener en cuenta que lo estamos haciendo en un momento en el que su cerebro todavía está aprendiendo a manejarse en el mundo, cómo se socializa y en qué consiste comportarse como un ser humano.
¿Está a favor de restringir el acceso de los menores a los dispositivos?
Sí. En Dinamarca se está regulando el acceso a los menores de 15 años porque todos tenemos una ID digital. Y sin duda es más fácil regular lo que hacen los niños cuando ya existen normas para lo que pueden hacer los adultos.
Con la identidad digital, nadie se ve privado de acceso cuando tiene la edad adecuada. Lo preocupante es lo contrario: es seguro que alguien se va a ver dañado si se permite acceder a menores de edad.
Su libro pone el ejemplo del cannabis: ahí donde se ha legalizado, ha aumentado su consumo.
Ocurre con cualquier producto adictivo: cuanto más fácil sea de conseguir, más gente lo va a consumir. Hace diez años era tendencia abogar por la legalización del cannabis, argumentando que iba a reducir el uso problemático del alcohol. Pero en EEUU se ha visto que no se reducen las detenciones de conductores borrachos. Ahora toman ambas sustancias.
¿Por qué hay tantas reticencias a considerar los consumos compulsivos de redes sociales, videojuegos o pornografía como adicciones?
Yo lo considero una discusión meramente semántica. Estoy seguro de que la adicción a la heroína es mucho peor, pero estamos trabajando con una definición sencilla: un hábito del que querrías desprenderte, pero no eres capaz de hacerlo.
Aunque los jóvenes son la principal preocupación, ¿estamos ignorando que muchos adultos muestran también estos signos de adicción?
Efectivamente, puede ocurrir a cualquier edad. Pensemos en estas personas mayores que vemos haciendo scrolling en su móvil en todo momento. Ellos no crecieron con la tecnología pero se han vuelto adictos igualmente. Eso sí, ¿qué es peor, empezar a fumar a los 25 o a los 8 años? Sin ser bueno en ninguno de los casos, entendemos que es menos dañino cuando ya estás desarrollado.
Otra forma de adicción, relata, es a la exposición en redes. Hacemos o decimos cosas por el 'chute' de dopamina que nos provocan los 'likes'.
Sí, nos están entrenando de una extraña manera conductista. Subes cierto contenido y tus seguidores te recompensan. Puede que no fuera lo que realmente te gusta a tí, pero es muy tentador seguir buscando premios. Así se pasa de hacer bromas online a verdaderas barbaridades, o de subir una foto un poco sexy a exhibirte cada vez más y más.
Usted explica el concepto de 'hórmesis': dañar un poco el cuerpo y permitir que se recupere fortalece al organismo ¿La sociedad 'superestimulada' nos impide recuperarnos?
Veamos. En algunos aspectos se nos da muy bien repararnos. Cada día destruimos y reconstruimos un poco nuestros músculos y nuestros huesos, y podemos hacerlo continuamente. Pero si nos estampamos la cabeza contra un muro, no nos volveremos más listos, al contrario. No puedo esperar que mi cerebro se recupere con la misma facilidad.
Tal y cómo yo lo veo, el cerebro es una máquina biológica que siempre analiza su entorno y se pregunta: '¿Qué recompensa puedo sacar yo de todo esto?'. Y los superestímulos salen ganando siempre. Si estoy medianamente aburrido en el metro, necesitaré fuerza de voluntad para no caer en en el scrolling de TikTok, cuando antes no era así.
Vamos camino de una generación entera a la que le va a costar cada vez más hacer las cosas. Tendrán una idea de lo que quieren hacer, las experiencias que quieren vivir, pero no serán capaces de reunir la energía para activarse y luchar por ello. Siempre estarán rodeados por esas opciones fáciles que se los van a tragar de los pies a la cabeza.