Dan Buettner, especialista en longevidad

Dan Buettner, especialista en longevidad

Ciencia

Dan Buettner, 65 años, experto en longevidad, sobre cuánto dinero da la felicidad en España: "Se necesitan 70.000 euros"

Aunque el dinero no da la felicidad, la ciencia demuestra que es necesario mantener un cierto nivel de ingresos para vivir con tranquilidad.

Más información: Antonio Damasio, neurólogo: "La felicidad es una conexión de 5 factores humanos, basta que falle uno para perderla"

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Las claves

Dan Buettner, experto en longevidad, afirma que en España se necesitan unos 70.000 euros anuales para alcanzar la 'felicidad económica'.

Superado ese umbral de ingresos, el dinero adicional apenas añade bienestar emocional, desplazándose la búsqueda de felicidad hacia factores inmateriales como salud y relaciones sociales.

La precariedad y la inseguridad económica afectan gravemente a la salud mental, especialmente entre la juventud española.

Estudios científicos respaldan que, tras cubrir las necesidades básicas, la satisfacción vital depende más del sentido de propósito y la gratitud que de mayores ingresos.

El dinero puede comprar felicidad, pero solo hasta cierto punto. Esta es la tesis de Dan Buettner, uno de los mayores expertos en la longevidad. Lo esencial, explica, es disponer de ingresos suficientes para cubrir alimentos, vivienda, atención médica, educación, "un poco de movilidad" y la posibilidad de darse un capricho ocasional.

Más allá de ese nivel, explica, el impacto del dinero sobre el bienestar disminuye de forma drástica. Buettner sitúa ese umbral en torno a los 100.000 dólares anuales para una familia de cuatro en Estados Unidos.

Es la cifra que, según el experto, permite vivir sin la ansiedad constante de la precariedad diaria. Teniendo en cuenta la paridad de poder adquisitivo, esta cantidad rondaría los 70.000 euros anuales en España.

No obstante, el cálculo de Buettner tiene en cuenta que en EEUU hay servicios básicos como la atención sanitaria que dependen de seguros privados a contratar. Esto implica que este 'salario de la felicidad' se puede alcanzar en España incluso ganando menos, al deducirse estos costes.

Superado ese umbral, el experto insiste en que "más dinero no compra más felicidad". Esto se debe a que la ganancia emocional adicional en la vida cotidiana se vuelve casi nula, perdiendo el impacto. La búsqueda de bienestar se desplaza entonces hacia otros factores inmateriales esenciales, como la salud, las relaciones sociales o el propósito vital.

Por tanto, el experto plantea que tratar de elevar indefinidamente los ingresos conduce a perseguir “algo en un horizonte en constante retroceso”. La ambición material se convierte así en una meta móvil que raramente produce un aumento sostenido de la felicidad.

La precariedad, un coste para la salud mental

Esta tesis está respaldada por la literatura científica. La falta de recursos o la precariedad prolongada genera un estrés económico sostenido con efectos directos sobre la salud física y mental.

En España, el 40% de la juventud reconoce sufrir problemas derivados de la inseguridad económica, mientras una parte significativa de la población vive muy preocupada por llegar a fin de mes o pagar gastos básicos.

Buettner condensa esta paradoja en un consejo directo: si ya se alcanza ese nivel de seguridad material, la clave es centrarse en lo que se tiene y sentirse satisfecho, en lugar de perseguir más ingresos con la idea de lograr una felicidad que se desplaza constantemente hacia adelante.

La cifra señalada por Buettner coincide con décadas de trabajo en Economía de la Felicidad, una disciplina que investiga cómo influyen los ingresos en el bienestar. Este campo ha generado un debate profundo al cuestionar que la riqueza adicional garantice una vida más satisfactoria para la mayoría.

El punto de partida fue la Paradoja de Easterlin, formulada en 1974, que sostenía que el crecimiento del PIB no implicaba necesariamente mayor felicidad ciudadana.

La explicación residía en la adaptación y la comparación social: nos acostumbramos rápido a un nivel de vida más alto y volvemos a medirnos con nuestro entorno, lo que convierte la búsqueda de riqueza en una carrera sin fin.

Investigaciones posteriores matizaron esa conclusión y subrayaron la necesidad de distinguir entre dos dimensiones del bienestar. La satisfacción vital evalúa la vida en conjunto, mientras el bienestar emocional mide la calidad emocional de cada día, incluyendo la frecuencia de alegría, estrés o tristeza. Esta diferencia resultó crucial para entender por qué los ingresos no afectan de forma lineal a la felicidad.

Un estudio clave fue publicado en 2010 por Daniel Kahneman y Angus Deaton. Su análisis estableció que el bienestar emocional de los estadounidenses alcanzaba su máximo alrededor de los 75.000 dólares anuales. A partir de esa cifra, ganar más dinero no mejoraba la experiencia emocional diaria. Sí podía influir, sin embargo, en la satisfacción vital, que continuaba aumentando gradualmente.

Investigaciones recientes del economista Matthew Killingsworth, respaldadas en 2023, ajustaron ese umbral al alza, situándolo cerca de los 110.000 dólares. Sus resultados mostraron que la satisfacción vital sigue creciendo con ingresos elevados, pero detectaron un límite. Identificaron un tope cercano a los 200.000 dólares anuales, a partir del cual el aumento salarial ya no garantiza mejoras significativas en el bienestar.

A partir de esto, la conclusión parece ser que, efectivamente, el punto de saciedad existe y se aproxima a la cifra sugerida por Buettner. Aunque algunos aspectos de la satisfacción vital sigan aumentando con mayores ingresos, su impacto emocional se estabiliza mucho antes de lo que solemos asumir.

La felicidad como propósito vital

Superada la precariedad económica, la ciencia insiste en que el bienestar depende de factores que trascienden la cuenta bancaria. Antonio Damasio, uno de los neurólogos más influyentes, sitúa la felicidad en la biología: no como un premio, sino como una señal adaptativa de que el organismo ha alcanzado la homeostasis necesaria para prosperar y proyectarse hacia el futuro.

En esta línea, los estudios globales de bienestar señalan que, una vez superada la inseguridad económica, la percepción y la actitud son determinantes. El informe mundial de Ipsos de 2023 identifica tres factores principales: sentir que la vida tiene sentido, percibir control sobre la propia existencia y contar con una buena salud mental.

Estos elementos superan en importancia a la salud física o a las posesiones materiales, y apuntan a que la verdadera satisfacción pasa por construir un propósito vital. La felicidad, desde esta perspectiva, se sostiene más en el significado que en la acumulación.

La conclusión final coincide con el mensaje de Buettner y con los principios de la Psicología Positiva. Una vez garantizada la seguridad económica, la clave es abandonar la ambición material ilimitada y centrarse en la gratitud y la satisfacción intrínseca. El catedrático de Harvard Arthur Brooks lo resume así: “El verdadero secreto de la felicidad pasa por querer tener menos y necesitar menos”.