Ejercicio físico en la madurez.

Ejercicio físico en la madurez.

Ciencia

Ni a los 20 ni a los 40: esta es la verdadera edad a la que el cerebro alcanza toda su plenitud según la ciencia

Aunque se tiende a asociar el envejecimiento con el declive físico, algunas facultades alcanzan su punto álgido en la madurez.

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Las claves

El cerebro alcanza su máximo funcionamiento psicológico general entre los 55 y 60 años, según un estudio de la Universidad de Australia Occidental.

Contrario al declive físico a partir de los 40 años, ciertas capacidades psicológicas continúan mejorando hasta bien entrada la vida.

La estabilidad emocional y la meticulosidad alcanzan su apogeo a los 75 y 65 años respectivamente, desafiando estereotipos sobre el envejecimiento.

Este descubrimiento explica por qué los puestos de liderazgo suelen estar ocupados por personas de entre 50 y 60 años, beneficiando el juicio y la toma de decisiones.

Aunque envejecer tiende a asociarse con la pérdida de funcionalidad orgánica y mental, hay órganos que no solo no se deterioran, sino que se benefician de alcanzar la madurez. El sistema inmunitario es uno de ellos, y el cerebro, según un nuevo estudio, sería otro.

Gilles E. Gignac y su equipo de la Universidad de Australia Occidental explican en su trabajo publicado en la revista Intelligence que el funcionamiento psicológico general alcanza su máximo exponente entre los 55 y los 60 años, y no antes.

Como ha explicado el mismo Gignac en The Conversation, este descubrimiento explicaría por qué las personas que llegan a este rango de edad suelen ser más aptas en la resolución de problemas complejos y el liderazgo laboral.

Las investigaciones sugieren que el ser humano alcanza su máximo potencial físico entre los veinte y los treinta años. Así, los estudios sobre capacidades intelectuales básicas, como el razonamiento, la memoria y el procesado de información, tienden a declinar a partir de los 40 años.

Sin embargo, afirma el investigador, "cuando miramos más allá de la potencia de procesamiento, surge una imagen diferente". En este estudio los investigadores se centraron en los rasgos psicológicos bien establecidos, más allá de la capacidad de razonamiento, que pueden medirse con precisión.

En su trabajo identificaron 16 dimensiones psicológicas que cumplirían estos criterios: razonamiento, memoria, velocidad de procesamiento, conocimiento, inteligencia emocional y los cinco rasgos de personalidad (extroversión, estabilidad emocional, responsabilidad, apertura a la experiencia y amabilidad).

Así pues, recopilaron estudios existentes a gran escala donde se examinasen estas 16 dimensiones. Al estandarizar los estudios a una escala común, pudieron realizar comparaciones directas y mapear cómo evoluciona cada rasgo a lo largo de la vida.

Varios de los rasgos referidos alcanzaban su máximo apogeo más tarde: la meticulosidad en el desempeño de tareas alcanzaba su máximo a los 65 años, mientras que la estabilidad emocional máxima se lograba a los 75 años.

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Por su parte, el razonamiento moral y la capacidad para resistir sesgos cognitivos podían seguir mejorándose incluso a los 70 u 80 años, desafiando el estereotipo de que los ancianos son más fáciles de manipular.

Cuando combinaron las trayectorias de estos rasgos, se llegó a la conclusión de que el funcionamiento mental general realmente alcanza su máximo entre los 55 y los 60 años, antes de empezar a declinar a partir de los 65 años aproximadamente. El declive se acentuaría a partir de los 75 años.

Estos hallazgos explicarían por qué muchos de los puestos de liderazgo más exigentes en los negocios, la política y la vida pública suelen estar ocupados por personas de entre 50 y 60 años.

"Si bien varias habilidades disminuyen con la edad, se compensan con el desarrollo de otros rasgos importantes. En conjunto, estas fortalezas favorecen un mejor juicio y una toma de decisiones más mesurada, cualidades cruciales en los puestos más altos", explica Gignac.

Por su parte, si bien los estudios han demostrado que algunos adultos muestran una disminución en la velocidad del pensamiento y la memoria, otros también mantienen estas capacidades hasta bien entrada la vida.

"La edad por sí sola no determina el funcionamiento cognitivo general. Por lo tanto, las evaluaciones deben centrarse en las capacidades y rasgos reales de las personas, más que en suposiciones basadas en la edad", concluyen.