Imagen de archivo de un minero trabajando en el interior de una mina.

Imagen de archivo de un minero trabajando en el interior de una mina. EFE

Ciencia

Cómo es posible que se produzca una explosión de gas grisú en una mina: la hipótesis tras la tragedia de Asturias

Compuesto en un 90% por metano, este gas es uno de los mayores enemigos de los mineros debido a su capacidad para formar bolsas y su alta inflamabilidad.

Más información: Cinco muertos y cuatro heridos tras una explosión en la mina de Cerredo, en Asturias

I. Sánchez J.A. Gómez
Publicada
Actualizada

La tragedia sorprendió este lunes a los mineros asturianos. Una explosión en la mina de Cerredo, en el suroeste del Principado de Asturias, ha dejado cinco fallecidos y cuatro heridos. Dos de los afectados han sido trasladados a hospitales de León y otros dos a centros asturianos. De ellos, la mitad cuentan con quemaduras graves y uno con traumatismo craneoencefálico. Otras dos personas han resultado ilesas, según han informado los Servicios de Emergencias del Principado de Asturias (SEPA).

La principal hipotesis que manejan los investigadores es que el accidente se produjo por una explosión de grisú, un gas conocido por su alta inflamabilidad y capacidad para desplazar el oxígeno. El grisú es uno de los mayores enemigos de quienes se dedican a esta profesión desde hace décadas.

Esta sustancia está compuesta en un 90% por metano y el 10% restante por dióxido de carbono, nitrógeno, hidrógeno, etano y propano. Se forma a la vez que el carbón y no tiene ningún tipo de olor, por lo que su concentración solo puede detectarse con herramientas específicas dentro de las explotaciones mineras.

Este gas está adherido al carbón y se va liberando en la mina sin parar en forma de pequeñas moléculas. Así, lo más importante es que su concentración en la atmósfera de la explotación sea siempre inferior al 1% o 1,2%, según explicaba el geólogo ingeniero de minas Rafael Varea

Lo más peligroso es que este gas forme bolsas, es decir, grandes acumulaciones de gas que puedan provocar explosiones al entrar en contacto con una chispa o una fuente de ignición procedente de la maquinaria que se utiliza en la minería. También es posible que el grisú explote por un cortocircuito eléctrico o incluso debido a la fricción, que puede encender el gas.

El grisú es muy inflamable por la alta presencia de metano. De esta forma, puede causar una explosión sólo con una chispa, sin necesidad de que haya una llama. Esto ocurre si las concentraciones del gas llegan a situarse por encima de entre el 5% y el 15% en el interior de la mina. 

Ocurre además que un yacimiento subterráneo es un espacio confinado, donde el gas acumulado no se dispersa con facilidad, lo que aumenta el riesgo de estas explosiones. Cuando ocurren, la onda expansiva puede llegar a levantar polvo de carbón, que a su vez también puede incendiarse y provocar una explosión más devastadora.

Por esta razón, en las minas suelen implementarse medidas de seguridad como conductos de ventilación, sensores de gas o el uso de herramientas que no produzcan chispas. Desgracidamente, algo falló en la mina de Cerredo.

No es ni mucho menos la primera vez que esto ocurre. En 2013 también sucedió en una mina en León y dejó seis trabajadores muertos y cinco intoxicados. Aunque en esa ocasión no se produjo explosión, los mineros se asfixiaron al no detectarse un escape repentino de esta sustancia mientras trabajaban.

El metano que contiene este gas consigue desplazar el oxígeno de la atmósfera. Así es como causa la asfixia de las personas que se encuentran en el entorno que invade. De hecho, esta peligrosa sustancia es capaz de absorber casi todo el oxígeno presente en el ambiente, entre el 80 y el 90%

En concentraciones muy altas, cuando ya ha desplazado casi todo el oxígeno, el gas grisú es muy letal. Las personas pueden experimentar una pérdida de consciencia en las primeras inhalaciones. 

El proceso para evitar desgracias

Las explotaciones mineras cuentan con sistemas de ventilación y grisuómetros para que estas cosas no ocurran. La última herramienta mide constantemente la concentración del gas en el ambiente para informar a los trabajadores. Además, para evitar la formación de bolsas en el interior de las minas, las empresas deben desgasificar las minas. 

Esta tarea consiste en hacer agujeros con un taladro entre dos y tres metros de diámetro para que el metano se pueda liberar poco a poco y, sobre todo, de forma controlada. Esto debe quedar hecho antes de que los trabajadores comiencen a picar las paredes para extraer el carbón porque estas labores pueden llegar a sacar de una vez grandes trozos de mineral. 

Además de todo esto, las explotaciones también cuentan con medidores de metano y los trabajadores tienen equipos de rescate que, ante una fuga, les permite respirar oxígeno durante media hora.

El grisú se va formando con el carbón por la degradación biológica de la materia orgánica vegetal y queda adherido al mineral en su superficie. En las explotaciones de hulla (un tipo de carbón), muy presentes en Asturias y León, es una sustancia muy habitual. Aunque es propio de las minas de este mineral, también puede aparecer en minas de sal y tiene mucha menos presencia en la de antracitas y lignitos (otros dos tipos de carbón diferentes).

En España el carbón contiene entre 4 y 14 metros cúbicos de gas grisú por tonelada. De hecho, las leyes del país para la seguridad minera clasifican las explotaciones según la concentración que puedan tener de esta sustancia. Van de primera categoría (sin presencia del gas) a cuarta (las que pueden tener desprendimientos súbitos y masivos). Estas últimas están en la zona de Aller, también en Asturias.

Las explosiones provocadas por este gas siempre se han situado como una de las principales causas de muerte de los mineros en explotaciones de carbón. En 1995 Asturias ya vivió un accidente como el de este lunes. En esa ocasión ocurrió en Pozo San Nicolás, en el que perdieron la vida 14 trabajadores.