Estamos viviendo un período de sequía que nos está llevando a situaciones complejas para nuestra agricultura, ya maltrecha, a nuestra industria y a nuestro vivir diario, que se está aplacando con echarle la culpa a un hipotético e interesado cambio climático.

No sé, si es fruto de un cambio en el clima o sencillamente un período de sequía como se han producido en otras ocasiones en este planeta, pero lo que sí tengo claro es que, en España, el último Plan Hidrológico Nacional, que abordaba estos problemas, es de la época de Aznar y fue derogado inmediatamente por el PSOE para, con el tiempo, desarrollar hasta 12 micro planes parciales y sectarios que, como podemos comprobar, no funcionan.

Vivimos un momento en el que las grandes lluvias de una zona se desperdician, mientras que en otras partes del territorio existe escasez, sin que nadie, ningún plan de los denominados grandilocuentemente de tercera generación, permita aportar soluciones y, sin que nadie asuma su responsabilidad, le echamos la culpa a un cambio climático.

Pues bien, aún admitiendo sin fisura la existencia de un cambio climático, este no se produce de la noche a la mañana y la obligación del político, del gestor público, es estudiar, desarrollar e implementar planes de prevención y de solución de los problemas que vamos a sufrir los ciudadanos y, de un simple vistazo, comprendemos que no están haciendo nada, que no han hecho nada, que les importamos cero.

Cuando padecimos la pandemia no teníamos un plan de acción frente a este tipo de eventos, pero tampoco se desarrolló un modelo, y aún no se ha construido uno, de forma que si volvemos a tener otra pandemia seguiremos aplicando acciones que se han declarado inconstitucionales y que han supuesto miles de muertos. Pues bien, con el agua nos está pasando lo mismo, ni existía un plan, ni se está estudiando un plan, nos moriremos de sed y les importarán cero.

Cada vez que hablo de "perritos sin alma" hay algún político o politicastro que lo critica, pero cualquiera de nosotros tratamos mejor a un perrito que lo que hacen los políticos con nosotros, pues nosotros evitaríamos dañar al animalillo y ellos, viendo lo que nos sucede, se dedican a echarse los muertos a la cara, pero nos dejan, nos dejaron, y nos dejarán morir.

Dónde están las actuaciones que resuelvan los problemas hídricos de este país, cuál es el modelo de acción y cómo pretenden llevarlo a efecto sin que ello suponga nuevos retos para los ciudadanos, son cuestiones que deberían de estar encima de la mesa y no están; pero, lo grave no es que Pedro no tenga ni idea de lo que decimos y no sepa más que hablar de agendas verdes, de ecologismo radical y de memeces varias, lo grave es que no sepa, no quiera, no pueda, dar solución a lo que es un problema cierto de agua en la Nación; lo realmente grave es que no existe una oposición, ni un partido, ni un dirigente político que denuncie esta situación y proponga medidas, presente alternativas, cuide de los ciudadanos.

Mientras las agendas aplicables sean la 2030, destructora de la civilización y desarrolladora, con grandes y pomposas afirmaciones, de un proyecto totalitario a nivel internacional y no sean planes de acción, protección y desarrollo de la calidad de vida de los seres humanos, en libertad y de un auténtico progreso social que no es, no cumple, la denominada progresía política que, en la práctica, es la regresión a un pasado oscuro y siniestro que llevó a la humanidad a la destrucción y el caos, en colaboración, cooperación y acordado con el fascismo al que, finalmente, se hizo responsable para ocultar u opacar la cruel realidad comunista-socialista, a la que pretendemos regresar con una pátina de colorín que permita la edulcoración y la inoculación del proyecto en los ciudadanos que lo sufrirán, y que no se darán cuenta hasta sus estadios finales