Leire Pajín, exministra de Sanidad, fue la autora en 2009 de aquella boutade de que el próximo acontecimiento histórico en el planeta sería la coincidencia de Zapatero en la presidencia de la UE y de Barack Obama en la Casa Blanca.
Pasado el tiempo, que es el mejor juez, vimos cómo José Luis Rodríguez Zapatero salía del Gobierno con las orejas gachas por su incapacidad para gestionar la crisis económica de 2008, y Obama abandonaba la Casa Blanca dejando tras de sí luces, pero también demasiadas sombras.
Los estadounidenses estaban hartos de la palabrería de Obama y, en general, del discurso huero de su establishment político, encarnado sobre todo por los Clinton. Y decidieron votar a Trump, esperpéntico personaje que, en otras circunstancias, tal vez nunca hubiera llegado a ser presidente de los Estados Unidos.
Pues bien, este fin de semana han sucedido otras importantes confluencias planetarias. Por un lado, hoy asistimos al día grande de la peculiar huelga de juguetes del padre Garzón, la Toy Story de cacharros sexistas y no sexistas patrocinada por el Ministerio de Consumo; por otro, ayer se consumó lo que la secretaria de Comunicación del PP de Madrid ha denominado “cumbre comunista” en Roma entre el papa Francisco y Yolanda Díaz.

Alberto Garzón parece empeñado en pasar a la posteridad como el ministro de las idioteces. En su haber están las polémicas campañas contra el azúcar o el chuletón, ahora esta huelga de juguetes o sus inoportunas declaraciones sobre los privilegios del español frente a otras lenguas españolas minoritarias, justo en el momento en que una familia de Canet de Mar está siendo acosada gravemente por reclamar el derecho a que su hijo reciba el 25% de sus asignaturas en castellano.
La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres”. La imperecedera lección moral de Cervantes en la segunda parte del Quijote.
Garzón con sus ‘garzonadas’. Y, entre tanto, Yolanda Díaz en éxtasis místico en el Vaticano con el “Santo Padre”, sumándose a esa amplia corriente de políticos de izquierdas que gustan de fotografiarse con el Papa, como ha sucedido recientemente con el alcalde de Valladolid, el socialista Óscar Puente, o como ocurría en épocas pretéritas con José Bono, al que incluso el papa Francisco escribe cartas personales manuscritas, el exalcalde de A Coruña, Paco Vázquez, y otros. Al fin y al cabo, ser de izquierdas y católico no es algo incompatible.
De Yolanda Díaz desconozco si es católica o no y ni me importa. Sorprende, sin embargo, que se haga la foto con el pontífice justo en el momento en que echa a rodar su campaña de lideresa de la izquierda de la izquierda. Esa izquierda moralista que antaño señalaba a la casta y satanizaba a los bancos y que, en poco tiempo, ha acabado adoptando sin rubor los gustos de la burguesía.
Tras el arrobo vaticano, solo nos queda verla haciendo campaña electoral por las Españas bajo palio.