La Trinchera

De toros y toreros: un lugar para el aficionado en la boca del león.

Mitin de Vox en Teruel

Mitin de Vox en Teruel Agencia EFE

Los aficionados votan a Vox: "¿Defensa propia?"

El artículo dominical de Gistau en El Mundo que describe por qué Vox ha capitalizado el enfado de los taurinos ha caído bien entre los aficionados, identificados con la tesis de la reacción a los ataques, al abandono de "las terminales políticas" progresistas y a la hipocresía, sobre todo, del Partido Popular, enfermo de complejos a pesar de tener hasta las elecciones andaluzas el control político de la defensa del toreo.

Después de haber leído otros análisis, la afición ha visto en El día en que el mundo del toro se pasó al maquis la explicación que necesitaba para justificar su intención de voto o el voto ya depositado. Tengo la sensación de que por culpa de los entusiasmos se ha pasado por alto un asunto un poco oscuro: Gistau acaba su pieza dejando caer el concepto del voto en "defensa propia", que incluye una acción ilegal pero legítima dadas las circunstancias. 

Y, a mí, esa visión del electorado taurino con el orgullo herido de muerte devolviendo el golpe a través de las urnas me plantea algunas dudas. Primero, en general, sobre la responsabilidad de alimentar un partido como Vox. Segundo, en particular, sobre la efectividad de ese voto protector de la tauromaquia, convertida desde el 2-D en el flanco débil donde se libra la guerra sucia contra Vox. Dos ejemplos recientes: Ábalos ya ha hablado de "caspa" para referirse al sector taurino. Podemos ha utilizado datos de una información sospechosamente sesgada aparecida en Público para decir "bye bye tauromaquia" en Twitter.

¿La prohibición en Cataluña, el gueto mediático —alimentado por las anquilosadas secciones taurinas de algunos periódicos—, los insultos, las fake news sobre la vigencia de la cultura taurina o el acoso animalista en las puertas de las plazas, entre una  lista interminable de agravios sufridos como parte de una estrategia de acción a nivel global, justifica el voto a una formación política que con su apoyo decidido prueba la existencia del mito original del que surgen todos esos problemas?

¿Debe el aficionado adoptar esa visión parcial del mundo tan criticada a los antitaurinos en un contexto donde la mejor estrategia pasa por ampliar la perspectiva?

¿La única reacción posible es destructora? No sé si me explico, ¿la rabia hay que canalizarla con Abascal y no en el impulso de un ente no partidista que influya en todos los líderes?

Los taurinos devolverán la agresión disparando al bidón de gasolina. Echarse a los brazos de Vox, más  que defensa propia, es kamikaze.