Opinión

Radical extremista

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Me han convertido en un radical extremista. Rezo a Nuestro Señor Jesucristo que, gracias a las enseñanzas del colegio, a la educación en la familia y a la formación académica, continue por esta senda.

Este gobierno de España, con sus socios apandadores y otros elementos separatistas e independentistas, quienes no dudan en abrazar elementos asnales, de patas dos, con aspecto humano, que alentaron el terrorismo de ETA —cuentan en la dirección a David Plá, dirigente de la banda terrorista— durante años y aún hoy se niegan a colaborar con la justicia; ese conjunto descrito, esa maraña de zafiedad, miserables y rastreros, nos han señalado a muchos españoles como radicales extremistas. Una presunta y falsa superioridad moral de la extrema izquierda atenaza la opinión pública de forma mayoritaria. Pocos medios sobreviven sin las oportunas subvenciones gubernamentales. Grupos de comunicación televisiva, radiofónica, prensa en papel y escrita en digital, nos atizan a diario con las soflamas de sus múltiples individuos e «ideícas», salvo muy honrosas y escasas excepciones. ¡Dos cojones!

Radical extremista en defender el idioma español. La Real Academia de la Lengua Española reza en su escudo «limpia, fija y da esplendor». Quienes recibimos formación en la E.G.B., rechina en los oídos escuchar la diferencia y redundancia entre diputados y diputadas, chicos y chicas, niños y niñas, ¡hasta «niñes» dicen ministras! Debería significar la pérdida inmediata de su cargo en el gobierno; revisión inmediata de su titulación universitaria. ¿Lograron acabar la carrera de la misma forma que consiguieron el puesto en el consejo de ministros? ¿Progreso dicen?

Radical extremista. Así de llano, en intento cutre de insulto; porque insulta quien puede, no quien quiere. Pensar diferente, distinto. Su extrema ideología ha causado más de 100 millones de muertos en todo el mundo en el siglo XX. Postulados anclados hace 100 años, 100, que han provocado hambre, miseria y guerras. Guerras donde se asesinaba a mujeres y niños, hombres y ancianos, jóvenes y mayores, entre otros, por el simple hecho de acudir a servicios religiosos. Sí, hablo de España, de la Guerra Civil, donde participaron de manera activa formaciones políticas que han perdurado hasta la actualidad. Cuyos afiliados y simpatizantes igual mataban a un cura, al sacristán, monja, agricultor o al presidente del gobierno. ¡Qué cojonudo es el progreso para sentirse orgulloso de asesinos!

Elegí ser Guardia Civil. Aprobada oposición, superada la formación académica; destinos a lo largo y ancho de España. Varios ciudadanos, de tan pacífico cuajo, nos decían aquello de «fuerzas de ocupación»; algún conocido «voy a ponerle veinte kilos de Goma 2 en el coche». Ahora soy radical extremista. Sufrí y salí vivo de un atentado terrorista. De las múltiples llamadas y conversaciones sobre aquél día, me quedo con una frase:

—Saliste vivo, hijo; eso es lo más importante —me recuerda mi padre.

Y lloré. Tragué lágrimas unas horas, hasta estar a solo, conmigo, nadie alrededor. El sentimiento de unos padres al verse en la tesitura de otros que perdieron a sus hijos, es un peso sobrenatural en el alma. Y jode, jode mucho, la actitud de la extrema izquierda. Soy radical porque prefiero echar una parrafada con don Francisco José Alcaraz Martos y don José Antonio Ortega Lara antes que una mierda de bacalao al pil-pil con Arnaldo Otegui Mondragón y secuaces. Extremista porque siempre estoy al lado de la víctima y de frente, muy de frente, contra terroristas y delincuentes. ¡Hasta ahí podíamos llegar!

Radical extremista. Por definición suya. Porque me gusta nuestro país, España; porque estoy enamorado de cada lugar y rincón; donde comer y beber, magníficos vinos y cervezas, ¡qué fruta, oiga! Por las tradiciones de Navidad y Semana Santa, corridas y encierro de toros; verbenas, jotas y muñeiras, flamenco y sevillanas. Un conjunto estupendo, fenomenal. Emociona conocer diferentes acentos del mismo idioma; peculiares nombres del mismo pescado en el norte y sur. Porque ser español es lo mismo que ser universal. Siendo español, puedes ser vasco o gallego en América, pese a haber nacido en Valladolid o Cigales. ¡Qué orgullo!

Radical extremista porque no sé qué es rendirse. Como Rafa; don Rafael Nadal dando raquetazos y luchando en torneos y campeonatos; sudando como si no costara. Quien se emociona, como un radical extremista, al oír sonar el himno nacional, ondear la bandera rojo y gualda. Y no hace falta sea en un campeonato deportivo; basta ver el vuelo de la enseña en un mástil grande, mediano o pequeño. Porque te emociona recordar a los asesinados, a los muertos, porque eran radicales extremistas como tú, como yo, defendiendo esos colores en nuestro país y allende las fronteras como fuerzas de interposición en guerras. Ellos murieron para que, sin vergüenzas, pretendan pisotear su memoria. ¡Basta ya!

Un saludo cordial a todos, todos, de este humilde radical extremista. ¡Viva España!