La 'perfomance' del 20-N en el Congreso: saltimbanquis y discursos de 1978 para celebrar la muerte de Franco en 1975

La 'perfomance' del 20-N en el Congreso: saltimbanquis y discursos de 1978 para celebrar la muerte de Franco en 1975

Despertar ya

Publicada

Algunos políticos insisten con sorprendente tozudez en celebrar el 20 de noviembre en vez del 6 de diciembre. Pero, ¿por qué?

Ese aparente misterio tiene, asombrosamente, una inaudita explicación. No se debe a una actitud de maldad intrínseca del iniciador, el señor Zapatero, ni a un ansia abstrusa de poder del continuador, el señor Sánchez. Se trata más bien de curar una hiriente frustración oculta, de paliar un sentimiento pueril de impotencia, de liberarse de un pesado lastre de fracaso, de cicatrizar una impalpable herida de vergüenza. Porque, por desgracia, sigue siendo el ardiente deseo de muchos españoles crédulos que el franquismo reviva de nuevo ante ellos, en carne y hueso de "fascistas” presentes.

Pero, ¿para qué? Para poder derrotarlo y evitarlo hoy. Como debería haber sido y no fue. De ahí deriva el estéril empecinamiento en desenterrar la lúgubre efigie del dictador azuzando la inquina y el enfrentamiento que todos sepultamos durante la Transición. De ahí el aplauso al empeño de reescribir la historia en vez de descubrirla, estudiarla y digerirla tal como fue. De ahí la porfía por castrar la memoria, abusando para ello con desvergüenza de la fuerza de la ley.

Sin embargo, irremisiblemente, se trata de un ansia vana, irreal y, sobre todo, dañina. El ayer ha ocurrido mal que nos pese y ha dejado su impronta en todos nosotros por mucho que deseemos negarlo. No reconocerlo resulta, a la vista está, en psicosis -la pérdida de contacto con la realidad- y esquizofrenia -una mezcla de alucinaciones, ideas delirantes y comportamientos incoherentes-. El tiempo corre siempre hacia el porvenir. Nuestro compromiso generacional ha de consistir en escribir con optimismo un mañana esperanzador. Eso sólo cabe hacerlo buscando y encarando la verdad gracias a la asunción por entero de nuestro pasado. No empecinándose en fundamentar el futuro en un adormecimiento de la razón que sólo produce monstruosidades.

Por eso hay que despertar de ese sueño ya y dejarlo atrás con su cohorte de bellacos, granujas y bribones.