Pedro Sánchez estrecha la mano de Xin Jiping en una visita oficial a China el pasado mes de septiembre. Se trataba del segundo viaje de Pedro Sánchez a China en menos de dos años.
Mentir con objetivo
Miente desde el primer momento. Mentía antes de ser lo que es y miente ahora que lo es.
Pero ¿por qué miente? ¿Qué hay de útil en la mentira? Con un cinismo descarado, promete a la gente de todo y cualquier cosa. Promete unidad a los ciudadanos, pero busca federalizar el Estado. Cuartearlo.
Promete bienestar a los trabajadores, pero quiere despojar a los "ricos" y a las empresas e imponer un exiguo salario mínimo vital para que "todos puedan llegar". ¿Adonde?
Promete igualdad y convivencia a la población, pero fomenta la discriminación de hecho y la desigualdad de derecho. Injusticia.
Promete democracia limpia, pero truca elecciones y emponzoña las instituciones para acaparar el poder imposibilitando la alternancia. Caudillismo.
Curiosamente, como Lenin prometió tierra a los campesinos, pero nacionalizó toda la tierra e impuso el trabajo en granjas colectivas. Servidumbre.
Como Lenin prometió la dirección de las fábricas a los trabajadores, pero centralizó el control de todo el trabajo bajo la dirección única de su partido y su plan. Dirigismo.
Como Lenin prometió una democracia auténtica no-burguesa, pero asaltó el poder y enterró durante 70 años las elecciones libres. Dictadura.
Lenin mentía y lo sabía. Él miente y lo sabe. Ambos mienten con objetivo y lo legitiman sobre la misma base: el fin justifica los medios.
Una mentira es útil si permite alcanzar y realizar la revolución -Lenin- o la dominación -Sánchez-. Siempre socialista y radical. Lo demás y los demás son prescindibles.
Quedará lo que debe ser y quedarán los que deben estar. Y sus resultados. Y sus mentiras.