Varias personas durante los altercados en Torre Pacheco, a 12 de julio de 2025, en Torre Pacheco, Murcia (España).

Varias personas durante los altercados en Torre Pacheco, a 12 de julio de 2025, en Torre Pacheco, Murcia (España). EUROPA PRESS

Torre Pacheco y el abandono institucional

Héctor Delgado
Publicada

Después de los altercados violentos vividos en el municipio de Torre Pacheco tras la brutal paliza a un anciano de 68 años es tiempo para una reflexión pormenorizada y atenta en cuanto los acontecimientos del pasado fin de semana no son más que el reflejo paradigmático de una situación extendida a otros pueblos, localidades y pedanías de la Región de Murcia en las que desde hace muchos años cunde un malestar generalizado por el aumento de la delincuencia, la presión migratoria y un creciente sentimiento de inseguridad ciudadana.

Si a todo eso le sumamos el abandono de la administración pública tendremos los ingredientes necesarios para entender el polvorín social que ha terminado por prender la mecha de la violencia en esta localidad del sur de España. Violencia inaceptable y gratuita. En eso coincidimos.

En lo que no coincidimos es en el hecho de achacar el origen de esa violencia a los discursos discriminatorios alentados por la extrema derecha y los corpúsculos afines a la ideología neonazi o fascista. ¡Otra vez nuestros políticos haciendo alarde de indignación cuando los hechos hablan por sí solos y ellos solo intentan politizarlos para llevárselos a su terreno!

Ese no es el origen de la situación sino la consecuencia inmediata de la que ahora se aprovechan estos grupos organizados. El origen hay que situarlo en otro lugar. Fundamentalmente en los miles de vecinos hartos y hastiados de observar cómo durante las últimas décadas el pueblo de toda la vida se ha trasformando en un lugar invivible en el que una mañana sales tranquilamente a pasear para que tres adolescentes magrebíes te manden directamente al hospital.

Independientemente de si existe una relación de causalidad directa entre el aumento de la delincuencia y la inmigración – para eso habría que analizar estadísticas, contrastarlas, debatirlas, ponderarlas, consensuarlas, llevar a cabo estudios de población y otros aspectos que no entran dentro de las competencias de este artículo- lo que es innegable es que las cosas mudan de apariencia, cambian para bien o para mal, evolucionan e involucionan y, en el caso de Torre Pacheco, todo ha ido cambiando para peor.

¿Por qué pues seguir empecinados en negar la realidad cubriéndola con palabras amables o falsedades en lugar de llamar a las cosas por su nombre? Sí, señores de Madrid, diputados y políticos, en el sur de España tenemos un problema social e institucional del que ustedes se valen únicamente para arrojarse los trapos sucios los unos a los otros sin aportar soluciones tangibles ni ofrecer alternativas coherentes que atajen definitivamente el deterioro social que afecta a la mayoría de poblaciones del Campo de Cartagena y mina la convivencia entre vecinos de diferentes culturas y continentes.

¡No! Ustedes prefieren cerrar los ojos ante la realidad a renunciar a unos principios que solo funcionan en sus mundos ideales o paralelos pero que nada tienen que ver con la triste realidad de pequeñas localidades como Torre-Pacheco. ¡Déjense ya de extremismos partidistas y actúen! Ni es viable aplicar una política de deportaciones masivas como tampoco lo es aferrarse al buenismo institucional que hace del migrante un ser desamparado, incomprendido y perseguido

¡No y mil veces no! Como cualquier realidad humana, migrantes los hay de todos los tipos, colores y ralea. ¿Y si en lugar de los neonazis, los fascistas y la ultraderecha resulta que el buenismo institucional y la inmigración descontrolada son los verdaderos focos del estallido de violencia vivido en Torre Pacheco? No pasa nada por admitir errores. Al fin y al cabo de los errores se aprende.

Seamos capaces, por una vez, de llegar a un consenso político y aceptar, sin partidismos ideológicos, los difíciles trámites a los que la realidad obliga y que pasan inevitablemente por un mayor control de nuestras fronteras y un endurecimiento de las políticas migratorias y de extranjería. Quien delinca, fuera; quien no esté en regla, fuera. Tan sencillo y efectivo como la vida misma.

A lo mejor también piensan resolver lo de Torre-Pacheco a golpe de tweet. ¿Quién sabe? Quizás tanto la izquierda como la derecha de este país se identifiquen en que ambas sean bastante ciegas e impotentes a la hora de dirimir diferencias para aportar soluciones. De hecho, lo único que harán será blandir su coartada perfecta sin mencionar siquiera el foco real del problema que asola el Campo de Cartagena. Los unos echarán a rodar el discurso de las deportaciones y los otros empezarán a pegar etiquetas y sambenitos de nazis o fascistas a todo aquel que, desde su propia experiencia personal, ose alzar la voz para denunciar el problema de la inmigración descontrolada.

Porque repito: no se trata de demonizar al migrante sino de denunciar el fenómeno de la inmigración descontrolada. Disociemos las ideas y los términos. No se apunta a las personas sino a un hecho que, visto sin las anteojeras ideológicas, reclama una solución inmediata.