. EFE
La moda del tuteo resulta en una nueva jerarquía social
Según Mistral 8x7B (un modelo de Inteligencia Artificial), la actual caída en desuso del secular trato de usted (llamado ustedeo o usteo) se debe a un deseo popular de caminar hacia sociedades más "informales, igualitarias y respetuosas para todo el mundo". Pero dicho modelo no justifica por qué asocia "informal" con "igualitario", como si no pudiese haber igualdad sin informalidad; ni explica otras paradojas de la zafia moda del tuteo.
En un calamitoso razonamiento en bucle y plagado de inconsistencias, Mistral sólo es capaz de invocar una y otra vez las tan vagas como políticamente correctas ideas de "sociedad inclusiva", "alejarse de jerarquías elitistas y discriminatorias", "universal trato de dignidad y respeto", etcétera, pero sin ofrecer ningún argumento convincente.
Y es que, si de igualdad o inclusión hablamos, el familiar "tú" no ofrece ninguna clara ventaja sobre el educado "usted", siempre que empleemos igual fórmula para todo el mundo. Pero si de respeto o dignidad hablamos, entonces el segundo, pronombre cortés por definición, gana la partida.
En inglés moderno, por ejemplo, ya no existe más que una forma apelativa para el trato mutuo: "you", lo cual parece, en efecto, reflejo de una consagrada igualdad social. Pero resulta que "you" es una evolución fonética del antiguo "ye" (vos, vosotros), y no del antiguo "thou" (tú).
Ese plural y cortés "ye" fue paulatinamente reemplazando al "thou" como vocativo hasta hacerlo desaparecer, de modo que la actual hegemonía del "you" es fruto de una evolución "igualitaria" hacia el empleo de la forma más educada, no de la más familiar.
Quizá aquellos ingleses sentían que todo el mundo merecía el mismo trato respetuoso. Nuestro sentir, en cambio, parece ser a la inversa: que es preferible el tuteo universal... pero con llamativas excepciones.
Contra el parecer de muchos, tratar de usted a todo el mundo -muestra de que todos somos acreedores a la misma cortesía- es una norma de educación que nada tiene que ver con el rango social de nuestro interlocutor, de modo que no presupone desigualdad alguna.
En cambio, el supuestamente igualitario pero en realidad selectivo abandono actual del ustedeo sí que la presupone, en tanto que seguimos usándolo con quienes están en alguna posición de poder o autoridad respecto a nosotros: cargos políticos, altos ejecutivos, jueces, médicos, policías, etcétera.
Por alguna extraña razón, encontramos natural ofrecer esa muestra de subordinación a estos colectivos pese a que, al parecer, opinamos que el tuteo es deseable para "abolir las jerarquías" y conseguir "una sociedad más igualitaria", como equivocadamente dice Mistral.
En efecto, ahora que cualquier oficinista o director de banco, empleado de compañía eléctrica o funcionario de la Administración tiene el mal gusto -por no decir la impertinencia- de tutearnos, resulta que las mencionadas élites siguen usteándose entre ellas y esperando del pueblo llano la misma deferencia.
Y el pueblo, renunciando para sí mismo a esa -hasta hace poco universal- muestra de respeto, se la mantiene sumisamente a los grupos privilegiados, autoridades y poderosos de iure o de facto. Por ejemplo, a ninguno se nos ocurre tutear a un juez; ni éste lo aceptaría si tal hiciéramos. "Cuando se dirija a esta autoridad haga el favor de mostrar el debido respeto", exigiría.
Así que con esta selectiva generalización del tú no sólo no hemos dejado atrás desigualdad alguna, sino que hemos creado una nueva donde antes no la había. Y lo peor de todo es que esta moda del tuteo podría no ser, como pareciera, un "democrático" impulso natural de las masas, sino que quizá venga de algún modo promovido precisamente por los beneficiarios de la nueva categoría social que de ella resulta.
No es improbable que sean dichos privilegiados quienes estén alentando esta novedosa jerarquía, haciendo que cuaje en nuestras dóciles testas la convicción de que hay y está bien que haya dos clases de ciudadanos: por un lado ellos, los acreedores al "usted", y por otro la plebe, a la que debe depararse el desenfadado "tú". (Y tal vez la plebe no merezca otra cosa, pues ha sido la primera en abrazar este nuevo modo de desigualdad).
De hecho, no deja de ser significativo, o hasta sospechoso, que la generalización del tuteo esté dándose simultáneamente en muchos y variados países del mundo. Debería cuando menos hacernos meditar un poco (pues no parece puramente casual) que tanto rusos, portugueses o chilenos, por nombrar sólo tres, estén abandonando a la vez el uso habitual de la fórmula de cortesía.
Si la teoría es que todos merecemos idéntico respeto, "usted" ejerce esa función mucho mejor que "tú", y su desaparición sólo sería razonable si, al menos, fuese total e incluso oficial: si todo el mundo, desde el presidente hasta el último paria, hubiera de tutearse. Mientras esto no suceda, conviene seguir desconfiando de la inocencia y espontaneidad de esta nueva moda.