Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, esta semana en un acto. n

Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, esta semana en un acto. n Isabel Infantes / Europa Press

Eco y Narciso

Eduardo Moreno Amador
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(Narciso) "Muchos jóvenes y muchas muchachas lo desearon. Pero hubo en su tierna hermosura tan dura soberbia que ninguno de los jóvenes, ninguna de las muchachas, lo conmovió"

La Metamorfosis, III, 354-355 Ovidio

(Eco) "Despreciada se esconde en las espesuras, y pudibunda oculta su cara con frondas, y desde aquel momento vive sola en las cavernas. Se esconde y no es vista por nadie en el monte, sólo es oída porque ya sólo el sonido vive en ella."

La Metamorfosis, III, 389 y 400. Ovidio

La ninfa Eco, educada por las Musas, tenía la cualidad de configurar un discurso con las palabras más bellas jamás reunidas. Con ellas distrajo a Hera, la esposa de Zeus, mientras éste le era infiel. Hera se enfadó por la traición y la privó de su don de lenguas condenándola a sólo poder repetir las últimas palabras que hubieran dicho otros. Su discurso, así, era inconexo e insustancial, confuso y engañoso. Seducida, como el resto de las ninfas por el bello Narciso, le persiguió por los bosques hasta lograr un encuentro en el que Eco quiso entregarse al adónico personaje. Pero, finalmente, fracasó y fue despreciada como otros jóvenes y muchachas lo habían sido antes.

El primer acto de la nueva representación del mito, se vivió en Andalucía. La personalización de la representación de la izquierda y conflicto y división, rebajaron los resultados detrayendo votos que acabaron en la abstención o en el Partido Socialista como expresión del "voto útil". El desembarco de Yolanda Díaz descompuso el imaginario de una izquierda radical y asamblearia, y supuso una forma de reducir el batacazo del PSOE, que finalmente sucedió sin remedio.

Esta lectura de las elecciones andaluzas, con su proyección hacia las próximas elecciones locales y autonómicas, evidencia el encuentro táctico entre el sanchismo y el yolandismo para pergeñar una estrategia conjunta que prefigura el engaño a los votantes.

Ya no cabe hablar del PSOE ni del tándem "Sumar + Podemos": ambos partidos han sido borrados del imaginario del ciudadano. Son Sánchez y Yolanda –Narciso y Eco—quienes jugarán en los emboscados comicios de diciembre. Y Yolanda –Eco— ha creado un partido desde el Gobierno en contra de otra parte del Gobierno, lo ha hecho con el dinero de todos y engañando a su antiguo mentor; y –tras haber copiado su discurso—es ya incapaz de producir uno propio. En este momento, como en Andalucía, dividirá a la izquierda, forzando el desplazamiento de votantes al PSOE y descomponiendo el voto radical con ese encantamiento de un discurso sonoro y sin contenido, hecho para los iluminados de Hamelín; ese eco del discurso manipulador y confuso de Narciso, que anda buscándose a sí mismo y que desprecia a todos los que confiaron en su liderazgo.

Pero la realidad es que Díaz no espera ningún éxito para su partido o «movimiento» político. Aunque la mayoría de las opiniones publicadas se atrincheran en que las próximas serán unas elecciones "muy abiertas" en las que puede suceder de todo, la realidad es que hay una convicción íntima de su fracaso.

Tras la indudable catástrofe, la vicepresidenta espera sólo la gratitud personal de Sánchez cuando, tras perder estrepitosamente en las generales, su única forma de sobrevivir en la travesía del desierto sea hacerlo en el entorno de Ferraz o aferrada a algún cargo –dentro o fuera de España—como pago por el cambio de lealtades.

Su problema, de ambos, es que ante el fracaso nada se contiene y serán muchos los perjudicados que clamarán por el castigo. La propia Eco, ya desnortada, hará su función estertórea cuando escuche a los damnificados y multiplicará el sonido de las demandas. No olvidemos que entre los "sumandos" que acudieron a Magariños, muchos estaban allí por rencor hacia un trato anterior que consideraron vejatorio o injusto. Y el rencor también se reproduce, como el eco.

A Eco y las ninfas las escuchó la Ramnusia, dice Ovidio. La Ramnusia es la Némesis que castiga la desmesura y el exceso de fortuna colocando un oportuno iceberg en el rumbo de cada Titanic, como recuerda a menudo D. Arturo Pérez-Reverte.

En otras versiones del mito, se atribuye a Themis, madre de Helena de Troya, el castigo. Condenado por todos los resentidos a causa de sus desprecios, y fuera cual fuera la diosa ejecutora, Narciso murió "ahogado en su propia imagen" como nos recuerda el Ismael de Moby Dick.

Para los que no sepan quién era Themis en la mitología griega, les diré que se la representa con una balanza en la mano izquierda y una espada en la derecha. También, a veces pero no siempre, con los ojos vendados.