Por tercera vez en una semana las listas del PSOE al Congreso de los Diputados y el Senado sufren cambios. Si primero fue la dirección provincial la que elevó una propuesta que fue modificada por el PSPV-PSOE, ahora ha sido Ferraz quien ha dado la razón a los partidarios de Alejandro Soler (secretario general provincial) frente a los de Ximo Puig (secretario general autonómico presidente de la Generalitat en funciones), que sale mal parado de este proceso.

La Comisión Federal de Listas ha echado por tierra la modificación realizada por la Comisión Ejecutiva Nacional (autonómica) del PSPV dejando como número uno a Alejandro Soler, de dos a Patricia Blanquer, de tres a Lázaro Azorín, de cuatro a Araceli Poblador (actual subdelegada del Gobierno del mismo sector que María José Adsuar, propuesta en un primer momento) y de cinco a Jorge Díaz, en el Congreso.

También en el Senado, Ferraz ha impuesto la ley de los sanchistas colocando a la solerista Ana Martínez de uno, a la ximista Antonia Moreno de dos y al verdadero hombre de hierro del socialismo alicantino, Ángel Franco, como número tres. Así pues, las intenciones de Puig de relegar a Franco y situar a su afín (ahora, porque antes era pajinista) Toñi Serna en la Cámara Baja.

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En cualquier caso, eso no significa que Franco vaya a salir elegido porque tradicionalmente en la provincia de Alicante el que gana las elecciones se lleva tres senadores y el que las pierde, tan sólo uno. Algo que sólo ha cambiado en los últimos tiempos con la quiebra del bipartidismo y la entrada de Cs en 2019, y sólo por unos meses hasta que se repitieron las elecciones con los senadores territoriales.

Todos estos cambios significan nuevamente que Franco (líder de la minoría mayoritaria) vuelve a cambiar el paso, como lo lleva haciendo durante las últimas tres décadas. Y si tradicionalmente ha apoyado al lermismo (que encarna el propio Puig), de vez en cuando y estratégicamente se deja querer por los críticos en el ámbito autonómico aunque luego los aplaste en la agrupación de Alicante.

El hecho de que Ximo Puig impusiese como candidata en la ciudad de Alicante a su exconsellera Ana Barceló  fue algo que no gustó a Franco y a su entorno. Así, aunque la apoyó en las primarias porque enfrente se posicionó el solersimo con Adsuar a la cabeza, pronto se dio cuenta de que la sajense no contaba con él ni para la elaboración de listas ni para la campaña.

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La respuesta por parte del sector de Franco ha sido la desmovilización, y empezar a trabajar el relevo en el Ayuntamiento de Alicante que comienza con el reconocimiento de su poder por parte de Ferraz a través de una alianza puntual con Alejandro Soler, con quien siempre ha coincidido personalmente aunque no políticamente.

Además, Franco se cobra además otros feos de Puig en el pasado, como cuando impulsó a Rubén Alfaro para la provincial (en el proceso previo al de Soler) y el entonces presidente de la Generalitat impuso a José Chulvi dejando en entredicho la ascendencia del líder alicantino en la provincia. Y es que en el PSOE de Alicante las cuentas pendientes se terminan pagando.