Algunos curiosos se agolpan en el arcén para ver el volcán este sábado.

Algunos curiosos se agolpan en el arcén para ver el volcán este sábado. Carlos Aciego

Reportajes

Los turistas que pronosticó Reyes Maroto en el volcán de La Palma: "Es un espectáculo histórico"

Decenas de turistas acuden a La Palma en el primer fin de semana con el volcán activo. "Queremos verlo sin molestar a las víctimas que lo han sufrido".

26 septiembre, 2021 01:33
Domingo Díaz Carlos Aciego

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Es sábado. Se cumplen siete días exactos desde que el volcán de Cumbre Vieja comenzó su erupción en La Palma. Ante él, por fin, Inma y Loreto. Las dos hermanas están acompañadas por su padre. Una de ellas, además, trae a su hijo de tres añitos. “Somos unas frikis de esto”, reconocen. Una viene de Madrid y la otra realizó su viaje desde Barcelona. No es la primera vez que intentan ver un volcán en erupción, pero sí es la primera vez que lo consiguen. “Esto es un espectáculo histórico”, comenta la familia.

El pasado domingo comenzaron a buscar los billetes con premura. Eso sí, fueron precavidas y eligieron como destino Tenerife. Desde ahí, en barco, alcanzarían La Palma. “Por si cerraban el aeropuerto”, presagiaron. Se cumplió. “De hecho, mi marido no ha podido venir porque lo cerraron”.

Las hermanas disfrutan del momento. Se encuentran en un apeadero de la carretera Empalme Dos Pinos. Aquí hay más ejemplos de turistas como ellos. La mayoría no quiere dar la cara por miedo a ser criticado. Si esto es un espectáculo, el drama que viven las familias de esta zona lo supera con creces. ¿Entonces? ¿Es lícito o ético hacer turismo cerca de un lugar que será declarado Zona Catastrófica? ¿Hasta qué punto puede alguien disfrutar de este fenómeno natural conociendo el drama que contrae? ¿Falta empatía a estos turistas?

Las hermanas vislumbran el volcán.

Las hermanas vislumbran el volcán. Carlos Aciego

La primera vez que se abrió el debate, Reyes Maroto fue criticada hasta la extenuación. La ministra de Industria, Comercio y Turismo fue el centro de la polémica por sus declaraciones en Canal Sur. “Desde Turespaña y las embajadas vamos a dar toda la información para que la isla (La Palma) se convierta en un reclamo para los turistas que quieran ver este espectáculo tan maravilloso de la naturaleza con prudencia, porque ahora mismo lo que nos preocupa es la seguridad de todos los ciudadanos y turistas”.

No decía ninguna locura la ministra. El drama que vive La Palma estos días está patente, sí, sólo hay que encender la televisión. Pero aquí hay decenas de turistas, si no cientos, acudiendo a los miradores de la isla a ver el volcán. Quieren verlo desde diferentes puntos, desde distintos ángulos y a horas dispares, acercándose lo máximo posible. La Guardia Civil ha tenido que desalojar en ocasiones el arcén de pocos centímetros de las serpeteantes carreteras canarias porque los curiosos se agolpaban en cualquier punto.

“Hasta cuatro horas caminando”

El rugido de un volcán suena como una marejada. Como cuando el mar golpea a las rocas. O como el viento de levante soplando intermitentemente en la playa. Las explosiones más fuertes suenan diferente, como un petardo a lo lejos. Visualmente, depende de la hora del día, se pueden observar distintos fenómenos. Si por el día el espectáculo es negro, por la noche el rojo incandescente toma partido. El volcán escupe y las explosiones dibujan cuadros distintos.

Todo muy bonito, claro. Y un acontecimiento histórico para contar a los nietos, si es que los tienen. "Yo estuve allí". Sin embargo, la parte contraria de esta moneda son llantos, gente desalojada, casas derrumbándose ante el fuego y personas que se quedan sin medio de vida de la mañana a la noche.

Al final, todos los ojos acaban la mayor parte del tiempo en este fenómeno. Los palmeros también se paran a ver el volcán, claro. Unos miran desde sus azoteas, con miedo, con incertidumbre. “Si estás en casa de noche, escuchas explosiones y no sabes qué ocurre. Mejor estar aquí viéndolo, si no vamos a dormir...”, decía una palmera en la noche del jueves.

Una imagen del volcán durante la noche del sábado.

Una imagen del volcán durante la noche del sábado. Carlos Aciego

La situación de unos y otros es diferente. Los foráneos no quieren echar a los forasteros. Son comprensibles con los turistas, pero piden un mínimo de respeto. Luis vive en Santa Cruz y está viendo el volcán desde la carretera de Empalme dos Pinos, porque sabe que es un momento histórico. Ha venido a esta zona de la isla a ver a sus familiares.

“Entiendo que la gente venga a verlo”, dice al reportero que le pregunta. Es consciente de que la ministra, en parte tenía razón, aunque sabe que hay gente pasándolo mal. Lo que no le gusta es que los turistas estén pegando gritos en este lugar. Es un momento histórico y es comprensible que quieran verlo, pero “un mínimo de respeto”. “Hace unos minutos había aquí unos chicos pegando gritos en la puerta de la casa -estamos en un apeadero justo delante de una vivienda donde hay aparcado un camión-. Entiendo que a este hombre -señala a un señor que entra en la vivienda- no le haga gracia ver eso estando desalojado”.

En los mismos términos, se muestra otro palmero en la zona de El Time, un mirador a 594 metros de altura. Aquí se agolpan los coches y el viernes tenía incluso que intervenir la Guardia Civil para evitar accidentes. Esta zona, al norte de la isla, tiene unas vistas privilegiadas del volcán. Se puede ver toda la colada y la lava salir en un color rojo incandescente. Algunos utilizan hasta prismáticos.

Este palmero, que ha llegado en moto, deja claro que se ha enfadado en varias ocasiones. En una de ellas, escuchó a un hombre decir lo siguiente: “Anoche me senté con una copita de vino y vaya espectáculo”. Eso le sacó de sus cabales y tuvo que contenerse para no enfrentarse a ellos.

Vuelos cancelados

Este sábado, el tráfico aéreo quedaba cancelado en La Palma. Muchos se quedaban en el interior de la isla, mientras otros aprovechaban el mar para ir hasta Tenerife. Esta misma vía es la que utilizaban otros para acceder a este lugar. Varios lo hacen desde algunas de las islas del archipiélago, otros llegados con anterioridad desde la península.

Por si acaso, los hubo que buscaron su vuelo a Tenerife por precaución. “Pensé que el aeropuerto de La Palma podía cerrar y por eso elegí esa vía. Sabía que el barco sería la opción”, reconoce un girundense en el bar de El Time.

El catalán viene con su hermano y la hija de este. Quiere ver el volcán, pero sin molestar. Muchos de los que han acudido para ver el volcán de Cumbre Vieja quieren también ayudar. Es el caso del mencionado joven, que se ofreció para sacar muebles en cualquier momento.

Una imagen de los curiosos, algunos de ellos turistas.

Una imagen de los curiosos, algunos de ellos turistas. Carlos Aciego

También hizo lo propio Pedro, nombre ficticio de un peninsular. Él envió varios correos para poder ayudar junto a protección civil. Disfruta, con respeto, de la oportunidad histórica que le ofrece el volcán. “Jodo, mi objetivo era ver el volcán con el mínimo impacto posible y no me gustaría herir ninguna sensibilidad”.

Reconoce que está sensibilizado, pero uno de sus tres viajes soñados era ver un volcán en erupción. El pasado domingo no lo pensó dos veces y se compró un vuelo para La Palma. “Si no era esto, iba a ir a verlo a cualquier lugar del mundo”, reconoce.

Este hombre de 40 años no quiere fotos porque se siente juzgado. En parte lo comprende, pero en parte no. Sabe que son muchos los que desearían disfrutar de este momento histórico y no lo dicen por hipocresía. “A los que dan la cara en estos casos, les atacan”, dice. Repite en varias ocasiones que no quiere herir sensibilidades.

Turismo volcánico y Reyes Maroto

“La Palma tiene entre sus productos turísticos la parte volcánica y puede ser un reclamo que aprovechar”, dijo la ministra Reyes Maroto. Es cierto, sólo hace falta ir a la zona de Fuencaliente o Puerto Naos, la zona sur de la isla. Allí, se presume de las coladas de los volcanes anteriores: el San Antonio y el Teneguía.

“Lo estamos viendo en otros países como Islandia, donde se están produciendo estos fenómenos”, expuso también Maroto. Y tenía razón. Es más, los viajeros que están aquí entienden las palabras de la ministra y las comparten.

Pedro tiene claro que si él fuera político estaría todo el día en el candelero por declaraciones similares. “Ella fue espontánea”, dice.

El gran ejemplo de este turismo volcánico es el de la familia de Inma y Loreto, que también están de acuerdo con Maroto. “Tiene razón”. Están aquí, pero también fueron a Islandia cuando la irrupción del volcán. Sin embargo, en aquella ocasión no llegaron a verlo. Cuando fueron, ya no escupía lava. “Por eso compramos los billetes para el viernes, para verlo cuanto antes”, reconocen dos hermanas que no querían perdérselo.

Una imagen desde el mirador de El Time.

Una imagen desde el mirador de El Time. Carlos Aciego

De hecho, una generación de palmeros soñaba con ver un volcán en la isla. Ellos pensaban, eso sí, que saldría en una zona en la que no causaría daños. Tal y como reconocía el párroco de Todoque a EL ESPAÑOL, si hubiera salido que habría daños materiales, “hubiera preferido no verlo jamás”. Es un sentimiento compartido en esta generación de palmeros.

Chema y Laura también ven lógicas las palabras de la ministra. Ellos son de Tenerife y están aparcados viendo el volcán antes de que su barco zarpe de vuelta. “Vinimos a traer ayuda”, dicen. Pero es inevitable parar a ver este fenómeno natural. Ellos, además, piensan que el turismo es bueno para la isla y vislumbran de nuevo la controversia: “Nos hace falta el turismo, porque vivimos muchos de eso, pero es cierto que este es a costa de la desgracia ajena”.

A pesar de todo, Maroto acabó por rectificar sus palabras y admitir todas las críticas. “Hay que saber rectificar cuando una se equivoca”. Lamentó “que hayan podido ofender al sentimiento que hay en La Plama y en los palmeros”. Además, “me solidarizo con la situación tan dramática que existe en la isla”.

La ministra también expuso en dicha rectificación otra argumentación. “Ya habrá tiempo para hablar del turismo y de cómo recuperar el reposicionamiento”.

Este reportaje se escribe en un bar llamado Mirador del Time. Las cámaras se agolpan. Todos quieren tener la foto propia, hecha con su cámara, aunque sea del móvil. El de Cumbre Vieja debe ser uno de los volcanes más fotografiados de la historia, pensamos.

Con el paso de las horas, la noche va ganando terreno al día y el lugar, se va llenando de turistas y curiosos. En la noche del viernes, la policía tuvo que acudir a regular el tráfico, ya que la gente se agolpaba en una curva bastante peligrosa. El acento insular no domina. Una explosión hace a todos los que están dentro levantarse para ver qué está ocurriendo, cómo ruge el volcán. ¿Cuántos de los que están aquí habrán venido por el turismo volcánico? ¿cuántos vendrán mientras el volcán de Cumbre Vieja continúe en erupción? ¿Y después? Y, sobre todo, ¿Dónde está la delgada línea que separa el respeto por las víctimas de este fenómeno y el disfrute por “el espectáculo”?