Julio Rodríguez, junto a Juan Carlos Monedero, en un acto celebrado recientemente en Madrid.

Julio Rodríguez, junto a Juan Carlos Monedero, en un acto celebrado recientemente en Madrid. EFE

España Movimientos en las listas

El JEMAD de Podemos amaga con dejar la política y logra el 'número 1' por Almería

La formación de Iglesias busca un acomodo para Rodríguez que le asegure un escaño el 26 de junio.

12 mayo, 2016 03:03
Gonzalo Araluce Alberto Lardiés

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Entre las esferas militares es conocida la escrupulosidad de José Julio Rodríguez por la planificación. Cuando ocupaba el cargo de Jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD) -mayor distinción en los Ejércitos por debajo del Rey-, los contingentes que operaban en el extranjero debían enviarle con una semana de antelación los operativos que iban a desplegar en misión. Previsión y estabilidad. Dos términos que, en el escenario político de los últimos meses, han estado muy lejos de su realidad y que le han llevado a amagar con la posibilidad de abandonar las filas del partido, según aseguran algunos miembros del mundo militar próximos a Rodríguez. Pero Podemos no quiere desprenderse de su JEMAD y le ha buscado un acomodo con el que se asegure un escaño en las próximas elecciones: 'número uno' en las listas de Almería.

"Será un honor que acepte ser mi ministro de Defensa cuando forme Gobierno", señaló Pablo Iglesias cuando anunció el fichaje de Julio Rodríguez. Un golpe sobre la mesa con el que consiguió dos objetivos clave: por un lado, alejarse de las tesis antimilitaristas que marcaban el rumbo de Podemos y que podían despertar recelo entre parte del electorado; por el otro, minar la moral del PSOE, arrebatándole un hombre que fue clave para la planificación de Defensa en el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero con Carme Chacón como titular de la cartera. Con ambos, además, mantenía una buena relación personal.

De cara a las elecciones del 20 de diciembre, Iglesias y su equipo pensaron que el lugar idóneo para un fichaje de esta envergadura era como 'número dos' de Zaragoza. Los pronósticos vaticinaban que tanto él como Pedro Arrojo -quien encabezaba la lista- alcanzarían un escaño. Pero los resultados de los comicios estuvieron por debajo de las expectativas y aquel "ministro de Defensa" se quedaba sin su asiento en el Congreso.

De la primera fila, a la nada. Un tropiezo significativo en la carrera de alguien que debía liderar los cambios más profundos en las Fuerzas Armadas en los últimos tiempos: derechos de reunión, manifestación, asociación, libertad de expresión, sindicación y afiliación a partidos políticos, todos ellos recogidos en el programa político de Podemos.

El mundo militar da la espalda a Rodríguez

Julio Rodríguez era consciente, al incorporarse a las filas de Podemos, de que su decisión iba a despertar recelo entre ciertos sectores del ámbito castrense. Algunos cargos del Ejército de cierto peso escribieron cartas abiertas manifestando su malestar; pero, según apuntan desde esferas militares próximas al JEMAD, no fue aquello lo que motivó su malestar.

"Nunca daría el salto a la política -comenta un militar que compartió episodios de su trayectoria con Julio Rodríguez-. Pero, si lo hiciera, ¿cómo hacerlo al partido que está más alejado de los valores militares?". Esta pregunta se la han hecho otros altos cargos del Ejército con quienes el "ministro de Defensa" de Podemos no mantiene relación desde su salto a la política.

Divergencias Podemos-FFAA

Desde el seno de Podemos defendían que Julio Rodríguez había llegado al partido para modernizar algunos aspectos de las Fuerzas Armadas. Pero en el fichaje del ex JEMAD también había una segunda intención que no se plasmó en el papel: suavizar algunas de las tesis de la organización de Iglesias -la relación de España sobre la OTAN o el referéndum sobre Cataluña- que podían herir a ciertas sensibilidades electorales. La estrategia era buscar esa "transversalidad" que el partido de los círculos ha defendido desde sus inicios y en la que sus dirigentes hicieron hincapié en la pasada campaña para contrarrestar el "voto del miedo" que otros partidos alentaban contra Podemos. 

Sin embargo, lo que el "ministro de Defensa" de Podemos no tenía en mente eran las explicaciones que, desde entonces, iba a tener que ofrecer ante ciertos acontecimientos puramente políticos. No se le vio cómodo hablando sobre Ada Colau tras el desplante que ésta hizo a dos militares en una feria de educación en Barcelona.

Tampoco le fue fácil responder a algunas preguntas sobre geoestrategia que el periodista Carlos Alsina le formuló en su programa de Onda Cero: "Hay informes de que países occidentales, Turquía o Estados Unidos, han financiado al Daesh", afirmó Rodríguez, tras afirmar que respondía "como político" y no como militar. No faltó quien, desde el mundo castrense, lamentara que Rodríguez hiciera aquella afirmación: "No por lo que dijera, sino porque, de ser cierto, habría accedido a aquellos informes como JEMAD y no puede divulgarlos", explica un alto cargo del Ejército a EL ESPAÑOL.

Confluencia Podemos-IU

Aquel caldo de cultivo que despertaba suspicacias en el JEMAD de Podemos terminó por detonar cuando Pablo Iglesias y Alberto Garzón anunciaron el pacto entre Podemos e IU-Unidad Popular para las próximas elecciones generales. El malestar no procedía tanto del propio Rodríguez como de los miembros de Izquierda Unida en Zaragoza, que no veían con buenos ojos que un militar formase parte de sus listas.

"Soy un soldado de a pie, implicado en un proyecto en el que me comprometí", ha señalado el "ministro de Defensa" de Podemos en varias ocasiones. Pero con lo que no contaba era con la batalla que tendría que librar en el que debía ser su feudo, la capital aragonesa. Según fuentes próximas a IU-Zaragoza, el objetivo de colocar a su candidata Rosa Magallón como 'número dos' de las listas -el mismo que hasta ahora ocupa Rodríguez- tenía un doble propósito: dar un golpe de autoridad en las negociaciones con los de Iglesias y alejar al JEMAD de la provincia. 

'Número uno' en Almería

Los rumores apuntaban a una salida de Rodríguez de Zaragoza. Pablo Echenique, 'número tres' de Podemos, respondía este miércoles a las preguntas de los periodistas en un acto celebrado en la capital aragonesa: "Repetimos listas y de momento no hay ningún cambio". Pero también dejaba las puertas abiertas a una revisión de las candidaturas en las negociaciones con IU: "Para las listas afortunadamente hay más tiempo que para registrar las coaliciones", señalaba.

Echenique, en el momento en el que asegurado Rodríguez iría por Zaragoza.

Echenique, en el momento en el que asegurado Rodríguez iría por Zaragoza. J. Cebollada EFE

A pesar de las palabras de Echenique, los acontecimientos se precipitaban a lo largo de la jornada. Pocas horas más tarde, la formación de Pablo Iglesias confirmaba que el nuevo destino de Rodríguez pasa por encabezar la candidatura de Almería, vacante tras la renuncia del abogado David Bravo.

Además, a última hora de la tarde, durante un acto celebrado en su barrio de Vallecas, el propio Pablo Iglesias afirmaba que "para nosotros es un honor que vaya a ser diputado, esta vez sí, y espero que también sea ministro, José Julio Rodríguez, un general de cuatro estrellas". Así, se despejaban las dudas sobre la posibilidad de que el JEMAD dejase su corta trayectoria política. 

Los nuevos retos de Rodríguez

Tras amagar con abandonar la política, según repiten fuentes de su entorno, el "ministro de Defensa Podemos" ha logrado un puesto que le asegura su presencia en el Congreso de los Diputados. De acuerdo a los resultados electorales obtenidos el 20 de diciembre, la confluencia Podemos-IU tiene asegurado su escaño en Almería salvo sorpresa mayúscula.

El escenario que se le dibuja a Rodríguez en la provincia andaluza es relativamente asequible, aunque el caramelo también puede resultarle amargo. En las bases de Podemos Almería figuran nombres como los de los sindicalistas Diego Cañamero y Juan Manuel Sánchez Gordillo, de claro perfil antimilitarista. También se trata de uno de los feudos de la Legión y donde más fervor despierta su participación en actos religiosos, algo que no va en consonancia con los principios de la formación morada.