Una sanitaria realiza una PCR.

Una sanitaria realiza una PCR. David Arquimbau EFE

Salud Covid-19

Alarma o alarmismo: por qué es difícil que la variante ómicron reinicie la pandemia

Los expertos consultados por EL ESPAÑOL aventuran la posibilidad que la nueva cepa sea un paso más hacia la forma endémica del virus.

2 diciembre, 2021 03:57

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Se trata de la primera variante que ha puesto patas arriba las expectativas de las autoridades sin demostrar nada. Tras el anuncio de la OMS de clasificar a ómicron como variante de preocupación debido al alto número de mutaciones que contiene respecto a la original, incluyendo un puñado de las presentes en alfa, beta o delta, los países con mayores tasas vacunales están aplicando vendas antes de la herida.

Cierre de las fronteras con los países del sur de África, cuarentena para contactos estrechos de aquellos contagiados con la nueva variante o una campaña masiva de dosis de refuerzo de unas vacunas que los más agoreros se temen que no funcionen frente a la nueva cepa.

Aunque los especialistas consultados por EL ESPAÑOL no desdeñan la idea de que pueda surgir un linaje del SARS-CoV-2 que haga peligrar todos los avances conseguidos hasta ahora (y recordemos que la proporción de muertes entre los infectados ha disminuido significativamente desde la llegada de las vacunas), dudan mucho de que ómicron sea ese linaje e incluso, adelantan, puede implicar un paso más hacia el fin de la pandemia.

Algunas de estas mutaciones son viejas conocidas, como N501Y, presente en alfa, beta y gamma; o T95I, T478K y G142D, que están en delta. Son mutaciones que se han relacionado con una mayor transmisibilidad del virus o un posible escape vacunal, pero en la práctica la efectividad, sobre todo en cuanto a enfermedad grave, se ha mantenido alta.

"Lo hemos visto con la variante delta: a nivel de anticuerpos su capacidad neutralizante cae un 10-20%, y es posible que frente a esta variante pueda suceder algo semejante, pero eso no quiere decir que la vacuna no proteja", apunta Marcos López Hoyos, presidente de la Sociedad Española de Inmunología.

Lo explica de esta forma: la capacidad neutralizante de los anticuerpos actuales (tanto los generados mediante vacunas como a través de una infección previa) puede verse afectada, pero "habría una reacción de centro germinal y las células B tendrían la capacidad de mutar, reconocer la nueva variante y producir anticuerpos más afines".

Incluso la respuesta del otro tipo de respuesta inmunitaria que es "más exquisita", las células T, ha seguido mostrando eficacia incluso frente a la variante delta. Y existe el "fenómeno" de la reacción cruzada, cuando las células T que ya tenemos son capaces de reacciones frente a un antígeno distinto.

Por tanto, el imponente número de mutaciones de ómicron hace temer una pérdida de eficacia de las vacunas "pero nunca va a ser una pérdida total. Puede haber una disminución, o iremos viendo, pero no podemos hablar de que haya una anulación de la respuesta", estima el inmunólogo. Y si la hay, "los laboratorios tienen capacidad de reaccionar en pocos meses y tener esa vacuna desarrollada".

¿Una evolución benigna?

Quizá el mayor problema de la nueva variante para imponerse sea delta, que allá donde ha ido ha arrasado. "Fue capaz de borrar del mapa a alfa y ha habido otras variantes más peligrosas que no han sido capaces de ocupar su nicho ecológico", advierte Juan Sanz Salanova, portavoz de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública y Gestión Sanitaria.

"Parece que ómicron sí es tan contagiosa, peor hay que ver si es capaz de desplazarla" señala, indicando que es normal que este tipo de variantes surjan en países donde "el virus circula libremente", especialmente en Sudáfrica, donde el número de personas con VIH y, por tanto inmunosuprimidas, puede favorecer el aumento de mutaciones. De hecho, esta es una hipótesis que se ha popularizado en los últimos días tras la aparición de la nueva cepa: el virus permanece más tiempo en las personas inmunosuprimidas, pudiendo funcionar como una aceleradora de su evolución.

Si bien no niega la incertidumbre que genera su irrupción, el epidemiólogo aventura una posibilidad bien distinta al alarmismo de las autoridades: que se trate de un paso más hacia el final de la pandemia, una evolución hacia una forma más transmisible pero más inofensiva, que conviva con los humanos tal y como lo hacen los otros coronavirus, provocando resfriados de escasa relevancia.

"Es la evolución normal de los virus: intentan ser más eficaces en la transmisión porque intentan prevalecer y, con el tiempo, las mutaciones suelen ser menos letales porque al virus no le interesa matar al huésped".

Aunque todavía hay pocos casos analizados para demostrarlo, parece que los síntomas que provoca esta nueva variante son más leves de lo esperado. Hay que tener en cuenta que la población europea, más envejecida, es más susceptible al virus que una población más joven, como la del sur de África, pero, a falta de datos que lo confirmen, no se teme una mayor virulencia.

Sanz Salanova no cree que esta cepa obligue a desandar el camino andado a lo largo de estos casi dos años de pandemia, si bien apunta a la necesidad de un marco normativo que garantice la cohesión en España de las medidas de salud pública y no "lo que ha pasado con el pasaporte Covid", aceptado judicialmente en algunas comunidades pero rechazado en otras.

Cribado rápido con PCR

La posibilidad de que ómicron sea un paso más hacia un SARS-CoV-2 endémico y poco agresivo también es abordada por Julio García, jefe de Microbiología del Hospital Universitario La Paz y portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica, que la ve como factible.

"Funcionaría como una vacuna natural", apunta. "Que se transmita más rápidamente pero que sea menos virulenta, que al final es lo que busca un virus para sobrevivir". Con todo, advierte de que incluso con los coronavirus humanos siguen produciéndose casos de neumonía, pero no al nivel de otros virus como el de la gripe.

García se muestra muy crítico con las autoridades y el alarmismo generado clasificando de forma casi inmediata a ómicron como variante de preocupación, y califica de absurdo el cierre de fronteras con los países sudafricanos. Obvia decir que tampoco cree que esta variante haga dar marcha atrás en la pandemia. Incluso tiene un aspecto beneficioso para llevar su control: hay PCR que la identifican casi al instante.

"En mi hospital usamos diez marcas distintas de PCR, pero una es característica porque nos permite hacer cribado rápido". Estos tests analizar dos o tres genes característicos y hay uno de ellos que con ómicron marca negativo, por lo que la persona da positivo por el virus pero levanta la sospecha de esta variante. "Más que una amenaza es una ventaja". Con los tests de antígenos también se detecta sin problemas.

Quizá si la pandemia retrocede no se trate tanto de una nueva variante que escape a las vacunas o sea más transmisible como de la relajación de las medidas de prevención cuando todavía queda pandemia por delante. "Hay que extremar las precauciones; después de estos dos meses de tranquilidad, la gente se ha relajado y es probablemente no sea del todo prudente". Ómicron puede no reiniciar la pandemia pero sí servir de chivo expiatorio.