Cristina Muñiz.
Las Prácticas de Cristina en EL ESPAÑOL: “Soy abogada, pero ahora hago lo que me apasiona”
“En el portal de Magas cubro los grandes desafíos de mujeres. Ser periodista es como escribir la vida propia y la vida ajena”.
Más información: Las Prácticas de Sofía en EL ESPAÑOL: "Hay que llegar siempre a la redacción con ánimo y la mente abierta".
"Si es para ti, ni aunque te quites; y si no es para ti, ni aunque te pongas". Recurro a esta frase popular para iniciar este artículo porque creo que define a la perfección mi trayectoria laboral.
En un intento de seguir "el camino correcto", utilicé mi etapa universitaria para desarrollarme en el mundo del derecho —a pesar de que no me apasionaba—, en lugar de comenzar lo que realmente quería: la carrera de periodismo.
Soy Cristina Muñiz, tengo 29 años y, aunque desde que tengo uso de razón he encontrado en las letras un lugar donde sentirme cómoda, no ha sido hasta hace unos meses que lo he hecho de manera profesional.
Estudié el doble grado de Derecho y Administración y Dirección de Empresas en la Universidad Autónoma de Madrid y tras realizar el Máster de Acceso a la Abogacía en el mismo centro, empecé mis andaduras como abogada en un pequeño despacho.
Tras tres años de repetirme cada día que ese no era mi sitio, conseguí reunir el valor para dar un volantazo a mi vida. Y, como si se tratara de un faro que alumbra la navegación, encontré el Máster de EL ESPAÑOL y la Universidad Camilo José Cela.
Gracias a sus clases, he podido aprender de la mano —y de la pluma— de grandes profesionales que me han dado las herramientas necesarias para emprender mi camino como periodista.
Desde que comenzaron las prácticas en EL ESPAÑOL, el pasado mes de marzo, la moqueta de la planta ocho se ha convertido en mi lugar de culto, donde cada día me convierto en mi mejor versión, ya que la redacción de Magas, donde estoy trabajando, me ha acogido desde el primer día como una familia.
Cristina Muñiz durante sus prácticas en la redacción de EL ESPAÑOL.
En esta sección he tenido la oportunidad de contar historias increíbles vividas bajo la piel de una mujer. A fin de cuentas, el vertical femenino de EL ESPAÑOL trata de dar voz a ese 50% de la población mundial que, en muchas ocasiones y durante muchos siglos, ha sufrido un verdadero hostigamiento social.
He podido escribir sobre grandes desafíos, como el Ironhuman que completó Begoña Alday en la Antártida, acerca de injusticias sociales como el bullying que sufrió durante su infancia y adolescencia Alicia González, una joven que padece síndrome de Tourette.
Estar aquí también me ha regalado cubrir eventos tan mágicos e inspiradores como la Alfombra de la Cultura y el Liderazgo Femenino, celebrada dentro de los muros de la Alhambra, y los Premios Maga de Magas, entregados en pleno centro de la capital.
Hablar sobre canciones empoderantes cantadas en Eurovisión, sobre mujeres católicas que compaginan su fe con su pensamiento feminista, o de aquellas que trabajan a pie de obra y desafían el sector; así como sobre trastornos de la conducta alimentaria, el deseo sexual o el interés en el fútbol femenino.
Durante estos meses he narrado muchas historias, pero también he escrito la mía propia. He comprobado lo que significa el día a día en una redacción, donde hay artículos que habiendo ocurrido hoy, deberían haberse publicado ayer y otros, que permiten maduración y se cocinan a fuego lento. Como en la vida misma.
Al final, esta profesión no deja de ser una escritura de la vida ajena, pero sin dejar de vivir la tuya propia, con todo lo que eso conlleva. Porque las historias son más ricas cuando más las entiendes y las cuidas.
Este Máster me ha abierto los ojos y me ha hecho ver que, aun habiendo empezado con cierto retraso en este mundo periodístico, "nunca es tarde si la dicha es buena". Y en este caso, la fortuna no puede ser mayor que la de por fin, después de tanto tiempo y esfuerzo, dedicarme a algo que me apasiona.