Una tienda de barrio

Una tienda de barrio

Con la colaboración de:

Sociedad

La resistencia de las tiendas de barrio: el comercio que sostiene la vida comunitaria

Desde el año 2000 han desaparecido más de 140.000 establecimientos comerciales en España. Los que sobreviven reconocen que mantenerse es algo complicado. 

Publicada
Actualizada

Las claves

Las tiendas de barrio mantienen la vida comunitaria ofreciendo un trato personalizado, confianza y cercanía, conociendo a fondo a sus clientes y adaptándose a sus necesidades.

Estos pequeños comercios funcionan como puntos de encuentro y socialización para los vecinos, creando lazos personales que van más allá de la simple compra-venta.

A pesar de la dura competencia de grandes superficies y la digitalización, las tiendas de barrio destacan por su flexibilidad, servicios únicos y el respaldo de proveedores que entienden su realidad.

El pequeño comercio enfrenta una tendencia de desaparición, pero sigue siendo un pilar esencial en los barrios gracias a la empatía, la adaptabilidad y la conexión humana que ofrecen.

La frutería de la esquina, la carnicería de al lado de casa, la panadería donde iban a comprar nuestros abuelos el pan… Son esos pequeños comercios donde todavía llaman a los clientes por su nombre, saben cuáles son sus productos favoritos y conocen a sus hijos y nietos. 

En tiempos de inmediatez y de compras online, estos lugares se mantienen como refugios de cercanía y confianza. Allí todavía se fían las cuentas, se acerca la compra a casa de los mayores y se preocupan si un cliente habitual deja de aparecer. 

Son, sin pretenderlo, un servicio comunitario. En sus pasillos no sólo encontramos productos, también hay gente charlando, preguntándose los unos a los otros qué tal les ha ido el día o queriendo saber más sobre el nieto del tendero. 

Hoy en día, cuesta ver escenas como estas, pero siguen vivas en esas pequeñas tiendas de barrio que sostienen la vida de las calles sin saberlo. 

El secreto está en la cercanía y el trato personalizado

Albisur (1)

Albisur (1)

Eso bien lo sabe Rocío Suárez, lleva 31 años trabajando en Albisur y conoce la vida de casi todos sus clientes. Este comercio ubicado en el barrio sevillano de Los Remedios se fundó hace más de 60 años y se denomina a sí mismo como “el Amazon de Los Remedios”. Pero, su secreto no está en la tecnología sino en el trato personalizado y cercano que tienen con sus clientes.

Suárez confiesa –entre risas– que muchas veces le dice a su jefe que hace “como de psicóloga”. “Hay señoras que vienen y te cuentan, es un trato que no lo ves tú en ningún sitio”, asegura. 

Y es que estas pequeñas tiendas son más que un apoyo comercial para el barrio. Suárez recuerda que el día del apagón “fue horrible”. Cuenta que “todo el mundo” hablaba de ellos porque fueron “los únicos” que dieron el servicio. 

“La gente estaba atacada, aquí cerraron todos los supermercados y nosotros estuvimos abiertos hasta las 22:00”, apunta. De hecho, hasta una mujer “se puso a llorar” agradeciéndoles la ayuda que le habían brindado. 

Abren los 365 días del año, hacen entregas en el mismo día en los barrios de Los Remedios, Triana y Tabalada, sin compra mínimo y atienden pedidos por teléfono o WhatsApp. 

Siempre se adaptan a las necesidades de sus clientes. “Si no encuentras lo que buscas, dilo y en un plazo de 24-48 horas te lo conseguiremos”, leemos en su página web.

En feria, incluso, reparten en las casetas, un servicio fuera de lo común, pero que facilita la vida de sus clientes. 

Un punto de encuentro para el vecindario

En Ibéricos El Culebrín, Carmen Romero vive la misma realidad. Esta empresa extremeña, que hace 23 años cogió el traspaso de la tienda en Sevilla, es como un punto de encuentro para los vecinos. “Aquí charlan de las cosas que pasan en la comunidad, en el gimnasio o en el bar”, explica. Añade que es como “un parque o una plazoleta”.

El negocio, que comenzó centrado en productos ibéricos, ha crecido hasta incluir frutería, charcutería y alimentación. 

Sin embargo, lo que realmente les distingue es ese trato cercano. “Ya conocemos los gustos de cada cliente, su forma de hacer la compra, cómo cocinan”, relata Romero. 

La confianza es tal que tienen numerosas anécdotas que contar de sus clientes. Aunque una que recuerda con especial gracia la trabajadora es la vez que una clienta les pidió si le podían acercar el pedido a las candelarias de El Rocío. 

Una petición un tanto extraña, pero que la tendera y su novio no dudaron en aceptar. Subieron a esta compradora y a su amiga en su coche junto a la mercancía y las acercaron hasta Huelva. Cuando llegaron al destino, no sólo les bajaron la compra sino que hasta les hicieron “el sofrito de una paella”. 

Para ella, ese es el verdadero valor del comercio pequeño, que lo que empieza como una venta acaba convirtiéndose en una amistad. 

La importancia de contar con un respaldo comercial 

Para estas tiendas, contar con el respaldo de empresas que comprenden su realidad es fundamental. Ahí es donde entra Pascual, que mantiene una relación cercana con los tenderos de toda la vida. 

María del Carmen Cordones, comercial de Qualianza, la distribuidora de Pascual, visita semanalmente a comercios como Albisur o Ibéricos El Culebrín. “Muchas veces están deseando que yo llegue para contarme que tienen algún problemilla”, cuenta entre risas. 

La empresa colabora con los tenderos en la ejecución de promociones o en la presentación de artículos nuevos. “Nosotros sabemos qué relación tienen ellos con el cliente que tienen cerca, más o menos sabemos qué productos le pueden encajar”, reconoce la trabajadora de Pascual. 

Además, la firma ofrece un surtido amplio y variado – desde leche Pascual, las bebidas vegetales de Vivesoy o el agua mineral de Bezoya–  ayudando a que estos negocios puedan competir frente a las grandes superficies.

Tiempos difíciles para el pequeño comercio

El sector del comercio minorista –compuesto en su mayoría por pequeñas empresas–, presenta desde hace décadas una notable decadencia. 

Desde el año 2000 han desaparecido más de 140.000 establecimientos comerciales en España, un 22,6 % del total. Una tendencia que se intensificó durante la pandemia y la postpandemia. Sólo entre 2019 y 2024 se han perdido 49.970 tiendas en todo el país, según revela un informe de la Fundación BBVA. 

Tal y como reconoce la trabajadora de Ibéricos El Culebrín cada vez cuesta más mantenerse porque “la competencia es dura”. El precio sigue siendo “el gran desafío” porque “no se puede competir con ellos”. 

Y es que la supervivencia del comercio pequeño depende de su capacidad para adaptarse. A diferencia de los establecimientos más grandes, tienen que ofrecer algo más que productos: una experiencia cercana y personal que motive a los clientes a volver. Además, deben buscar formas de estar presentes también en internet.

Las grandes cadenas al contar con mayores recursos para adoptar estas tecnologías han dificultado la supervivencia de pequeños comercios. 

Un pilar esencial en la vida del barrio 

Los pequeños comercios de barrio siguen siendo pilares esenciales de la vida comunitaria. En un contexto dominado por la inmediatez digital y las grandes superficies, estos negocios representan espacios de humanidad, confianza y cercanía que fortalecen el vínculo entre vecinos. 

A través del ejemplo de tiendas como Albisur o Ibéricos El Culebrín, se demuestra que el secreto de su permanencia no radica en la tecnología, sino en la empatía, el trato personalizado y la capacidad de adaptarse a las necesidades concretas de los clientes. Son puntos de encuentro donde se cultivan relaciones personales que trascienden lo comercial.