Esther, de 46 años, víctima de la dana

Esther, de 46 años, víctima de la dana

Sociedad

Esther, invidente de 46 años, un año después de la dana: "Le dije a mi marido que había víctimas, el barro olía a sangre"

Un año después de la dana en Valencia, Esther recuerda la tragedia que vivió y el olor que le reveló la magnitud del desastre.

Más información: Bill Gates, 70 años, sobre su patrimonio: "Me comprometí a donar el 99% de mi fortuna durante los próximos 20 años"

Publicada

Las claves

Esther, una mujer invidente de 46 años de Valencia, relata cómo vivió la tragedia de la dana un año después del desastre.

Durante la noche de la dana, Esther fue rescatada por sus vecinos mientras intentaba salvar a sus perros del agua que inundó su hogar.

Esther recuerda con angustia cómo el barro que la cubría olía a sangre, intuyendo así la magnitud de la tragedia y las posibles víctimas.

Un año después, Esther sigue lidiando con el trauma psicológico y destaca la importancia de recordar tanto a las víctimas humanas como a los animales que se perdieron.

Ha pasado un año desde que la dana arrasó parte de Valencia, dejando tras de sí destrucción y miedo.

En el barrio de La Torre vive Esther, una mujer invidente de 46 años que aún intenta recuperarse del trauma de aquella noche en la que el agua lo invadió todo y fueron sus vecinos quienes la salvaron.

"Un año después lo he pasado bastante mal psicológicamente", confiesa en el programa Y Ahora Sonsoles.

El momento de la tragedia

"Cuando en estas últimas semanas ha habido el tema de la dana y ha sonado el teléfono con la emergencia, yo me he echado a temblar", relata, en referencia a las alertas recientes que ha recibido la Comunidad Valenciana.

Aún hoy siente ansiedad cada vez que escucha todo lo relacionado con el tema. "He estado yendo a un psicólogo y demás, pero no es nada fácil cambiar lo que tienes tan impreso en el cerebro", añade.

Aquella tarde, pese a todo, parecía una más. "No llovía en Valencia capital. Yo vivo en La Torre y vino todo de arriba, de Utiel, de Requena, del Barranco del Poyo", explica.

Pero, sin previo aviso, la televisión se apagó y la avalancha comenzó. "Fui a la secadora, porque se había parado y la iba a poner, y es cuando empezó toda la avalancha de agua a entrar por todas partes", relata.

Guiada por el ruido del agua y el pánico, Esther trató de salvar a sus perros mientras pedía auxilio. "Subí a casa de mi vecino, que me acogió hasta el día siguiente por la noche", recuerda.

Fue entonces cuando notó algo que no olvidará jamás. "Cuando subí me senté en el sofá, me relajé un poco y dije: 'estoy manchada de barro'. Y el barro, literalmente, olía a sangre. De verdad, olía a sangre", detalla.

Su intuición, tal y como expone, la llevó a una certeza estremecedora: "Le dije a mi marido por teléfono: 'Seguro que hay víctimas, porque que yo huela sangre es muy raro'".

De esta forma, Esther no podía ver las imágenes que el resto del país observaba en televisión, pero el olor le reveló la magnitud de la tragedia.

Hoy, Esther sigue recordando aquel día con dolor y respeto, además de poner en valor otras vidas que se perdieron durante la tragedia.

"Está muy bien recordar a las víctimas, por supuesto, porque son vidas humanas y las vidas no se reparan con nada. Pero no oigo comentar a los animales fallecidos, ni gatos ni perros, que también los hubo", recuerda.

Sonsoles Ónega, al respecto, puntualiza la importancia de este punto: "Y, sobre todo, los animales, en el caso de los perros guía, que son tan necesarios, que son vuestros ojos".

Un año después, nuevos testimonios sobre la dana continúan saliendo a la luz, revelando la verdadera magnitud de la tragedia y recordándonos la importancia de mantener viva la memoria y cuidar a las víctimas de aquel suceso.