María José reveló que su horario suele variar de acuerdo a las necesidades del día.

María José reveló que su horario suele variar de acuerdo a las necesidades del día.

Sociedad

Una limpiadora en Madrid, habla sin rodeos sobre su sueldo: “Tienes que tener bastante maña limpiando"

María José reveló que percibe cerca de 300 euros, un sueldo por debajo del promedio.

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En silencio y a primera hora, mientras la mayoría de vecinos aún duerme, María José comienza su jornada como limpiadora de portales. Porta escoba, cubo y guantes como herramientas de trabajo y, aunque confiesa sentirse tranquila con la rutina que ha construido, también admite que la recompensa económica está muy lejos de ser justa: 300 euros por mes.

Entre portales, escaleras y garajes

En un video publicado en el canal del influencer Jaime Gumiel, María José confiesa que el horario nunca es fijo. A veces termina a las doce y en otras se prolonga hasta la una de la tarde si debe fregar escaleras o limpiar garajes. Por todo ese esfuerzo recibe apenas 300 euros mensuales por tres portales, lo que equivale a una media de unos cinco euros la hora.

Las horas extra, difíciles de conseguir, pueden subir a siete euros, pero no representan una solución real para mejorar el ingreso. “Es muy poco, yo creo que deberíamos cobrar más”, asegura con resignación en una entrevista concedida al influencer Jaime Gumiel, quien confiesa que es su tía.

Más allá del dinero, la rutina se mide en cansancio físico. Las manos de María José muestran las huellas de años de contacto con lejía y productos químicos, además de inhalar olores fuertes durante horas debido a la escasa ventilación en los trasteros y baños.

A esto se suma la presión de mantener espacios impecables, aunque pocas veces reciba un “gracias”. Durante la pandemia, un cartel dejado por los vecinos fue la excepción que la emocionó: “me hizo mucha ilusión”, recuerda.

Un oficio femenino y todavía poco valorado

La limpieza en España es un trabajo con rostro de mujer. Tres de cada cuatro empleados del sector son mujeres, y en algunos ámbitos la cifra se acerca al 90%. Los hombres se concentran en tareas vinculadas a jardines o mantenimiento urbano, mientras que las mujeres dominan en hogares, oficinas y comunidades.

A pesar de que la pandemia sirvió para reconocer brevemente la importancia de la higiene, la percepción social apenas ha cambiado: “Hay gente que nos respeta, pero otros nos tratan como si fuéramos máquinas”, lamenta.

Los ejemplos abundan. En hoteles, trabajadoras se encuentran con habitaciones en condiciones deplorables, desde pañales usados en el suelo hasta restos de basura de fiestas improvisadas. En la limpieza urbana, son comunes las montañas de botellas y desechos tras los botellones. Todo ello recae en personas que, además de cargar con la suciedad ajena, deben lidiar con la falta de consideración de parte de la sociedad.

La carga emocional también pesa. Hacer lo mismo todos los días durante décadas termina agotando. Sin embargo, María José confiesa que, al menos, este empleo le da tranquilidad en comparación con su etapa anterior como cajera, donde pasó 19 años enfrentando la presión constante del trato directo con clientes. “Aquí estoy más tranquila, nadie me molesta”, comenta.