Emmanuel Nwude.

Emmanuel Nwude.

La Jungla / Social

El estafador nigeriano que vendió un aeropuerto que no existía

En la Jungla. En 1995, Emmanuel Nwude fue capaz de estafar 292 millones de dólares a un banquero brasileño para que invirtiera en un aeropuerto que no existía.

27 agosto, 2018 12:28

En los últimos años, Nigeria ha quedado vinculada en el imaginario colectivo a las estafas por correo electrónico. No es ni mucho menos el único país que se ha convertido en una centralita de este tipo de prácticas, pero el famoso correo del príncipe nigeriano que pide ayuda ha hecho mucho daño. Pero antes de que Internet hiciese famoso a este príncipe e-mendigo. 

Sin embargo, antes de la era de Internet el país africano ya fue escenario de una de las mayores estafas de la historia, cuando Emmanuel Nwude fue capaz de convencer a un banco brasileño para que invirtiese 242 millones de dólares en 1997. ¿El cebo? un aeropuerto que no existía.

Todo ocurrió en 1995, cuando Nwude era el director del Union Bank de Nigeria. Teniendo acceso a documentos e información privilegiada que le permitía la posición, se hizo pasar por el gobernador del Banco de Nigeria, Paul Ogwuma, para engatusar a un banquero brasileño.

Todo empezó con un simple fax

Nelson Sakaguchi.

Nelson Sakaguchi.

En 1995, Nelson Sakaguchi, quien trabajaba en el Banco Noroeste de Brasil, recibió un correo firmado por Ogwuma ofreciéndole invertir en la construcción de un nuevo aeropuerto en Abuja, la capital del país. 

Fascinado por la posibilidad, Sakaguchi cogió un avión y se plantó en Londres, donde se encontró con cuatro nigerianos, tres hombres y una mujer. Nwude se hizo pasar por el gobernador del Banco de Nigeria, pero además se inventó el cargo de director de presupuestos y planificación del Ministerio de Aviación, ministerio que no existía.

A Sakaguchi, sin embargo, le parecieron lo suficientemente convincentes como para entregarles 35.000 dólares en metálico al momento. La promesa era que recibiría 39 millones de dólares más adelante, dinero que, evidentemente, nunca llegó ni a oler.

Con todo, Sakaguchi envió otros 4,65 millones al poco tiempo a través de bancos suizos y de otros países en varios envíos entre marzo y junio de ese año. Durante los siguientes tres años envió un total de 190 millones.

Los nigerianos disfrutaron durante ese tiempo de la gran vida. Se compraron casas en Estados Unidos y Europa, además de invertir en varios negocios en su Nigeria natal.

El Banco Santander destapa el tinglado

El chiringuito se vino abajo en 1997, cuando el Banco Santander se interesó en la compra del banco brasileño. Auditando las cuentas, descubrieron una enorme cantidad de dinero -hasta dos quintos de los fondos del banco- depositado en cuentas en las Islas Caimán. Mientras Sakaguchi estaba de vacaciones se inició una investigación que destapó que había estafado al banco un total de 292 millones.

En un primer momento Sakaguchi declaró que había perdido entre 9 y 12 millones de dólares en negocios fallidos, aunque finalmente en febrero de 1998 confesó que había usado dinero del Banco Noroeste para invertir en el aeropuerto inexistente, aunque la cantidad nunca se hizo oficial.

Un juicio turbulento

Aeropuerto Internacional Nnamdi Azikiwe

Aeropuerto Internacional Nnamdi Azikiwe Wikimedia

En 2004, los participantes en la estafa fueron detenidos y acusados de 86 casos de fraude y 15 de soborno. Uno de ellos, Christian Anajemba había muerto en un accidente de tráfico, aunque se especuló con la posibilidad de que realmente fuese un asesinato. El juicio estuvo plagado de intentos de soborno. 

Finalmente, Nwude se declaró culpable y fue condenado a cinco sentencias de cinco años, aunque en 2006 salió en libertad. Sin embargo, ha vuelto a la cárcel tras ser acusado de instigar un ataque sobre la comunidad Abagana en el que cuatro policías fueron disparados y un vigilante murió.

Un aeropuerto de verdad, el Aeropuerto Internacional Nnamdi Azikiwe, comenzó a construirse en 2000 y se inauguró en 2002. Ni Nwude -ni tampoco Sakaguchi- tuvieron nada que ver con él.

Moraleja: si recibes un correo de un príncipe nigeriano que te ofrece invertir en un aeropuerto, no le mandes 292 millones de dólares.