Los furries son marchas de grupos con trajes de mascota. Se han popularizado en EEUU.

Los furries son marchas de grupos con trajes de mascota. Se han popularizado en EEUU. Getty Images

Grandes Historias La operación sigue abierta

Los peluches violadores: la red pedófila que conmociona a EEUU

La detención de los responsables de esta organización pone bajo la lupa al movimiento 'Furry' en Estados Unidos. Los defensores de esta afición por disfrazarse de animales piden que no se les vincule con abusos a menores.

1 febrero, 2017 16:06

Un niño de nueve años obligado a disfrazarse de Tigre Tony —el de los cereales Kellogg's— para ser violado por adultos de más de 40 y 50 años, vestidos de zorros y de otros animales en fiestas privadas. Éste es el siniestro caso en el que trabaja desde hace meses la Fiscalía del estado de Pensilvania, que acaba de detener a uno de los presuntos responsables.

Las autoridades y los medios locales han vinculado lo ocurrido con el movimiento conocido como Furry, que consiste básicamente en llevar un traje de mascota o peluche, generalmente en grupos, que en la mayoría de los casos se realiza a modo de pasatiempo, sin ningún vínculo directo con ningún tipo de conducta sexual. Tras el escándalo, los defensores de esta peculiar moda rechazan cualquier conexión con lo ocurrido, mientras que EEUU comienza a mirar con recelo este tipo de afición.  

El desconcertante suceso ha golpeado a la sociedad norteamericana, después de que la Policía haya desarticulado una red de supuestos agresores sexuales —hay varios arrestados— acusados de haber abusado reiteradamente de un menor de nueve años, aunque la operación sigue abierta y ni los agentes ni el fiscal descartan que aparezcan nuevas víctimas.

Los detenidos, de izquierda a derecha: Kenneth Fenske, David Parker y Jeffrey Harvey.

Los detenidos, de izquierda a derecha: Kenneth Fenske, David Parker y Jeffrey Harvey.

El escándalo saltó a la luz pública este pasado viernes, con la detención de uno de los implicados, Kenneth C. Fenske, de 57 años, en el condado de Bucks, en Pensilvania. Según los fiscales, el arrestado se solía vestir con un traje de zorro rojo en las denominadas Furry Partys —fiestas peludas— antes de presuntamente violar a la joven víctima.

Pero la investigación que ha destapado el caso arrancó mucho antes, a finales del pasado mes de junio, y casi por casualidad. La Policía estaba haciendo el seguimiento de Jeffrey Harvey, de 40 años, sospechoso de intentar quedar con menores para ofrecerles mantener relaciones sexuales. Uno de los agentes simuló ser un niño de 13 años, a modo de señuelo, para comprobar si el investigado estaba dispuesto a llegar hasta el final. Y así fue, por lo que procedieron a su detención e internamiento en una cárcel del estado.

Hasta aquí, las fuerzas de seguridad federales se daban por satisfechas tras haber frenado un posible delito contra un menor de edad, y no se esperaban lo que estaban a punto de descubrir. Harvey empezó a confesar en prisión una serie de atrocidades que obligaron a abrir una investigación a mayor escala.

Según publican varios medios como la CBS o The Washington Post, la Fiscalía General de Pensilvania consideró que el arrestado formaba parte de una red pedófila que abusaba en secreto y repetidamente de —al menos— este menor. La cosa no se quedaba ahí. Según el relato del detenido, alguno de los hombres implicados vestía disfraces de animales mientras cometíanestos abusos, que empezaron en 2009.

A partir de ahí, la oficina del fiscal empezó a describir a estos presuntos delincuentes como furries, miembros de una subcultura que toman identidades basadas en animales antropomorfos, que se denominan fursonasfurry y persona—. Además, añadía que una parte de este movimiento en general seguía esta práctica como un "fetiche sexual".

"Este es un caso horrendo. Es profundamente preocupante para mí no sólo como fiscal general de Pensilvania, sino también como padre de niños pequeños", manifestó Josh Shapiro.

Las declaraciones del fiscal han molestado a los seguidores del fenómeno Furry que, cabe recordar, no está vinculado a prácticas sexuales por lo general. Además, los expertos en esta afición por los disfraces rechazan la comparación.

La psicóloga y profesora Kathleen Gerbasi, doctora del Community College de Niagara, Nueva York, pertenece a un grupo que estudia estos comportamientos y ha editado un libro sobre sus últimos cinco años analizando a los furries. “Ciertamente no describiría esta afición —por los disfraces de animales— sólo como una fantasía sexual. Creo que la mayoría de los seguidores de esta corriente tienen como fin compartir intereses comunes”, comenta a EL ESPAÑOL.

DISFRACES PARA ATRAER A MENORES

Tras aclarar que la psicología clínica no es su campo, apunta que el abusador de menores “busca cualquier medio para perpetrar su abuso”. “Sólo porque el criminal llevara una traje de animal no significa que fuera un furry”. A su juicio, no queda claro si el hombre era en realidad un seguidor de este movimiento o si estaba “utilizando los disfraces como técnica para ocultar su identidad o atraer al niño”.

Se cree que los acusados utilizaron los disfraces como gancho para atraer a los niños.

Se cree que los acusados utilizaron los disfraces como gancho para atraer a los niños. Getty Images

Pero, más allá de desvincular el caso de la violación de esta peculiar moda de vestirse de animal, cabe preguntarse si detrás de esta corriente hay algún tipo de nueva moda sexual. El doctor Courtney Plante, miembro del mismo grupo de científicos que la profesora Gerbasi, lo descarta con rotundidad. “Pertenecer a este movimiento no supone poseer un fetiche sexual mayor que los fanáticos del deporte o de la ciencia ficción. La gran mayoría de los aficionados furries declaran que su interés no es sexual o no está impulsado predominantemente por el sexo”.

De hecho, según indicó a EL ESPAÑOL, “sólo el 20% de furries posee en realidad un disfraz, que suelen llevar en las reuniones públicas como desfiles, zoológicos o convenciones”. “Si un fanático del fútbol viola a alguien mientras lleva la camiseta de su jugador favorito, no parece que tenga sentido decir que esa persona tenía un fetiche por el fútbol o que todos los aficionados al deporte son propensos a asesinar y violar”, concluye.

“LLÁMAME LUPINE”

Volviendo a la investigación, la Fiscalía ha aclarado que el menor, que estaba vinculado familiarmente con uno de los detenidos, ya está en custodia y "recibiendo el cuidado apropiado" a través de la terapia.

Las autoridades han ampliado el foco de las pesquisas, ya que consideran que esta red no se limitaba a estos dos detenidos. Es más, Harvey informó a las autoridades de que antes de ser pillado intentando quedar con un supuesto menor —que en realidad era un agente—, había compartido sus planes de citarse con un niño de 13 años con otro hombre, David Parker.

La policía también detuvo a este sujeto, que aportó una descripción más precisa de los actos sexuales. La Fiscalía, que presenta contra él cargos por violación y por posesión de pornografía infantil, no descarta que los abusos arrancaran cuando el niño era mucho más pequeño.

Según las pesquisas, a partir de 2009, Parker llevaba al niño a una casa, donde, como describió la víctima, los hombres se vistieron con trajes de animales. El menor, ahora de 14 años, detalló que Fenske se disfrazaba de zorro rojo, con "mangas y pantalones largos, una cremallera en la espalda, guantes de pata y una cabeza de zorro con orejas puntiagudas", informó la Associated Press.

Para colmo, Fenske quería que mientras llevara esta vestimenta lo llamaran Lupine. El niño, mientras, era obligado a vestirse como Tony el Tigre. Los abusos se repitieron durante un periodo de siete u ocho años.

SEXO CON UN PERRO REAL

Los tentáculos de esta red cruzan las fronteras de varios estados, después de que Parker —uno de los detenidos— confesara que había transportado a un niño de 9 años a la vivienda de otro hombre en Pensilvania, Craig Knox, de 35 años, donde ambos abusaron del pequeño, según sostiene la Fiscalía. En noviembre, la Policía registró la casa que Knox tiene en Virginia, donde se había mudado recientemente. Allí procedió a arrestarle.

En su declaración ante los agentes, reconoció que sentía atracción por los jovencitos y por los perros. En su domicilio de Virginia también fue detenido su compañero de piso, Stephen M. Taylor, que fue acusado de bestialidad y abuso animal por haber mantenido supuestamente un contacto sexual con un perro.

Según declaró Knox posteriormente en una entrevista con la ABC, abandonó Pennsylvania “para alejarse de toda esa negatividad que me rodeaba allí”. Cuando le preguntaron si todavía se sentía atraído por niños y por animales, se levantó y cortó la entrevista.

La investigación sigue abierta y la Fiscalía pide la colaboración ciudadana para localizar a más implicados.