Publicada

Javi y Pedro eran "el rubio" y "el de los rizos" para las niñas románticas de España, para las chicas encendidas de la Transición que anhelaban que el amor fuese una canción de Los Pecos, vírgenes todavía, guardándose el alma y la carne con ochenta candados. Muchachas fantasiosas y selladas esperando al bueno, esperando al indicado.

Querían ser atendidas, ser miradas, ser deseadas. Querían tener matices. Querían ser frágiles y misteriosas y bonitas. Querían recibir cartas apasionadas. Querían ser Dulcinea, ser Julieta, ser Beatriz. Querían ser ellas o ninguna. 

Las españolitas cantaban a voz en grito lo que soñaban que los chavales del barrio les dedicaran, pero ellos estaban a por uvas. Ellas invocaban al príncipe, incansablemente. Digamos que Los Pecos, siendo sólo dos hermanos adolescentes del humilde San Cristóbal de Los Ángeles, pusieron sobre la mesa las expectativas amorosas de varias generaciones ibéricas: escribieron sobre lo que apenas habían vivido pero intuían. 

Los Pecos.

Los Pecos.

Escribieron sobre la chica melancólica que huye de casa para ver el mar, y sobre el pánico al suegro postfranquista, y sobre ver casarse al amor de tu vida con otro, y sobre el romance que se cimenta en la conversación: "Háblame de ti, de la libertad. Si las clases te aburren, ¿hacia dónde vas? Háblame de ti, de tu ansiedad, de la eternidad, si fuera verdad...". Escribieron sobre la primera vez: "Desnúdate, mi vida, quebremos la ignorancia, juntémonos, chiquilla, para sentir". Escribieron sobre ser engañado por alguien que juega a varias bandas, escribieron sobre el vacío después de dejar a la mujer favorita en el portal y volver solo a casa. 

Se dice pronto. A finales de los 70, en España se entendió el amor como lo cantaron Los Pecos. 

Es verdad que luego la vida para esas mujeres fue casi siempre otra cosa, cosas severas que no les habían contado: responsabilidades, hipotecas, hijos varios, señores que un día amaron mirando la televisión y exigiendo la cena. Llegó el proveedor y murió el poeta. ¿Qué puedo decirles? La vida es así, no la he inventado yo. 

Al cabo, Los Pecos marcaron una época, se convirtieron en un auténtico fenómeno social y vendieron más de 4 millones de copias. Lo vivieron todo muy deprisa y en el mejor momento de sus carreras, la mili vino como un jarro de agua fría.

Cuando volvieron, las niñas se habían hecho mayores. Entre ellas, mi santa madre (claro que le conseguí un autógrafo en esta entrevista). Una siempre ama un poco lo que amó, aunque todos hayamos cambiado.

Ahora son "el cano" y "el del sombrero". Los Pecos vuelven en una espectacular gira por toda España, dentro de esta industria nuestra de la nostalgia, casi medio siglo más tarde. Charlamos con los novios (y los yernos predilectos) de España. 

¿Qué habéis estado haciendo en los últimos 45 años, desde que yo no os veo?

J.- Pues hemos seguido trabajando. Lo nuestro es trabajar, trabajar y trabajar.

Sois unos currantes desde chiquititos.

J.- Sí. Y ahora nos ha dado por subirnos otra vez a los escenarios juntos y estamos encantados.

Javi, yo sé que tú has seguido tu carrera como cantante en solitario. ¿Y Pedro?

P.- Pues yo he seguido dentro de la música, escribiendo para mucha gente y componiendo en casa y haciendo música en casa y viviendo todo lo que no había vivido cuando estaba de viaje y de giras. Bastante relajado.

Pedro.

Pedro. José Verdugo.

Te apetecía un poquito de vida doméstica después de aquellos años locos de la adolescencia.

P.- Me apetecía un poquito no, muchísimo.

¿Qué habéis ganado con los años y qué habéis perdido?

J.- Pues hombre, se supone que la edad te da experiencia, ¿no? Y nos ha quitado, pues… la vida. Evidentemente, yo ya no me puedo comprar una casa y poner una hipoteca a veinte años porque, lo primero, no me la van a dar, y lo segundo, no sé si voy a vivir otros veinte años.

Hombre, por favor: todo apunta a que sí. No me digas eso, que nos acabamos de conocer.

J.- (Ríe). Son muchos años. 62 y 64 tenemos.

¿Cómo ha cambiado vuestra forma de entender el amor desde entonces hasta ahora? Os dejamos en ese momento tan luminoso, tan idealista… no sé si a uno después se le endurece la piel.

P.- Hombre, todo se transforma. Yo llevo casado con mi mujer 40 años. Nuestra forma de entender el amor ha cambiado mucho. No es lo mismo la pasión cuando tienes 20 años al cariño que se tiene cuando se ha pasado una vida entera juntos.

"Yo llevo casado con mi mujer 40 años. Nuestra forma de entender el amor ha cambiado mucho" 

J.- Yo pienso un poco lo mismo. Cuando vas cumpliendo años y vas cumpliendo años también con tu pareja, evidentemente no es lo mismo: no aguantarías ese estado de haberte empezado a enamorar, con toda la efervescencia, que no puedes dormir sin pensar en ella. Si durara todo eso mucho tiempo, yo creo que nos hubiera matado. Pero luego vas evolucionando y está el cariño y el respeto. Pasar una vida entera con alguien es lo más bonito que hay.

¿Y en la composición, por ejemplo, cómo ha afectado esa madurez?

P.- He escrito sobre muchos temas. El amor y el desamor siempre son muy recurrentes para escribir canciones y es lo que más le gusta a la gente, porque todo el mundo tiene sentimientos. Es interesante abordar el amor desde diferentes prismas y diferentes edades, cómo va mutando tu forma de pensar, tu forma de creer en las cosas y de creer en la gente. La vida es una máquina de hacer canciones. Yo no creo que haya que complicarse demasiado la vida a la hora de hacer textos. Tienes que contar lo que estás sintiendo y cómo lo vives en el momento en el que lo sientes. Con 30 años ves las cosas de una manera y con 40 de otra, pero no es mejor ni peor.

Javi.

Javi. José Verdugo.

Javi, creo que tú no tienes hijos, ¿no?

J.- No.

P.- Yo tengo dos. Tengo dos niños, dos hombres. 32 y 30 años.

Era por si algún yerno os había cantado la canción de Señor a vosotros. Esa preciosa en la que el novio de la chica (en su día tú, Pedro) le pedía al padre de la chavala permiso para conquistarla. “Aún siendo su hija, su vida es de ella, y ella me quiere… acuérdese de ayer, cuando era usted más joven, que también buscó rincones escondidos para hablar de amor… usted también huía a algún señor”.

P.- (Ríe) Es más complicado. Me alegro de no haber tenido hijas. Hubiera sufrido más.

Pero hubiera sido un cierre poético.

P.- Sí, hubiera estado bien, un poco de mi propia medicina, ¿no? (Ríe). Pero no, sólo me traen chicas guapas a casa.

¿De dónde nacía toda esa sensibilidad a la hora de componer, siendo tan jóvenes? Fuisteis muy precoces, tanto en la composición como en la interpretación. ¿Cómo podíais conocer tanto del alma humana?

J.- Era lo que vivíamos en aquel entonces, lo que vivíamos con amigos o gente conocida, Pedro lo plasmaba muy bien. Contaba grandes historias en tres minutos.

"No te fíes de los buenos chicos. Ni éramos tan buenos, ni éramos tan ñoños"

Y voló es una de mis favoritas. Es un poema perfecto. "Tiene 18 años en su joven piel / residuos de muñecas en sus uñas / porque sigue siendo niña / en su cuerpo de mujer"... 

P.- ¡Qué bonito que te guste! Es de las más líricas. Y la música es muy italiana, ¿verdad?

Verdad.

J.- Afortunadamente, la gente se empezó a sentir identificada con todo lo que se hacía y así éramos de sensibles en la interpretación y en la escritura.

¿Qué música suena en vuestras casas?

P.- Yo escucho de todo, me gusta todo tipo de música. Lo del trap y el reguetón me cuesta más entenderlo, pero hay mucha música estupenda. Toda la música está en internet, todo lo que te apetezca escuchar está ahí, y yo creo que hay gente con muchísimo talento. Hay mucha gente latinoamericana brillante, mucha música mexicana fantástica. Y en Santo Domingo, y en Puerto Rico. Los artistas latinoamericanos nos han sobrepasado a los españoles. Antes ellos escuchaban la música que se hacía en España y la llevaban para allá y ahora es al revés, nosotros tenemos que aprender de ellos porque han evolucionado fantásticamente y son grandes músicos. Desde Guerra a cantantes cubanos, o Luis Miguel, o Ricky Martin. Hay gente que escribe muy bien. Me encanta Latinoamérica.

J.- Yo escucho también toda clase de música. Me gusta mucho, por decirte algún nombre, Pablo Alborán. Es un tipo muy sensible.

Los Pecos.

Los Pecos. José Verdugo.

Desde luego. Sería como un heredero vuestro, ¿no?

J.- No sé si es heredero nuestro, pero lo hace muy bien. Y Manuel Carrasco también me gusta mucho, aunque aún no he tenido oportunidad de verle en directo.

¿Erais unos buenos chicos?

P.- Eso dices tú. No te fíes de los buenos chicos (ríe).

No me fío de ninguno, en realidad. Pero después de vosotros vino el canallismo más Sabinero. Vosotros erais los novios que las chicas querían tener y los yernos que las madres soñaban.

P.- Somos la imagen de lo que quieran ver. Ni éramos tan buenos, ni éramos tan ñoños, ni éramos tan pánfilos. Tampoco éramos malos ni agresivos. Teníamos nuestros problemas y nuestras cosas. Teníamos nuestro lado oscuro.

Creo que al comienzo de vuestra historia os reuníais en una casa en la calle Palma.

J.- Allí vivían amigos nuestros. Los Costus, que eran unos pintores de la movida madrileña.

Siempre estaba Alaska por allí.

J.- (Ríe) Sí.

P.- Pues el cuadro más grande que hicieron Los Costus, nos lo hicieron a nosotros. Fue un tríptico de no sé cuántos metros. Nos pintaron a nosotros, y la verdad es que murieron los dos… y es un cuadro fantástico.

Los Pecos.

Los Pecos. José Verdugo.

Os codeabais con todo el moderneo, ¿no?

P.- Sí, nos juntamos con los chicos de La Movida. Ya te digo que no éramos tan buenos (ríe). Salíamos con Almodóvar y con Alaska…

J.- Pero Almodóvar cuando trabajaba en Telefónica. Todavía no había triunfado. Y venía Tino Casal. Aparecía mucho por allí. Mucha más gente.

¿Qué sucedía en esas tardes y noches en Casa Costus?

J.- (Ríe) Pues unas… conversaciones muy bonitas. Hablábamos de arte, de todo lo que queríamos llegar a hacer y a ser. Toda la gente que se reunía en esa casa ha llegado a ser muy importante en lo que se han dedicado, en lo que nos hemos dedicado.

¿Y seguís teniendo relación con ellos? ¿Habláis de vez en cuando?

J.- No nos vemos pero hablamos alguna vez.

P.- Se hicieron demasiado famosos todos (ríe). No, pero Pedro Almodóvar está en otra liga, es muy importante. Y Alaska también ha seguido brillantemente su trayectoria. Hace muchísimo tiempo que no nos vemos.

"A mí no me dio tiempo a tener un romance con una fan. Me casé a los 22 años. Y si he tenido algún romance no te lo voy a contar…"

¿Qué hubo del incomodísimo fenómeno fan? Hasta sanguinario. Hubo cosas que dieron miedo.

J.- Sí.

Llegabais al habitación del hotel y os encontrabais a una chavala debajo de la cama. No sé si eso da miedo o es una fantasía sexual.

P.- (Ríe) Llegó a ser peligroso. No era tan arriesgado como si ocurriera ahora, pero sí, era todo muy extremo. Las chicas sacaban tijeras y nos cortaban mechones.

Eso suena a brujería.

P.- Estoy seguro de que nos hicieron algún amarre. Y nos metieron en el frigorífico, en el congelador… (ríe).

¿Cómo se asimila eso?

J.- Pues con mucho miedo. Yo tuve que ir a una psicóloga, allí acabé, estaba muy agobiado. Era un follón salir a la calle y encontrarte con ese tipo de personas. Pero conseguí llevarlo bien y aquí estamos.

Javi, de Los Pecos, firmándole un autógrafo a la madre de la periodista.

Javi, de Los Pecos, firmándole un autógrafo a la madre de la periodista. José Verdugo.

¿Tuvisteis algún romance con alguna fan?

P.- A mí no me dio tiempo. Me casé a los 22 años. Y si he tenido algún romance no te lo voy a contar… aunque bueno, ahora mi mujer no está (bromea).

¿Cómo se maneja la pasta siendo tan joven?

P.- Estamos podridos de dinero. No me cabe más dinero en la caja.

J.- Yo no he tocado dinero. Te digo esto porque… da igual el dinero que tengas… es difícil tocarlo. ¿Has visto cómo nos hemos ido por las ramas?

Totalmente. Bien esquivado. ¿Qué leyenda tenéis con Adolfo Suárez?

J.- La leyenda cuenta que nuestro primer productor, que fue Capi, fue a hablar con Adolfo Suárez, a contarle que había dos chicos que eran de un barrio y que nos tomaran un poco de ejemplo, que hiciera algo para que nos miraran bien, porque éramos dos muchachos que venían de abajo y eso planteaba positivamente por qué otra gente no podría hacer lo mismo. ¡Eso cuenta la leyenda…!

¿Cómo os habéis llevado con la política? Ese era el momento canción protesta.

J.- Cantábamos canción protesta porque era lo que se llevaba, pero podríamos haber cantado fandangos si se hubiesen llevado los fandangos. Era la moda en aquel entonces, y hacía mucha gracia que dos niños de 11 y 12 años cantaran ese tipo de canciones.

"Dalí quiso conocernos. Le gustaban nuestras canciones de amor. Quedamos y fuimos al teatro"

¿Luego fuisteis pro-Transición o críticos con la Transición?

P.- Simplemente vivimos la Transición. No éramos críticos ni conniventes. Estábamos interesados en la música. Teníamos 15 y 16 años. No nos preocupaba la Transición. Había cosas mucho más interesantes, como el amor.

¿Cómo fue vuestra historia con Dalí?

J.- Dalí quiso conocernos. Habíamos grabado un disco que le gustó mucho y fuimos a verle porque nos mandó llamar.

Momento histórico.

J.- Tú imagínate conocer a ese genio. Fue maravilloso. Estuvimos con él, y por la tarde fuimos juntos al teatro.

P.- Fue flipante. Fue un sueño. Era un personaje único, extravagante, tan popular… y que te salude y te llame por tu nombre impresiona.

J.- Y que supiese quiénes éramos, cuando teníamos 15 y 16 años.

Pedro.

Pedro. José Verdugo.

No me imaginaba yo a Dalí tan tierno, escuchando canciones de amor.

P.- Sí, es curioso. Parece ser que era un sentimental. Lo flipamos mucho.

La mili. Putadón.

J.- Sí. La mili fue un corte radical en nuestra carrera. Realmente yo lo sufrí menos, porque a mí sí me dejaron salir a cantar a Viña del Mar y salir a hacer un Especial a Italia, también, pero a Pedro le tocó en Melilla y me parece que no vino de permiso nunca.

¿Te jodieron?

P.- Sí.

¿Te enfadaste con Franco?

P.- (Ríe) No, no me enfadé con Franco porque Franco ya no estaba, se había muerto. Yo hice la mili en el 79 y él se murió en el 75. Esto era pura Transición.

J.- Luego recuerdas las cosas con cariño. Te quedas con lo bueno. Yo la verdad es que en mi vida había pensado en bajar a una cueva a hacer espeleología y allí que bajé. El tiempo que tuve que pasar allí… lo pasé lo mejor posible.

¿Cuáles serían vuestras tres canciones más especiales?

J.- Para mí: Háblame de ti, Esperanzas y Acordes. Por citarte tres. Pero a todas las quiero.

P.- Háblame de ti es la canción más representativa. Después de haberlas escrito todas… la verdad es que… no me siento más cercano ni más lejano a ninguna. A todas las quiero por igual.