Fernando Porro fue conserje en el centro de educación secundaria de Alsdorf, en Alemania, durante siete años.

Fernando Porro fue conserje en el centro de educación secundaria de Alsdorf, en Alemania, durante siete años. Arte / E. E.

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Conserje de día, bestia de noche: Fernando, el 'Pelicot español' en Alemania, violó durante 6 años a su mujer y lo subió a Telegram

Trabajaba en una escuela de secundaria en Alsdorf cuando fue detenido. En los registros del centro educativo aún figuran su nombre y apellidos.

La justicia alemana ha condenado a este hombre de 61 años a ocho y medio de cárcel. La sumisión química ha sido un agravante.

Más información: Reino Unido destapa su 'caso Pelicot': acusan al marido, concejal tory, y a 5 hombres de violar 13 años a una mujer.

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Fernando Porro camina renqueante, la capucha negra le cubre el rostro hasta debajo de la nariz, se sienta con dificultad, fruto de los kilos de más, y coloca una mano sobre la madera del banquillo. Aún lleva el anillo de boda que, 35 años antes, lo unió a su esposa, con quien tiene dos hijos mayores de edad.

El hombre suma 61 años. En su currículum figura que ha sido fontanero, electricista y, hasta febrero de este año, conserje de la escuela secundaria Gustav Heinemann, en Alsdorf, Alemania. Ahora también lo conocen por su mote: 'el Pelicot español'.

Porro fingía ser un padre de familia ejemplar. Un honesto trabajador de provincias más. Ni sus compañeros del centro educativo ni su familia sospechaban que, en su domicilio conyugal de Stolberg, se dedicaba a drogar a su esposa con potentes somníferos. Después de sedarla, ya inconsciente, la violaba.

Pero la traición no terminaba en el dormitorio. Los vídeos no eran para consumo propio, sino trofeos. Subía el material audiovisual a cuentas de Telegram y a otros foros de contenido para adultos. Allí, en la oscura web en el que la impunidad se disfraza de anonimato, Fernando compartió el cuerpo inerte de su mujer con desconocidos, buscando el like enfermizo y la validación de una comunidad global de voyeurs.

La mentira tiene las patas muy cortas, y fue precisamente esa huella digital la que dinamitó su doble vida. La policía alemana llegó hasta su IP y detuvo al violador. La Audiencia Provincial de Aquisgrán lo acaba de condenar a ocho años y medio de cárcel.

El español Fernando P., juzgado y condenado a ocho años y medio de cárcel por sedar y violar a su mujer de forma sistemática durante, al menos, seis años.

El español Fernando P., juzgado y condenado a ocho años y medio de cárcel por sedar y violar a su mujer de forma sistemática durante, al menos, seis años.

Fernando Porro recibe la sentencia impasible, oculto bajo el capuchón gris. Se ve cómo aprieta unos labios delgados y oscuros rodeados de una perilla gris. La sentencia aún admite recurso. Tendrá que valorar la estrategia a seguir con su abogado de oficio. 

Años de abusos sistemáticos

Fue un equipo de periodistas alemanes llamado STRG_F quien dio con los crímenes de Porro. Los reporteros de investigación se habían infiltrado en varias redes de abuso online. Al dar con los vídeos del hoy condenado, tuvieron el pálpito de que algo no iba bien. Remitieron sus sospechas a la Oficina Federal de Investigación Criminal, que inició las pesquisas.

Efectivamente, aquel contenido se había grabado sin el permiso de la mujer. Al principio se sospechó que su marido llevaba haciéndolo desde 2009, cuando colocó cámaras en su habitación, aunque las autoridades sólo han podido probar que los hechos delictivos se cometieron desde 2018 hasta 2024.

Seis años de abusos sistemáticos cometidos en su piso en Stolberg que sólo cesaron tras su detención.

El 7 febrero de 2025, la Policía Criminal de Aquisgrán se personó en el centro educativo de Alsdorf, a 20 minutos de Stolberg, en el que trabajaba Porro. Se lo llevó esposado. Él no opuso resistencia, confesó los hechos y entregó su teléfono móvil a los agentes en el momento de la detención.

"En la Escuela Gustav Heinemann, así como en el ayuntamiento, se produjo una profunda conmoción al enterarse de la detención policial de un empleado escolar", se leía en el rotativo local de Alsdorf, el Aachener Zeitung.

"La acusación contra el hombre, un conserje, sólo se conoció a través de la información de nuestro periódico: existen fuertes sospechas de violación en tres casos. Se dice que la víctima es una mujer adulta. El presunto delito no tuvo lugar en la escuela; sólo allí se produjo la detención".

El matiz era necesario. Por un lado, porque la víctima sólo fue una mujer. Su mujer. Ella misma se personó después como codemandante de su marido cuando se enteró de los hechos y fue detenido. "Pudo testificar y expresar sus sentimientos y la carga que todo esto ha supuesto para ella", explicó a los medios Nicole Servaty, abogada de la esposa de Porro.

Por otro lado, porque los rumores señalaron al principio que, además de Porro, otros miembros del centro educativo eran sospechosos, aunque el colegio lo desmintió categóricamente.

Fernando Porro.

Fernando Porro.

No obstante, tras la detención el centro educativo hizo una reestructuración completa del departamento al que pertenecía Porro, el de Haustechnik o 'instalaciones técnicas'. EL ESPAÑOL ha tratado de ponerse en contacto con los que fueron compañeros del condenado hasta febrero de 2025; uno, Matías J., no ha respondido, y el correo electrónico del segundo, Michael M., ya no está activo. El director del colegio, Ralf Bauckhage, tampoco ha respondido a las preguntas de este diario.

Lo cierto es que Porro trabajaba en el Gustav Heinemann de Alsdorf al menos desde marzo de 2017. "Quitar la nieve en invierno, cortar el césped y regar las plantas en verano, o rastrillar las hojas en otoño" eran algunas de sus funciones, según señalaba el centro en la ficha de Porro, hoy eliminada.

"Además, siempre escucha atentamente los problemas de los estudiantes. Su actitud tranquila y amable con cada individuo sin duda contribuye a que el vandalismo en nuestra escuela sea una rara excepción".

Antes de formar parte de la plantilla del colegio, Fernando Porro también trabajó para el ayuntamiento de Alsdorf desde, al menos, 1992. Figuraba como instalador y técnico. Nacido en 1964 de una familia proveniente de Extremadura, llevaba en Alemania desde su infancia. Allí se formó en fontanería durante su juventud.

Pese a la distancia física, se sentía muy conectado con España. Así lo desvela su página de Facebook, plagada de rojigualdas y loas al Real Madrid, donde también mantiene una comunicación muy estrecha con su familia, dispersa entre Mérida y Don Benito.

Tras su detención en febrero de 2025 y su entrada en prisión preventiva, Fernando Porro interrumpió el contacto con todo el mundo. Sólo su hermana menor ha ido a visitarlo.

Un juicio que evoca a Pelicot

Fernando Porro recibe callado, solemne, la sentencia desfavorable. Pero no le sorprende, porque su caso guarda enormes similitudes con el de Dominique Pelicot en Francia. Así se ha encargado de reseñarlo una y otra vez la prensa alemana, británica y española. No esperaba una absolución.

Si bien es cierto que él no permitió que un grupo de desconocidos violase sistemáticamente a su esposa, como sí ocurrió con Gisèle Pelicot, la comparativa parte de que él utilizó la sedación para abusar de ella. También "compartió" su intimidad sin su consentimiento con una recua de cómplices digitales.

Violación con el agravante de repetición, planificación y uso de sustancias para anular la voluntad de la víctima. Lesiones corporales o personales graves derivadas de las drogas y las agresiones. Delitos contra la esfera personal y el derecho a la intimidad. Por todo, la Fiscalía pidió diez años de cárcel; la defensa, ocho. Finalmente, el tribunal regional de Aquisgrán lo dejó en ocho años y medio.

Ni un psiquiatra que pretendía discernir si Porro sufría de algún tipo de "trastorno parafílico" ni el informe toxicológico que evaluaba los peligros de administrar sedantes durante años sirvieron de atenuante.