Igualdad echa chispas.

Igualdad echa chispas. Tomás Serrano

Reportajes

Una víctima de las pulseras antimaltrato defectuosas: "Mi agresor me asaltó tres veces y no recibí la alerta; me puse a gritar"

EL ESPAÑOL habla con dos mujeres, protegidas por Viogen y en una misma ciudad cuyos maltratadores, ambos con pulsera telemática, se han saltado en 4 ocasiones este año las órdenes de alejamiento sin que el sistema Cometa avisase a las víctimas, la última vez el 30 de julio.

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A Lola le estalla un amago de carcajada. Amarga. Lola en realidad no se llama Lola y se ríe por no llorar. Y eso que ya ha llorado: es una de las 4.700 mujeres en España que cuentan con esta protección telemática al encontrarse en situación de riesgo por ser víctima de violencia de género.

La alerta que recibe en su móvil, "un pitido como una sirena", matiza, cuando su maltratador se salta el alejamiento, a ella no le suena desde hace 8 meses. No es porque su agresor respete la orden judicial. Ha quebrantado la orden en tres ocasiones desde entonces este año. La última, el 30 de julio.

De todo ello tiene pruebas documentales, porque en las tres ocasiones ha sido ella la que ha llamado a la Policía, ha denunciado y ha tenido testigos de los quebrantamientos.

La polémica política ha pivotado en estos últimos dos días con la difusión de un apartado del Informe anual de la Fiscalía. Recogía que los fallos en las pulseras de control telemático que protegen a las víctimas de violencia de género estaban provocando "una gran cantidad de sobreseimientos provisionales o fallos absolutorios" cuando se saltan las órdenes de alejamiento.

El jueves, el Ministerio Fiscal matizó su propio informe. Los "problemas puntuales" no tuvieron que ver con los dispositivos, sino con la descarga de los datos previos a marzo de 2024. También aseveró que el Centro de Control de Medidas Telemáticas de Alejamiento (Cometa) no es siempre la única prueba inculpatoria de los quebrantamientos, pues puede haber "otros elementos" probatorios.

"La mayoría de casos en los que no se pudieron aportar datos se resolvieron posteriormente, pues los sobreseimientos provisionales se reabrieron una vez recuperados los datos". La Fiscalía también precisó que los dispositivos de control telemático de maltratadores "funcionaron correctamente todo el tiempo y las mujeres no quedaron desprotegidas".

Lo mismo que dijo la ministra de Igualdad, Ana Redondo, el viernes. "Las pulseras han funcionado, siguen funcionando y funcionarán". Todo surge, a su juicio, porque la Fiscalía "hizo una valoración sin datos y lo que se ha corregido precisamente es eso que ha generado una alarma que no se compadece con la realidad. La realidad es que [el sistema] no falla".

Lola lo que dice es que la única alarma es la que no le ha sonado a ella para salir corriendo. Tres veces.

La ministra trató de zanjar la polémica subrayando que es un tema “muy serio” que ha generado una alarma que es “muy peligrosa". Asimismo, aseguró que el problema “se solucionó hace meses, en diciembre del año pasado”.

Arte/EE

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Dijo más la titular de la cartera de Igualdad: “En ningún momento las pulseras tuvieron ningún fallo. Se produce una desinformación y un totum revolutum que no ayuda a salvar vidas, que es a lo que nos dedicamos en el Ministerio”.

Y Lola, que vive aterrorizada desde el mes de febrero, la primera vez que le falló el sistema, escribe al leerla: "Pues está muy mal informada la ministra porque eso lo he vivido yo".

A Lola a estas alturas le dan igual las posibles pruebas judiciales. Eso ya vendrá después. De lo que tiene miedo es de que está desprotegida. El sistema que presuntamente la protege le ha fallado tres veces.

Dan fallos

Fuentes de las Unidades de Atención a la Familia y Mujer (UFAM) de la Policía Nacional consultadas por EL ESPAÑOL señalan que estos dispositivos continúan produciendo errores a día de hoy. "Dan fallos continuamente. No funcionan bien, son de calidad ínfima", señala uno de los agentes consultados.

Otro de los mismos equipos, pero en otra comisaría señala que las alarmas de las pulseras están saltando sin tener por qué. "Dan avisos cuando no deben, que se ponen a pitar sin que el maltratador haya vulnerado el perímetro. Las víctimas se atemorizan, nos llaman nerviosas al ver que algo está fallando".

"Las pulseras de control telemático, que deberían garantizar la seguridad de las víctimas, fallan
constantemente, generando falsas alarmas, ansiedad y desprotección", señalan en el sindicato JUPOL "Tras el cambio de contrato, los problemas se han intensificado".

Desde las UFAM insisten: "Incluso hemos visto casos en los que se han retirado las pulseras sin avisar a nadie. Parece que ha ocurrido en distintos lugares, aunque no de forma generalizada".

EL ESPAÑOL ha podido recabar también errores en casos que se gestionan desde los Equipos de Mujer y Menor (EMUME) de la Guardia Civil, donde también hacen seguimiento de los maltratadores. Concretamente, en provincias de Andalucía.

"Hemos visto constantes cambios de pulsera porque pierden la cobertura y nos figura como si no funcionasen. Un caos", señala uno de esos agentes consultados por este periódico. Este efectivo refiere tres ejemplos de errores con tres maltratadores diferentes y sus respectivas pulseras tan solo en el último mes y medio.

"Hay personas imputadas por quebrantamiento de condena por el fallo de los dispositivos que daban avisos constantes cuando no eran ciertos", señalan desde la Guardia Civil, al detectar el mismo fallo que el hallado por los especialistas de la Policía Nacional.

Fuentes jurídicas confirman también que la mayoría de los problemas que han detectado con estos dispositivos han sido en las zonas rurales. Según ha podido comprobar este periódico, las pulseras fueron adquiridas por Igualdad en AliExpress, a razón de 25 euros la unidad. También en webs como Ali-Baba, el equivalente chino de AliExpress.

De todos modos, Fiscalía no ha sido capaz de contabilizar por el momento cuántos sobreseimientos se produjeron a raíz de esta problemática. Ni cuántas causas fueron, después, reabiertas, una vez se solucionaron estos errores.

"Lo tenía delante"

Para Lola, lo grave no son las estadísticas, ni lo que diga la Fiscalía, ni las pruebas judiciales para su caso, que también. No es cuántas pulseras fallan, de si son el 1% de las 4.700 que hay en España, como aseguró la ministra. Ella no vive porque no sabe cuántas veces más se encontrará a su agresor. Porque quiere que su hijo siga teniendo madre.

Por todo esto, la dificultad de probar judicialmente con ese registro que el agresor se ha saltado el alejamiento no le quita el sueño. Se lo quita las ocasiones que quedan por que su agresor se le acerque. Sin control y sin que ella lo sepa de antemano para poder huir.

"No es que me lo encuentre, es que viene a buscarme", incide Lola. "Yo vivo en una ciudad pequeña, y mi expareja también. Y pese a que tiene la pulsera, cuando funcionaba, siempre he procurado en la medida de lo posible no ir nunca sola por la calle. Y ahora, con los fallos, más todavía".

La primera vez que no recibió el aviso del programa Cometa en su móvil -alertándola de que su maltratador se encontraba a escasos metros de ella- fue en febrero de este año. No recuerda la fecha exacta.

"Iba con una amiga dando un paseo por una plaza". Cuando se dio cuenta, lo tenía prácticamente encima. Y comenzó a insultarla. Me dijo "guarra, puta, desagradecida, te voy a matar, cuando te coja sola te vas a enterar, que estás tú ahora con mucha gente, pero cuando estés sola, verás".

Lola comenzó a gritar nada más verlo, pidiendo ayuda, y acabó por salir corriendo.

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Presa del pánico, no se explicaba por qué no le había pitado el móvil, ni tampoco por qué no le llamó la Policía antes, para alertarla, "porque tengo una orden de alejamiento, preventiva, de 300 metros, impuesta por el juzgado".

Cuando sí lanzaba la alerta, además de avisarla, quedaba registrado en el sistema como prueba irrefutable de que su agresor había quebrantado el alejamiento.

"En circunstancias normales, a él lo llaman y tiene que ir al juzgado a testificar por saltarse la orden judicial". Aquella primera vez quien alertó a la Policía Nacional de que el maltratador se había acercado a su víctima fue su amiga. "Es que yo no podía hablar por teléfono. Me entró un ataque de pánico, de ansiedad".

El servicio VioGen de la Guardia Civil, en una imagen de archivo.

El servicio VioGen de la Guardia Civil, en una imagen de archivo.

La segunda ocasión su agresor la asaltó por la tarde, cuando llevaba a su hijo menor a las clases particulares. Porque, además de un hijo con él, "tenemos amigos comunes. Por eso se sabe todos mis pasos", precisa. La alerta, -un pitido potente que emite su móvil- tampoco sonó. Tampoco hubo llamada previa de la Policía.

Fue el 20 de mayo. "Lo sé perfectamente porque el policía de protección que tengo asignado me recomendó en febrero, la primera vez que falló, que apuntara los días que no llegase a funcionar".

Su agresor la esperaba en la puerta de las clases de su hijo. De nuevo "repitió el patrón de comenzar a insultarme. Me refugié en el interior de las clases y llamé a la Policía".

Pregunta.- ¿Cuándo ha sido la última vez que se ha encontrado a su agresor y no ha recibido la alerta?

Respuesta.- El 30 de julio. Lo tengo anotado, como me dijo la policía. Ese día mi hijo y yo llevamos al perro al veterinario. Y volvió a pasar lo mismo. Comenzó a insultarme gravemente y a acercarse. Me metí en la clínica veterinaria para protegerme y llamar a la Policía.

Un miedo "atroz"

El único registro que existe de esos tres quebrantamientos son sus llamadas de denuncia. "Y los testigos, claro". Confiesa a EL ESPAÑOL que "estoy pasando un miedo atroz", porque "él lleva la pulsera, pero no vale para nada porque no me avisa. Y en estos 8 meses a mí nadie me ha dado solución".

Lola lo conoció cuando ella tenía 16 años, y él, 20. "De novios todo fue muy bien. Cuando cumplí los 18 comenzó a maltratarme. Me quedé en estado. Y fue ahí cuando, al nacer su hijo, "comenzó a pegarme a mí y también al niño. Y ya no pude más", resume.

No es un caso aislado en la ciudad en la que reside Lola, de tamaño mediano y de menos de 150.000 habitantes. "Hay otro caso más, el de Eugenia", precisa a EL ESPAÑOL la presidenta de la asociación de mujeres maltratadas de la localidad.

Eugenia es otro nombre ficticio. También omite este reportaje el nombre de la ciudad, de la asociación y de su presidenta. Solo así acceden a hablar con EL ESPAÑOL. Por supuesto, nada de fotos. Ni de espaldas, ni a contraluz. Nada. cero. Y menos, ahora.

"No quiero, no. No quiero darle [a él] la oportunidad de que me identifique. Ni aunque se me viera una mano", dice Lola. Es así porque "están más desprotegidas que nunca, y llevan meses así", abunda María.

Desprotegidas

Eugenia no tiene hijos. Lleva mucho tiempo en el sistema Viogen y anteriormente sí que le sonaba la alarma en su móvil porque su maltratador, con pulsera, "solía quebrantar el alejamiento. Tiene 200 metros, y a mí me pitaba con mucha asiduidad", precisa.

Fue el sábado 14 de junio de este año. Acudió con unas amigas el sábado a la feria de una localidad vecina. Fue en la portada del recinto ferial y él, por detrás, le agarró del hombro. Se giró y lo vio. "Comencé a gritar y él emprendió la huida".

Acudió a la Policía Local y comenzaron a buscarlo, pero fue en vano. Cuando acudió a denunciar le dijeron que con el ruido de la feria, lo mismo el teléfono había sonado y ella no se había enterado. "Eso es imposible. Para empezar, porque tendría que tener registrada la llamada perdida de la policía alertando de que mi agresor está cerca. Y no tenía ninguna llamada".

María, la presidenta de la asociación de mujeres maltratadas, cuenta a EL ESPAÑOL que la asistieron. "Nos llamó llorando, con un ataque de nervios. Fue de día, a las ocho y media de la tarde".

Ella misma ha puesto en estos meses los hechos en conocimiento de las autoridades en la mesa técnica contra la Violencia de Género que existe en la ciudad, a la que asisten cargos municipales, de la Policía Local, de la Nacional y de la Subdelegación de Gobierno. "Éstos últimos lo saben perfectamente", subraya a EL ESPAÑOL.

Por eso, abunda en que si la ministra dice que este sistema funciona correctamente "es, lamentablemente, faltar a la verdad. Las pulseras no son infalibles. Ya digo que recientemente dos compañeras de nuestra asociación han vivido fallos graves con estos dispositivos, poniendo en riesgo su integridad y su vida".

El fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, junto a la ministra de Igualdad, Ana Redondo, en un acto el pasado junio.

El fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, junto a la ministra de Igualdad, Ana Redondo, en un acto el pasado junio. La Sexta

"Los errores técnicos, la falta de cobertura o la lentitud en la respuesta son una realidad que no se puede seguir ocultando". La presidenta, quien también fue víctima de violencia de género, enfatiza que "negar estos hechos o minimizarlos no solo invisibiliza el miedo constante con el que viven muchas mujeres, sino que también pone en peligro su seguridad".

La vida de una mujer maltratada, subraya, "no puede depender de una tecnología que no es 100% segura ni estar a merced de fallos que ya se han demostrado. Exigimos a las instituciones responsabilidad, verdad y mejoras reales. Basta de propaganda. Lo que necesitamos es protección efectiva, inversión en recursos humanos y técnicos, y sobre todo, un compromiso sincero con la vida y dignidad de las mujeres".