El sacerdote Miguel Tovar, en la Plaza de San Pedro del Vaticano.

El sacerdote Miguel Tovar, en la Plaza de San Pedro del Vaticano. Cedida

Reportajes

Miguel Tovar dejó su sueño de ser periodista para convertirse en el cura más joven de España: "El demonio me sigue atacando"

Este joven de solo 24 años fue ordenado cura el pasado 5 de julio: "La Iglesia nos dio las armas para luchar contra el diablo: la oración y la eucaristía, y hay que tener momentos para expansionarse, yo lo hago viendo al Real Murcia".

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Desde un asiento del estadio Enrique Roca del Real Murcia, destaca entre la multitud un atuendo completamente negro solo decorado por el blanco reluciente de un alzacuellos. Es Miguel Tovar (Molina de Segura, 2001), el cura más joven de España con solo 24 años.

Este sacerdote rompe la mayoría de los estereotipos asociados a la estética eclesiástica mientras corea los cánticos del club grana, levantando con orgullo sobre su cabeza una bufanda con el escudo romboidal. "Compagino el sacerdocio con el Real Murcia siempre que las circunstancias me lo permiten", explica en una íntima entrevista a EL ESPAÑOL.

"Cuando el Señor te llama a ser cura no se te aparece ni te manda un WhatsApp. Lo hace de una forma normal cuando tienes fe. Es un llamado que se siente poco a poco, a través de personas y circunstancias".

El Papa León XIV y el sacerdote Miguel Tovar.

El Papa León XIV y el sacerdote Miguel Tovar. Cedida

Su camino en la fe es la prueba de que todo pasa por algo. Fue ordenado sacerdote el pasado 5 de julio en la Diócesis de Cartagena, después de una vida guiada por la vida y obra de Jesucristo. "Descubrí al Señor con 13 años".

Solo unos meses después, pudo conocer al nuevo Papa, León XIV, durante una visita a Roma. "Fue uno de los días más felices de mi vida, pude saludarlo personalmente, le dije que era el cura más joven de España y quiso conocer a mis padres para felicitarles. Me invitó a ser fiel y a no perder la alegría".

Hoy ejerce como vicario en la parroquia de El Salvador de Caravaca de la Cruz, una ciudad santa ubicada en la Región de Murcia que cada siete años celebra su Año Jubilar atrayendo a millones de peregrinos en una tradición que se lleva repitiendo desde el año 1981.

Pero su apasionado servicio a Dios no le exime de recibir ataques constantes del diablo, que como ser humano, le tienta todos los días.

PREGUNTA.– En la juventud, todas las personas se enfrentan a una serie de tentaciones que son humanas e inevitables. ¿Cómo lo hace para mantenerse firme y no dejarse llevar por ellas?

RESPUESTA.– El demonio ataca mucho hoy en día a las familias y a los sacerdotes. Y a mí también me ataca muchísimo a través de personas, de circunstancias… Pero la Iglesia, que es mucho más sabia y más grande que cualquiera de nosotros, hace muchísimos siglos nos entregó las armas.

Yo lucho contra esa tentación llenándome de Dios, porque soy humano, débil, y pecador. La eucaristía y la confesión son la fuente de la vida donde vamos a encontrar la paz.

Un cristiano que no se confiesa es posible que a la primera de cambio lo pase mal. Igual que un marido que para mantener su matrimonio tiene que hablar con su mujer, si no lo hace y se deja tentar, antes o después ese matrimonio acabará fracasando. De esa forma, si un sacerdote no pierde ese trato asiduo, en medio de la tentación siempre tendrá bien claro que es sacerdote.

P.– ¿Ayuda también tener un tiempo para expansionarse y dedicarse a las aficiones propias, como en su caso el Real Murcia?

R.– Es buenísimo que un sacerdote o un cristiano tengan días de expansión. El deporte no es solo bueno, es necesario en la vida espiritual. Tienes que salir a andar, estar en contacto con la naturaleza, tener un hobbie: cine, literatura, café con los amigos…

Por eso me gusta tanto el deporte y escuchar los medios de comunicación. Así lucho yo con las tentaciones. Y es una batalla constante, de todos los días, se necesita sacrificio y poner de tu parte.

El sacerdote Miguel Tovar, bendiciendo una rama de olivo.

El sacerdote Miguel Tovar, bendiciendo una rama de olivo. Cedida

La afición a los medios de comunicación a la que alude Tovar no es un mero comentario. Antes de iniciar su carrera sacerdotal, este joven tenía otra vocación: el periodismo deportivo.

"Estudiaba mucho para poder dedicarme a ello, pero necesitaba una notaza para poder acceder al grado, y me hinché a estudiar".

P.– ¿Qué le hizo cambiar sus planes para iniciar su camino en el sacerdocio?

R.– En segundo de Bachillerato decidí ir al seminario por primera vez. Ahí experimenté una paz y una alegría que nunca había sentido en ningún lugar del mundo. Y eso que yo había estado en partidos increíbles, en fiestas… Porque mi adolescencia fue como la de cualquier otro muchacho.

Pero el seminario lo superó todo. Hubo un sacerdote que me ayudó mucho, Luis Gomariz, que me hizo discernir si la carrera sacerdotal era lo mío. Y ahí, poco a poco, me fui dando cuenta de que el Señor me llamaba.

P.– ¿Cree que en estos tiempos de individualismo y redes sociales es más complicado descubrir a Dios?

R.– Es una sociedad en la que uno no encuentra tiempo para parar, estamos dinamitados por un montón de estímulos que nos impiden hacerlo.

Y luego es un mundo muy relativista, de bienestar, de consumo, donde lo tienes todo, se te da todo, pero a la vez no tienes nada. No tienes paz. Y prueba de ello es la cifra de suicidios. Es muy paradójico, pero nos falta lo esencial, que es la alegría interior, independiente de que seamos más o menos creyentes.

Todo eso dificulta que las personas puedan encontrar ese momento de parar y encontrarse con el Señor, que es una fuente de vida, de amor, de alegría, de paz, de plenitud...

Miguel Tovar (con una cinta roja, en la primera fila), durante el funeral del Papa Francisco, mirando al presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

Miguel Tovar (con una cinta roja, en la primera fila), durante el funeral del Papa Francisco, mirando al presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Cedida

P.– ¿Eso también dificulta que haya curas jóvenes?

R.– Cuando la gente habla de la crisis de vocación del sacerdocio, pienso que en realidad hay una crisis en general de vocación. Todos tenemos una. El Señor tiene pensado un camino de autorrealización para cada persona, capaz de darle plenitud.

Esa vocación tiene dos ingredientes: el amor y el trabajo, y requiere compromiso y responsabilidad. ¿Cuál es el problema de los jóvenes, y me incluyo? Precisamente, una falta grande de compromiso y responsabilidad.

Al final hay una crisis de vocación y responsabilidad por esa falta de valores. ¿Por qué? Porque los compromisos conllevan sufrimiento.

Y a un cristiano, por el hecho de serlo, no se le anula el sufrimiento. Lo que le diferencia es que encuentra en su fe un estímulo y una fuerza para darle sentido.

Cuando quitamos a Dios de la ecuación, cualquier sufrimiento se vuelve inaguantable, y cualquier compromiso que adquirimos se vuelve insoportable.