Nayra Bertol Encinas en el acto de jura de aspirantes a registradores 2025.

Nayra Bertol Encinas en el acto de jura de aspirantes a registradores 2025. Cedida

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Nayra Bertol, registradora de la propiedad a los 25: superó la oposición en 36 meses cuando la media está entre 6 y 8 años

Con sólo un año y dos meses de preparación, la joven canaria se presentó al examen. Sin embargo, no pudo pasar de la primera fase.

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Nayra Bertol Encinas tiene 25 años, es originaria de Las Palmas de Gran Canaria y, desde el pasado 22 de mayo, es Registradora de la Propiedad. La carrera de Derecho siempre había estado en el horizonte profesional por la cantidad de salidas y las ramas que abarca el Derecho. Pero no fue hasta cursar las asignaturas de Derecho Penal y Derecho Civil y cruzarse con un profesor sabedor de la capacidad de la canaria, que Nayra no se dispuso a prepararse unas oposiciones.

"Estudié en la Carlos III de Madrid y un profesor que sabía que era buena estudiante me comentó que con la capacidad que tenía, por qué no aspiraba a una oposición de notaría, juez o registro. En una clase de Derecho Civil hablaron del registro de la propiedad, ahí empecé a conocer qué era. Al año siguiente cogí una optativa, Derecho Inmobiliario Registral, y ahí me llamó mucho la atención. Decidí hacer las prácticas en el Registro de la Propiedad Nº14 de Madrid para ver realmente qué es el trabajo que se hacía, y ese fue el momento en el que me atreví a empezar a opositar", explica Nayra en conversación telefónica con EL ESPAÑOL.

La primera vez que se presentó a las oposiciones de Registro de la Propiedad fue en noviembre de 2022, pero con el único propósito de comprobar cómo era el examen. Tan sólo llevaba un año y dos meses de preparación para un examen con un temario de 350 temas y donde el tiempo medio para lograr sacar la plaza es de entre seis y ocho años. A pesar de todo, sus preparadores insistieron en que lo intentara. Querían que cogiera experiencia ante el tribunal y saber afrontar el examen. Sin embargo, no pudo pasar del primer examen.

Nayra Bertol, una de las 46 aprobadas.

Nayra Bertol, una de las 46 aprobadas. Cedida

"Estuve una hora cantando y completé la oración del examen, pero no aprobé. Bastante es aguantar ahí una hora. Quienes empezaron conmigo cantaban un tema y luego se retiraban.

Al año siguiente decidió presentarse a las oposiciones para notaría para seguir cogiendo confianza frente al tribunal y, esta vez, sí aprobó la primera prueba, pero declinó continuar con los siguientes exámenes. "Al final en la carrera lo que me había gustado era registro y fue donde hice las prácticas así que, lo dejé a un lado y aposté por registros de este año, del 2024 al 2025. Esta convocatoria es realmente en la que iba a tener posibilidades de aprobar todos los exámenes".

Apenas tres años y ocho meses después de emprender el duro camino de las oposiciones, Nayra logró el objetivo: aprobar las oposiciones de Registro de la Propiedad y en tiempo récord. De entre 645 aspirantes, la joven obtuvo una de las 46 plazas disponibles. Quedó en el puesto 43. Pese a este hito, Naya lamenta no haber comenzado a prepararse los exámenes de la oposición a la par que terminaba la carrera de Derecho.

"Lo que cambiaría de mis tres años estudiando es no haber empezado antes, pero más por tema ambición. A lo mejor el primero año que me presenté, si hubiera empezado antes, podría haber aprobado, pero ya es un poco por el tema de luchar conmigo misma. Normalmente la media son de seis a ocho años para aprobar, pero por el proceso que yo llevaba y que mi preparador había marcado, este año sí tenía posibilidades de aprobar", comenta la joven canaria.

En estos tres años, Nayra ha atravesado todo tipo de etapas emocionales, lo que la llevó a acudir a un psicólogo. Se define como una persona muy autoexigente, lo que le provocaba nervios difíciles de controlar durante los exámenes. Aprobar el primer examen notarial le generó más miedo al fracaso que alivio o confianza. Pensaba que debía lograr lo mismo con los exámenes de Registro.

"Iba un poco con la mentalidad de que debía aprobar y los nervios me jugaron una mala pasada. No me salía el tema y lo defendí como pude. Cuando se lo conté a mi madre, me recomendó contratar a uno. Me vino muy bien, porque lo noté mucho en cada segundo del examen y pude gestionar esos nervios y que no me importe lo que puedan pensar los demás".

Nayra junto al resto de compañeros.

Nayra junto al resto de compañeros. Cedida

PREGUNTA.– ¿Cómo viviste el momento de ver las notas?

RESPUESTA.– Ese día recuerdo que lo pasé bastante mal, muy nerviosa. Sabíamos que a las doce de la mañana ya habían acabado las lecturas, entonces podían salir las notas en cualquier momento, y yo me acuerdo que reuní a mi familia, porque yo no quería mirar las notas, para que las mirasen. Estábamos todo el rato actualizando la página, porque en cualquier momento salían, y al principio nos decían que saldrían a la hora de la comida, pero luego al final salieron a las seis y media de la tarde.

Pensaba que tenía que ir al hospital, porque me desmayaba, estaba pálida. Lo pasé muy mal, y luego cuando ya vi la nota, me quedé muy contenta. Es verdad que al principio un poco triste, porque yo tenía dos grandes amigos que no consiguieron aprobar, y pensaba que estaban mal las notas, que se habían equivocado, que cómo no iban a estar ellos, pero bueno, cuando me empezó a llamar la gente para felicitarme, me lo empecé a creer un poco más.

Cambio de rutina

Nayra tuvo que cambiar por completo sus hábitos de estudio. Durante sus cuatro años de carrera, la canaria apenas dedicaba tiempo a estudiar en casa, aunque sí mantenía todos sus apuntes al día. Durante la preparación, el estudio se volvió intenso. Tal como ella misma confirma, llegó a estudiar hasta 10 horas diarias, seis días a la semana, con tan solo un día de descanso.

"Tenía la rutina de despertarme a las ocho y a las ocho y media estar ya estudiando hasta las ocho de la tarde, momento en el que iba al gimnasio y volvía para cenar y dormir. Entre medias tenía descanso de almuerzo sobre las once y media de la mañana, luego la comida como media hora o cuarenta y cinco minutos, y un descanso entre medias para ir al baño o pasearme por casa para despejarme . He sido en eso muy constante durante todos estos años. Cuando se acercaba el examen a lo mejor me despertaba un poco antes para meter más temas en el día, pero más o menos mi rutina era siempre la misma".

En cuanto a su vida social durante los 36 meses que ha dedicado a prepararse, esta joven admite que, al principio, le costaba rechazar cualquier plan con amigos o familia. Sin embargo, si quería sacar adelante estas oposiciones, resultaba inviable mantener el mismo ritmo de vida que el resto.

Por no alargar los años de estudio, su esfuerzo valía la pena. Tanto que un retraso de quince minutos o cambiar el día de descanso podía alterar por completo su rutina de preparación. "Me daba mucha pena y lo pasaba mal cuando decía que no salía porque siempre he sido de hacer planes y salir con amigas, pero sabía que quien algo quiere, algo le cuesta. Al principio si tenía un cumple, no me importaba cambiar mi día de descanso, que era el sábado, pero al final se me hacía bola y como soy cuadriculada, me trastocaba mucho. Al cantar los viernes, intentaba quedar ese día y tener el sábado también libre. Ahora intento decir a todo que sí".