Alzórriz, vicesecretario general del PSN-PSOE y portavoz socialista en el Parlamento de Navarra, junto a Santos Cerdán en una convocatoria por el día de los trabajadores.

Alzórriz, vicesecretario general del PSN-PSOE y portavoz socialista en el Parlamento de Navarra, junto a Santos Cerdán en una convocatoria por el día de los trabajadores. Redes.

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Alzórriz, el látigo de Chivite contra el PP en Navarra que defendía a Santos Cerdán como "un baluarte del socialismo"

Su pareja trabajó en una empresa vinculada a Santos Cerdán, pero él nunca lo comunicó. Antes de caer, lo defendió hasta el final.

Más información: Dimite el número dos del PSOE de Navarra por ocultar que su pareja trabajó en Servinabar, la empresa de Cerdán.

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En Navarra, los silencios pesan. Más aún si vienen de alguien que durante años lo dijo todo por el partido. Ramón Alzórriz (Pamplona, 1973), vicesecretario general del PSN y portavoz socialista en el Parlamento foral, ha dimitido este miércoles tras admitir que su pareja trabajó en una empresa salpicada por la investigación que ha puesto contra las cuerdas a Santos Cerdán, histórico del PSOE y exnúmero tres de Ferraz.

El detonante no ha sido la ilegalidad —que niega haber cometido— sino la omisión: no se lo dijo a María Chivite. Y ella ha dejado claro que en su partido ya no cabía.

La caída de Alzórriz es también la de un estilo: el del militante disciplinado, del portavoz que salía a defender cada decisión, cada crisis, cada tropiezo. El que ponía la mano en el fuego por los suyos, incluso cuando ardía.

El vicesecretario general del PSN-PSOE y portavoz socialista en el Parlamento de Navarra, Ramón Alzórriz, durante una rueda de prensa este miércoles en Pamplona.

El vicesecretario general del PSN-PSOE y portavoz socialista en el Parlamento de Navarra, Ramón Alzórriz, durante una rueda de prensa este miércoles en Pamplona. EFE/ Jesús Diges.

Hasta hace apenas unos meses, seguía considerando a Santos Cerdán un "baluarte del socialismo navarro" y un "hombre humilde y leal". Ahora, prefiere callar: "Qué más da lo que yo piense si hay una investigación judicial", dijo esta semana ante los medios.

Un fiel escudero

Durante años, Ramón Alzórriz ejerció como uno de los principales azotes del PP en Navarra. Desde la tribuna parlamentaria, las ruedas de prensa y las redes sociales, fue una voz feroz contra la derecha, a la que acusaba de actuar con deslealtad institucional y de "buscar rédito político a costa del caos".

No dudaba en señalar a líderes nacionales del Partido Popular, como Alberto Núñez Feijóo o incluso José María Aznar, como responsables indirectos de campañas de desestabilización.

En uno de sus mensajes más comentados, tras un sabotaje en la red del AVE, llegó a insinuar que "las derechas suelen ser muy disciplinadas… y muy poderosas, con muchos recursos de todo tipo", dejando entrever que tras algunos incidentes podía haber algo más que delincuencia común.

Pero no sólo. En general, Alzórriz lleva décadas en el aparato socialista navarro. Muy cercano a Chivite y alineado sin fisuras con la dirección federal, su voz ha sido habitual en todo espacio posible.

Ramón Alzórriz junto a María Chivite antes de comenzar un debate sobre el Estado de la Comunidad.

Ramón Alzórriz junto a María Chivite antes de comenzar un debate sobre el Estado de la Comunidad. Pablo Lasaosa.

En julio de 2022, celebraba la continuidad de Cerdán como secretario de Organización del PSOE como "una grandísima noticia" y "un reconocimiento al trabajo bien hecho". Cuando el escándalo estalló, cambió el discurso, pero no la lealtad: apeló a la presunción de inocencia, criticó a los medios y pidió no sembrar dudas.

Pero los hechos pesan más que las palabras. La UCO encontró una escritura de 2016 que sitúa a Cerdán como poseedor del 45% de las participaciones de Servinabar, una empresa adjudicataria de la mayor obra pública de la última década en Navarra: la duplicación de los túneles de Belate, presupuestada en 76 millones.

Y en esa misma empresa trabajó la pareja de Alzórriz entre 2021 y 2024. Él asegura no haber sabido nada del vínculo societario de su compañero, pero admite que no informó a Chivite de ese contrato. Y eso, en política, se paga.

"La presidenta no lo sabía. Y creo que debía saberlo". Así justificó su dimisión el miércoles, en una comparecencia convocada a última hora. Afirmó que su pareja tenía un empleo precario antes de entrar en Servinabar y que no hubo intermediación alguna.

"No he cometido ningún delito", repitió. Pero Chivite ya había hablado esa misma mañana: "Tendrá que caer quien tenga que caer". Y cayó. Lo hizo con un gesto contenido, sin ataques, sin reproches. Solo un punto de decepción en la mirada de quien pensaba que bastaba con no haber hecho nada malo. Pero el daño no era penal, sino político. Y venía de dentro.

La presidenta del Gobierno de Navarra, María Chivite, este miércoles en el Palacio de Navarra.

La presidenta del Gobierno de Navarra, María Chivite, este miércoles en el Palacio de Navarra.

El puente de la discordia

No es la primera vez que el nombre de Alzórriz aparece en la misma frase que el de Servinabar. En redes sociales ha circulado en las últimas horas una imagen suya en el aeropuerto, rumbo a Filipinas con su pareja, en pleno puente foral navarro de diciembre de 2023. Ese viaje coincide con un pleno parlamentario al que no asistió.

Pero no sólo en esa ocasión fue polémico. Más reciente: el pasado 1 de mayo, Día Internacional de los Trabajadores, acudió a una manifestación del PSOE junto a UGT con una chaqueta vaquera de la marca DSQUARED2, cuyo precio de venta roza los mil euros.

Imagen de grupo durante la concentración en la que se observa a Alzórriz vistiendo la chaqueta de la lujosa marca canadiense.

Imagen de grupo durante la concentración en la que se observa a Alzórriz vistiendo la chaqueta de la lujosa marca canadiense. Redes.

Desde entonces, algunas voces internas se preguntan si se avecinaban revelaciones que lo dejaron sin margen de maniobra.  Alzórriz ha renunciado a sus cargos orgánicos y de portavocía, pero sigue siendo parlamentario. Queda por ver si su presencia en el hemiciclo se mantiene o si la presión política lo obliga a dar un paso más.

La presidenta Chivite ha querido marcar distancias no solo con él, sino con toda la etapa Cerdán: ha encargado una auditoría de las cuentas del PSN durante su liderazgo (2011-2017) y ha enviado varias adjudicaciones a la Oficina Anticorrupción y la Cámara de Comptos.

En su entorno, algunos consideran que Chivite actúa con dureza no solo por ética, sino por supervivencia. La oposición —con UPN al frente— ya pide su dimisión. Sus socios, de momento, se mantienen a la expectativa. Y ella, firme. "Me siento traicionada personal y políticamente", ha dicho.

Ramón Alzórriz fue durante años su hombre fuerte. El que acompañaba, defendía, negociaba. El que sostenía el relato. Hoy, ese relato ya no le incluye.