Quien llega al distrito de Chulucanas es recibido por mangos, limoneros y algarrobos. Allí vive Héctor Camacho. Él debe ser una de las pocas personas peruanas que han conversado por WhatsApp con Robert Francis Prevost, el nuevo papa León XIV, en el último mes. Tienen confianza. Una verdadera amistad nacida en esta ciudad al norte de Perú a la que se ha desplazado EL ESPAÑOL.
Por eso, Héctor le escribió poco después de que Francisco falleciera. Le dio ánimos antes del Cónclave: "Desde ya, más que un Papa, eres un ángel de Dios. Te queremos mucho".
En Chulucanas, Robert Francis Prevost hizo su primera misión apostólica. Allí empezó todo. Corría el año 1985 y él era un sacerdote de tan sólo 30 años. Agustino, delgado, apenas llevaba 24 meses como párroco en Estados Unidos y contaba con estudios en Roma.
Robert Francis no tenía reparo en aceptar, por cortesía, las cervezas que le invitaban los chulucanenses, que lo veían como a un "gringo" que "masticaba" el idioma castellano.
A poco de llegar a Chulucanas para ejercer las funciones de vicepárroco de la catedral de la Sagrada Familia y de canciller del obispo, Prevost empezó a ser llamado, simple y llanamente, "padre Roberto".
Y, hasta hoy, 40 años después, lo recuerdan de esa forma. Sobre todo, sus vecinos de las calles Amazonas o Pisahua, situadas junto a la iglesia-parroquia de San José Obrero, donde vivió y durmió a pocos metros de la bulla de un populoso mercado que fluye por las vías públicas y los variadísimos negocios de comida.

Robert Francis Prevost, el Papa León XIV, en 1996, siendo padrino de bautismo en Chulucanas, Perú, de Mildred Camacho Dioses.
Cerca de esta parroquia viven Anita Zapata, de 56 años, y Esterfilia Gómez, de 67. Ellas recuerdan al padre Roberto como el sacerdote estadounidense que "vivía allí", frente a su casa, bajo esas dos torres blancas del templo, y en medio de todo el caos de un mercado que ahora, paradójicamente, se llama Modelo.
Otro chulucanense que lo describe es el carpintero Eddie Sandoval. Él rememora que Robert Francis Prevost, junto a los demás eclesiásticos de Chulucanas, organizaban, hacia finales de los años 80, proyecciones de cine para los niños y gymkhanas deportivas.
"Me acuerdo de las películas de la vida de Jesús, que trataban de unir a las familias. Éramos humildes. Nos sorprendió que ahora sea el flamante Papa. Él vivió años acá", relata Eddi, quien en esas fechas tenía entre ocho y nueve años.

Robert Francis Prevost (i) comiendo con los monaguillos en 1985. Cedida.
Un padrino ejemplar
“Llegó en 1985. Le gustaba darnos a los monaguillos una diversión sana: ir a la playa, hacer misa en capillas de barro, de adobe, de los pueblitos como Yapatera o Fátima. La gente lo atendía bien y él comía su cabrito, tomaba su jarra de chicha jora [bebida ancestral a base de maíz típica en el Perú].
Yo me quedaba hasta las dos o tres de la mañana con él, aprendíamos bastante. Incluso, a su lado, pude comer junto al obispo de Chulucanas", cuenta a EL ESPAÑOL Héctor Camacho.
Cuando Robert Francis Prevost llegó a Chulucanas, esta ciudad y muchas más del norte peruano estaban todavía devastadas por el fenómeno El Niño de 1983, donde las lluvias e inundaciones arrasaron con todo. A eso se le sumaba el terrorismo de Sendero Luminoso, que empezaba a azotar el norte del país. Por ello, Prevost encontró un territorio empobrecido pero con ganas de salir adelante.
Y, por este tipo de cosas, como si se tratara de un padre espiritual y amoroso, marcó la vida de jóvenes como Héctor Camacho, quien se hizo su amigo. En 1996 se convirtió en su compadre, pero no sólo eso. El sacerdote, quien por esa época había perdido a su madre, llamada Mildred, aceptó que la hija de Héctor se llamara como ella, a modo de homenaje.
Héctor y su esposa, Roxana Dioses, lo resumen así: "Le pedimos permiso para ponerle el nombre de su madre, Mildred, a nuestra hija, y que la bautizara. Aceptó gustosamente. Nos pidió la fecha del bautizo y se dio el tiempo que necesitábamos. Se quedó en la zona dos días más por el compromiso de nuestra hija".

Los Camacho Dioses, familia espiritual del Papa León XIV, en Chulucanas, Perú; Mildred, en el centro.

Parroquia-iglesia de San José Obrero, en Chulucanas, donde vivió el Papa León XIV en 1985 durante su primera misión apostólica en Perú. E. E.
La primera misión
Chulucanas fue su primera misión. De 1985 a 1990. "El contacto con la gente y con las familias marcó su vida. Vivía en la parroquia San José Obrero. Él se caracterizaba por su sencillez, su cercanía y su sentido humano. Aprendió mucho aquí al empaparse del sentimiento de fe. Del sentimiento peruano".
En 2024, vino a Chulucanas para acompañar a sus vecinos por el 60 aniversario de la Diócesis. "Reconocía a este pueblo santo de Dios. Ha sido una sorpresa su elección", revela el obispo Cristóbal Mejía, quien vive en Chulucanas, una ciudad a la que azota el fuerte sol y está impregnada del sonido de los cientos de mototaxis. Ruidosa, sí, pero caracterizada por su buena gastronomía y sus cumananeros, poetas espontáneos.

Robert Francis Prevost (2i), hoy León XIV, con un grupo de monaguillos de Chulucanas. Cedida.
En esta ciudad, Chulucanas, la noticia del nombramiento del nuevo Papa fue la comidilla del 8 de mayo, y seguro lo será por muchos días más, porque el nuevo Papa caminó por aquí cuando tenía 30 y volvió a comer en 2024. Hizo misas aquí y allá, ahijada de por medio, entre gente pobre y gente adinerada.
Héctor, su amigo, lloró cuando vio la noticia de que Prevost había sido elegido León XIV. Acaso recordando sus 15 años de amistad.
Ahora, 40 años después, convertido nada menos que en compadre del Sumo Pontífice y en negociante de pollos, hace una reflexión: "Ahora que es Papa se nos aleja más, pero algo me dice que regresará. Se le vienen muchos problemas universales".