Dos de los tres menores, tras ser rescatados por la Policía Local de Oviedo.

Dos de los tres menores, tras ser rescatados por la Policía Local de Oviedo. E. E.

Reportajes SUCESOS

Christian, el filósofo alemán que se encerró con su mujer e hijos en Oviedo tras la Covid: "Les daba medicación con THC"

Él y su mujer vivieron cuatro años recluidos en un chalet, con los menores sin escolarizar, sin salir al exterior y en condiciones infrahumanas.

Más información: Entre mascarillas, excrementos y pañales usados: los 1.200 días de terror de los 3 niños aislados por sus padres en Oviedo.

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Para llegar hasta el chalet donde ocurrió todo, hay que serpentear durante varios minutos por carreteras rurales que suben entre verdes ondulados, bosques y huertas. Fitoria (155 habitantes censados), a pesar de estar a apenas cinco kilómetros del centro de Oviedo, parece otro mundo. Aquí, el tiempo transcurre a otro ritmo. La vida es silenciosa, casi inmóvil. Hasta que un día, el silencio se rompe. Y entonces ya no se puede volver atrás. 

En ese lugar donde nunca pasa nada, según los ovetenses, un matrimonio mantuvo encerrados a sus tres hijos pequeños durante casi cuatro años dándoles THC (derivado del cannabis). Nadie en el vecindario los había visto jamás. Ni a ellos. Ni a los niños. "No sabíamos ni que la casa estaba habitada", resume una vecina. "Nunca les vimos o escuchamos. Ni con niños ni sin ellos"

La vivienda, un gran chalet de tres plantas con la finca cerrada, había sido alquilada en diciembre de 2021. En el registro municipal solo figuraba el padre: Christian S., un alemán de 53 años, catedrático de Filosofía, que se ganaba la vida teletrabajando como freelance de recursos humanos. Su esposa, M. A. S., de 48 años, es también alemana, aunque nacida en Estados Unidos y con raíces mexicanas. Juntos criaban a tres hijos: dos gemelos de ocho años y un mayor de diez. Llevaban encerrados en este idílico y silencioso rincón de Asturias desde que los pequeños tenían cuatro años y el mayor, seis.

Exterior de la vivienda donde permanecieron aislados los tres menores y sus dos padres durante cuatro años.

Exterior de la vivienda donde permanecieron aislados los tres menores y sus dos padres durante cuatro años. Julio César R. A.

Una denuncia vecinal

La vivienda colinda con otras tres casas similares, de estructura grande y rodeadas de setos y muros que aíslan. Pero ni siquiera los vecinos más cercanos sabían que había alguien viviendo allí. Rafael Ruiz, que reside justo enfrente, lo confirma: "Honestamente, no recuerdo saber que estuviera habitada. Siempre las persianas bajadas, ni ruidos, ni coches. Nada que indique vida".

Para más inri, el chalet se encuentra a menos de treinta metros del convento de las Carmelitas Descalzas, donde las hermanas viven en clausura. Sor Teresa atiende a EL ESPAÑOL, todavía afectada. "En esa casa vivía antes otra familia, un matrimonio con galgos. Desde que se fueron, creíamos que estaba vacía. Ni una luz, ni un movimiento. Cuando llegaba el camión del Mercadona con un paquete de comida, pensábamos que eran para la casa de enfrente". Anoche, admite, no pudieron dormir: "Pensar que esto ocurría tan cerca… ha sido un infierno para nosotras".

Paradójicamente, y aunque los vecinos consultados sostengan que no tenían constancia de vida en la vivienda, la investigación policial comenzó el 14 de abril gracias a la denuncia de una vecina. Desde una ventana cercana —hay dos viviendas con visión directa a la de los detenidos— había notado la presencia de dos menores en el interior y alertó a la Policía Local de Oviedo de la posible no escolarización de los mismos.

Sor Teresa, durante su conversación con EL ESPAÑOL, en el convento de las Carmelitas Descalzas de Oviedo.

Sor Teresa, durante su conversación con EL ESPAÑOL, en el convento de las Carmelitas Descalzas de Oviedo. Julio César R. A.

Investigación policial

La Policía, competente en estos casos, puso en marcha una vigilancia discreta. Días enteros sin movimientos, persianas siempre bajadas, según explican miembros de la investigación. Sólo se abría la puerta para recoger la compra de grandes superficies y otros servicios de paquetería. Siempre el padre, sin hablar con nadie.

Durante la recogida de pesquisas, los agentes se dieron cuenta de que los paquetes que llegaban desde el supermercado eran demasiado grandes para una sola persona. En una de las vigilancias, observaron cómo una cortina se movía en la planta superior justo mientras el hombre recogía un pedido. Eso bastó para solicitar una orden.

La intervención se produjo el lunes 28 de abril entre las 11:15 y las 14:45, cuando España, recordemos, se encontraba en pleno apagón. Siete agentes de la Policía Local, personal de los Servicios Sociales del Principado, una traductora de alemán [los indicios policiales indicaban que el matrimonio era de origen germano] y la letrada del menor acudieron al registro. "Nos abrió la puerta con naturalidad. Estaba desaliñado, descalzo. Nos pidió que nos pusiéramos mascarilla y que mantuviésemos la distancia", relata uno de los policías.

"Dijo enseguida que en la casa había menores. Pero para nuestra sorpresa no sólo ocurrió eso, sino que ninguno de los dos progenitores negó que hubieran estado años aislados ni tampoco mostraron especial conocimiento de haber hecho algo malo", continúa el mismo agente.

En estas cunas dormían los dos gemelos de 8 años, a pesar de no ser un espacio condicionado ni óptimo para menores de esa edad y tamaño.

En estas cunas dormían los dos gemelos de 8 años, a pesar de no ser un espacio condicionado ni óptimo para menores de esa edad y tamaño. E. E.

La casa del horror

En el interior, la situación dejó helados a los presentes. La mujer apareció con los tres niños a su alrededor. Iban en pijama, llevaban tres mascarillas cada uno, una encima de otra. "No nos dejaba acercarnos. Decía que tenían enfermedades graves", explica otro agente. Pero los informes médicos de los pequeños databan de 2019 y no indicaban patologías. La madre afirmó que los pañales que llevaban puestos eran "por prevención" y que ella misma los cambiaba.

La casa estaba llena de basura, según los investigadores. En el suelo, debajo de las camas, en las esquinas. Medicamentos por cuantificar. En una habitación cerrada, un gato enfermo, rodeado de sus propios excrementos. Tenía un tumor visible y no se movía. En las habitaciones de los niños, las ventanas cerradas a cal y canto, sin aire ni luz. En una de ellas, los gemelos dormían en cunas sin patas, apoyadas en el suelo. En la del mayor, un camastro también sin patas, "demasiado pequeño para su edad", describen los agentes.

Imagen de uno de los baños del interior del chalet, junto a la habitación de los gemelos.

Imagen de uno de los baños del interior del chalet, junto a la habitación de los gemelos. E. E.

La madre reconoció que llevaban en la casa desde finales de 2021. Al principio, dijo, querían proteger a los niños de "una salud muy delicada". Después, les dio miedo salir y ser descubiertos. Y el encierro se volvió rutina. Aún se desconoce si los dos progenitores tienen alguna condición psíquica que les haya hecho "aislarse del mundo", al igual que no se sabe el motivo exacto por el cual decidieron trasladarse desde Alemania hasta la localidad de Fitoria.

Sin embargo, la investigación apunta a que tras la pandemia de Covid-19 el matrimonio pudo tener un trauma que les hiciera tomar la decisión de aislarse del "mundo exterior". Y, con ellos, sus hijos, que no tenían siquiera ropa de su talla. Sus últimos zapatos eran de 2019. Al salir de la vivienda, un momento que quedó retratado en imágenes a las que ha podido acceder EL ESPAÑOL, los menores respiraron profundamente. Tocaron el césped con las manos, con extrañeza. Corrían sin equilibrio. Presentaban problemas de coordinación. Los investigadores aseguran que "estaban ajenos a todo contacto con la realidad".

Los dos gemelos de 8 años, tras salir por primera vez en cuatro años de la vivienda. Tanto ellos como su hermano mayor vestían ropa nueva facilitada por las autoridades.

Los dos gemelos de 8 años, tras salir por primera vez en cuatro años de la vivienda. Tanto ellos como su hermano mayor vestían ropa nueva facilitada por las autoridades. E. E.

Sin dejar rastro

Según ha podido confirmar EL ESPAÑOL, Christian S. contactó en 2021 con una empresa de gestión administrativa en Madrid para entrar en España "de forma discreta". Tramitó el NIE, se dio de alta como autónomo y buscó una casa aislada para alquilar. Eligió un chalet que había llegado a ocupar el futbolista Susaeta cuando jugaba en el Real Oviedo. No solicitó empadronamiento para su esposa ni para sus hijos, ni pidió tarjetas sanitarias ni buscó colegios.

"En la empresa pensaban que iba a vivir solo. No mencionó a su familia en ningún momento", explican fuentes de la investigación. "Parece que no querían dejar constancia alguna de su presencia en el país". Christian no tiene antecedentes penales en Alemania. Su esposa tampoco. Según los investigadores, ella no trabaja, tiene obesidad severa, se comunica en alemán con su marido y en inglés con los niños. Toda la compra la hacían por Amazon, Mercadona o Alimerka, con gastos de entre 100 y 200 euros por pedido.

En el registro, los agentes encontraron un armario transparente cerrado con llave en el dormitorio principal. Dentro, una gran cantidad de medicinas, algunas adquiridas ilegalmente. "Compraban medicación con THC en el mercado negro y la administraban a los niños como tratamiento para el TDAH", revelan fuentes de la investigación. "No les habían llevado nunca al médico. Ellos mismos los diagnosticaban y medicaban".

También los obligaban a usar pañales, alegando que "no sabían controlar esfínteres". Les marcaban horarios para ir al baño. Y les administraban suplementos de vitaminas como Multicentrum, "para compensar su nula exposición al sol".

Prisión provisional

Tras el operativo, los menores fueron trasladados al Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) para una primera evaluación médica. La madre les acompañó para minimizar el trauma mientras el padre aguardaba en las dependencias policiales. Desde allí los niños pasaron a un centro de menores bajo la tutela del Principado, donde se les realizarán pruebas físicas y psicológicas para valorar posibles secuelas.

Francisco Javier Lozano, comisario principal de la Policía Local de Oviedo, fue claro: "Hemos desmantelado la casa de los horrores". Agradeció la actuación "discreta y profesional" del equipo. "Hemos devuelto a la vida a tres menores. Jamás pensé que algo así pudiera pasar en este país", declaró en rueda de prensa ante los medios de comunicación presentes.

El padre y la madre se encuentran detenidos. Su declaración ante el Juzgado de Instrucción número 3 de Oviedo se había retrasado este miércoles por falta de intérprete oficial. Pero finalmente la jueza titular en funciones de guardia decretó para el matrimonio prisión provisional y sin fianza, un extremo que la Fiscalía había solicitado al Juzgado al considerar que existía riesgo de fuga. La Guardia Civil, al tratarse de una localidad rural de la capital asturiana, ha asumido ahora la investigación, que continúa abierta al cierre de esta edición.

Mientras tanto, en Fitoria, ese lugar en el que no pasa nada nunca, los vecinos siguen intentando comprender. Las conversaciones bajan el tono al pasar frente a la casa. Nadie tiene respuestas. Pero todos repiten lo mismo: no sabían que estaba habitada. No vieron nunca a nadie. Ni a los padres. Ni a los hijos. Ni siquiera una luz encendida. Hoy, el chalet sigue cerrado. El portón no se ha abierto desde entonces. El silencio ha vuelto. Pero ya no es el mismo.